Las tropas turcas continúan combatiendo a los grupos kurdos en Afrín (Siria). Aún es muy temprano para valorar le efectividad de la ofensiva, pero de las reacciones oficiales se puede deducir con cierto grado de seguridad quién de los jugadores sobre el terreno tiene las de perder y quién podría salir ganando.
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© AP Photo/ Furkan Arslanoglu
La Operación Rama de Olivo hace una clara alusión al antiguo símbolo de la paz. En el marco de la operación, los militares turcos tienen la intención de crear una franja de seguridad de 30 kilómetros de longitud y desmantelar a todos los "grupos terroristas".

El punto de vista de Turquía

Las intenciones de Ankara de iniciar una ofensiva militar en la región de Afrín se habían declarado al menos una semana antes de la propia operación. El 13 de enero, en una comparecencia ante sus seguidores, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, anunció públicamente que "los pasos para liquidar las amenazas terroristas en la frontera sur de Turquía, tomados durante la operación Escudo del Éufrates, serán repetidos en los próximos días en la región de Afrín".

El vice primer ministro turco, Hakan Cavusoglu, se pronunció entonces con más contundencia al condenar la cooperación de EEUU "con organizaciones terroristas: apoyar a las Unidades de Protección Popular (YPG) es apoyar a organizaciones terroristas". Ahora, según sus más recientes declaraciones, la limpieza de Afrín permitirá neutralizar la amenaza que sufren las ciudades otomanas desde el territorio de Siria.
"Turquía no puede permanecer con los brazos cruzados en el contexto de los acontecimientos que se desarrollan en el país vecino, en particular el continuo bombardeo del territorio de Afrín", afirmó el político.
Según pone de manifiesto el vice primer ministro, la principal meta de la operación es impedir crear un "corredor terrorista" en el norte de Siria, defender la frontera sur de la OTAN, las regiones limítrofes de Turquía y librar a la población kurda y árabe del país otomano de la violencia. Cavusoglu agregó que desde Afrín al territorio de Turquía han escapado 370.000 personas de los 1,5 millones que vivían ahí.

Los primeros dos días de la operación estuvieron copados por los bombardeos de la aviación y la artillería turca. Para el domingo 21 de enero, las tropas y tanques habían entrado en acción y penetrado unos cinco kilómetros en territorio sirio. El Ejército turco es apoyado por 25.000 combatientes del Ejército Libre Sirio, aliados de Ankara y opositores a Damasco.

La avanzada turca sobre posiciones kurdas ha provocado la preocupación de prácticamente todas las partes involucradas en el conflicto sirio, independientemente de su posición.

Irán, que junto a Turquía y Rusia son garantes del cese del fuego en Siria, instó a Ankara a detener de inmediato la operación militar y "volver a un papel más constructivo de apoyo a una solución política en Siria".

El primer día de la operación llegó la reacción desde el Departamento de Estado de EEUU. La portavoz de la institución, Heather Nauert, anunció que Washington sigue de cerca las intenciones turcas y emplazó a Ankara a "no adoptar acciones de ese tipo". Nauert indicó que Turquía debería poner el foco en los combates con Daesh. Más tarde, el ministro de Exteriores de Francia, Jean-Yves Le Drian, llamó incluso a convocar una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU sobre la situación en Siria.

Apoyo silencioso o juego a largo plazo

El territorio aledaño a la ciudad de Afrín está bajo control del Partido de Unión Democrática (PYD) fundado en 2003 por nacionalistas kurdos del norte de Siria y apoyado hoy por EEUU. Ankara acusa al PYD de estar afiliado al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). Ambos grupos son calificados de terroristas por el Gobierno turco.

No obstante, esas tierras son territorio de Siria y, para poder hacer lo planeado, Ankara debería de obtener el visto bueno de Damasco o su más cercano aliado y garante, Moscú. Por otra parte, ni la aviación siria ni los destacamentos de defensa antiaérea rusos desplegados en el país árabe han interrumpido los bombardeos turcos sobre las posiciones kurdas.

Esto permite a los medios turcos hacer alusión a un apoyo silencioso de Moscú. Citan activamente a los diplomáticos y políticos rusos que declaraban que el plan de EEUU de armar a las agrupaciones no gubernamentales kurdas es un error y que precisamente ese paso provocó la ofensiva otomana. El comentario del Ministerio de Exteriores ruso lanzado al respecto de la operación turca no contiene declaraciones de repudio y se limita a poner de manifiesto que "Moscú sigue con atención el desarrollo de la situación".

De esto se podría deducir que tanto Rusia como Siria esperan sacar provecho de esta situación a largo plazo, estima el coordinador del Consejo Ruso de Asuntos Internacionales, Ruslán Mamédov.

En primer lugar, revela Mamédov, podría producirse un debilitamiento mutuo entre los grupos proturcos del Ejército Libre Sirio y las Unidades de Protección Popular proestadounidenses. Ambas agrupaciones son contrarias al Gobierno sirio y su conflicto podría fortalecer las posiciones de Damasco en el futuro proceso de paz.

Anteriormente, las fuerzas progubernamentales sirias ya le habían propuesto a las agrupaciones armadas kurdas reconocer al Gobierno central y transferir el control de la frontera con Turquía a Damasco. Este paso podría haber evitado a tiempo la ofensiva de Ankara, ya que entonces se habría visto en un conflicto directo con Damasco y Moscú.
"Los kurdos rechazaron la propuesta, aparentemente creyendo que los estadounidenses no los abandonarían y no dejarían que los turcos los atacaran. Pero EEUU no es ese tipo de socio en el cual se puede confiar si algo no es de su propio interés", subrayó Mamédov.
En segundo lugar, los combates entre opositores sirios proturcos y los kurdos permiten al Gobierno de Damasco intensificar su avanzada sobre la gobernación de Idlib, ocupada hasta ahora por insurgentes cercanos a los terroristas de Al Qaeda y el Frente Fatah al Sham -anterior Frente al Nusra-.