Se trata de una situación inquietante, por lo que nosotros, como ciudadanos, debemos exigir al Pentágono que facilite más información tanto al Congreso como al pueblo estadounidense.
La semana pasada, un vecino me envió un vídeo de un avión del tamaño de un coche sobrevolando un barrio cercano silenciosamente, con sus luces verdes y rojas parpadeando de noche. Fue uno de los muchos mensajes que he recibido en las dos últimas semanas sobre un alarmante número de objetos no identificados que sobrevuelan el condado de Somerset, en Nueva Jersey, donde vivo con mi mujer y mi hija.
Como investigador de ovnis desde hace más de una década, amigos, familiares y vecinos me piden explicaciones sobre lo que está ocurriendo en nuestra comunidad. Aunque no tengo todas las respuestas (y tampoco las tiene el FBI, que actualmente está investigando), intento tranquilizar a la gente diciéndole que probablemente no hay nada que temer. El gobernador Phil Murphy ofreció un mensaje similar el jueves, publicando en X: "No hay ninguna amenaza conocida para el público en este momento".
Pero la verdad es que estoy preocupado, y también estoy buscando respuestas.
Los cargos electos, que deberían tener las ideas claras sobre estos enojosos objetos, parecen tan perplejos como el resto de nosotros. El senador Mark Warner, presidente del Comité de Inteligencia del Senado, declaró al periodista Matt Laslo el 4 de diciembre que está "gravemente preocupado" por no saber qué vuela por los cielos de Estados Unidos.
Mi preocupación, como la del senador Warner, va más allá del espacio aéreo sobre los suburbios de Gaden State. En los últimos años se han registrado avistamientos similares cerca de instalaciones militares y nucleares de EE.UU en Arizona, Colorado, Nebraska, Kansas, Virginia y frente a la costa de California. Pero incluso fuera de Estados Unidos, las incursiones de drones siguen siendo un problema estadounidense. Hace apenas unas semanas, las bases militares estadounidenses en el Reino Unido estaban en alerta máxima cuando enjambres de aviones no identificados invadieron un espacio aéreo sensible.
Estos incidentes siguen un patrón preocupante: docenas de aeronaves de distinto tamaño y forma, que emiten luces brillantes y persisten durante días o semanas. Tras años de incidentes de este tipo alrededor de instalaciones estadounidenses equipadas con los sensores más avanzados disponibles, cabría pensar que los militares podrían ofrecer algunas respuestas para calmar la inquietud de la opinión pública.
Desgraciadamente, no es así. En una rueda de prensa celebrada el 5 de diciembre, el portavoz del Departamento de Defensa, el general de división Pat Ryder, se negó a hacer comentarios cuando se le preguntó por los avances en la lucha contra estas incursiones.
Esta falta de transparencia es desconcertante. Naves desconocidas sobrevuelan mi comunidad e instalaciones estadounidenses sensibles en todo el mundo. La semana pasada, el aniversario de Pearl Harbor nos recordó que los fallos en la identificación de aeronaves y en el intercambio eficaz de información pueden tener resultados trágicos. Dar respuestas no debería aplazarse, dejando a los residentes preocupados por lo que vuela sobre nuestras cabezas.
Algunos funcionarios los llaman drones o sistemas aéreos no tripulados, lo que implica una tecnología o un origen conocidos, mientras que otros se refieren a ellos como fenómenos anómalos no identificados (FANI), lo que sugiere algo completamente desconocido. Esta distinción entre lo que se conoce y lo que se desconoce es fundamental, ya que cada uno presenta retos únicos que requieren soluciones a medida.
Durante una audiencia del Comité de Servicios Armados del Senado celebrada el 19 de noviembre, la senadora Kirsten Gillibrand (demócrata de Nueva York) indicó que algunas de estas incursiones proceden de fenómenos anómalos no identificados:
"En primer lugar, no tenemos conocimiento del dominio, lo que es muy problemático. Número dos, no tenemos superioridad de dominio si no entendemos cómo vuelan los diferentes FANI, qué tecnología utilizan, cuál es su misión, cuál es su propósito. Y a nivel de base, tenemos tantos FANI en torno a nuestras bases, en torno a nuestros emplazamientos militares, en torno a nuestros emplazamientos nucleares, que resulta profundamente inquietante".Se trata de una situación inquietante, y por eso nosotros, como ciudadanos, debemos exigir que el Pentágono facilite más información tanto al Congreso como al pueblo estadounidense.
En septiembre, pasé dos días visitando las oficinas de los miembros del Congreso en Washington para promover la Ley de Divulgación de Fenómenos Anómalos No Identificados, un esfuerzo bipartidista liderado por el senador Mike Rounds (republicado de Dakota del Sur) y copatrocinado por el líder de la mayoría del Senado, Chuck Schumer. El proyecto de ley pretende obligar a las agencias federales a revelar al Congreso y al público sus hallazgos sobre fenómenos anómalos no identificados.
Reconozco que hay que tener en cuenta las implicaciones para la seguridad nacional antes de compartir con el público información sensible de los servicios de inteligencia. Revelar lo que sabemos, o lo que no sabemos, sobre estos objetos podría poner en evidencia a nuestros adversarios.
Pero cuando aeronaves no identificadas penetran nuestras defensas y llegan impunemente a nuestras puertas, es hora de que el Pentágono muestre sus cartas. Como ciudadanos, merecemos la verdad. Y estamos preparados para manejarla.
Sobre el autor:
Gregory T. Goins es investigador OVNI/FANI y defensor de la acción legislativa a favor de la transparencia FANI.
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