Traducido por el equipo de SOTT.net
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© shorenewsnetwork.com/KJNAvistamientos de drones del Condado de Jackson, Nueva Jersey
A finales de 2024, los residentes de Nueva Jersey y otros lugares quedaron desconcertados por las incursiones nocturnas de drones, con informes sobre grandes y sofisticados drones que evadían los métodos de detección tradicionales. El fenómeno, inicialmente descartado como producto de la imaginación y de la histeria colectiva, pronto se convirtió en un problema de seguridad nacional, ya que estos drones no identificados fueron avistados no sólo sobre zonas civiles, sino también cerca de instalaciones militares críticas.

La administración Biden se mantuvo en gran medida indiferente al respecto, y cuando el presidente Donald Trump asumió el cargo, su administración prometió respuestas. Sin embargo, la explicación ofrecida por la Casa Blanca de Trump la semana pasada plantea más preguntas que respuestas.

El 28 de enero de 2025, la Secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, declaró que la FAA había autorizado los drones con fines de investigación y recreativos. Subrayó además que el público no debía preocuparse, ya que estos drones eran operados por entidades comerciales, aficionados y particulares. Sin embargo, esta explicación no cuadra con los hechos. Si se trataba de vuelos legalmente autorizados, ¿por qué las autoridades locales, estatales y federales, incluido el Departamento de Defensa, fueron incapaces de determinar su origen en tiempo real? Es más, ¿por qué el Departamento de Defensa reconoció públicamente que los drones fueron avistados sobre varias instalaciones militares, entre ellas Picatinny Arsenal y Naval Weapons Station Earle, sin poder identificar a sus operadores?

El misterio se extiende más allá de Nueva Jersey. Informes de diciembre de 2024 indican que se estaban produciendo incursiones similares de drones sobre la Base Aérea de Ramstein en Alemania, un centro crítico para las operaciones de EE.UU. y la OTAN. Por la misma época, se informó de incursiones adicionales sobre instalaciones de activos militares en el Reino Unido. La escala y precisión de estas operaciones sugieren una coordinación que va más allá de meros vuelos de aficionados o pruebas comerciales.

No es la primera vez que se registra este tipo de actividad inexplicable de drones sobre instalaciones estadounidenses sensibles. En diciembre de 2023, se informó de la presencia de drones no autorizados sobre la base aérea de Langley, en Virginia. Durante tres semanas, enjambres de drones sobrecargaron la base y fueron descritos como "tan sostenidos y perturbadores" que un ala entera de cazas tuvo que ser reubicada en otra base. A pesar de los esfuerzos por rastrear estas incursiones, las autoridades nunca revelaron quiénes eran sus operadores ni su propósito. El patrón se repitió un año después, pero se espera que esta vez el público acepte al pie de la letra una historia inverosímil sobre la autorización de la FAA.

Si estas incursiones de drones estaban realmente autorizadas para la investigación, ¿por qué no se informó a las fuerzas de seguridad locales? ¿Por qué los servicios de inteligencia y el ejército se apresuraron a determinar su origen? La falta de transparencia de las agencias gubernamentales sugiere o bien un profundo fracaso de la seguridad del espacio aéreo o un intento de ocultar una verdad incómoda. ¿Son estas incursiones prueba de operaciones de vigilancia extranjera? ¿Están vinculadas a tecnologías avanzadas de drones fuera de la supervisión convencional? ¿O existe una explicación más reservada que ni el gobierno de Biden ni el de Trump quieren revelar?

Queda una pregunta sin resolver y sin respuesta:

Si realmente se trataba de una investigación, ¿quién la estaba llevando a cabo y cuál era su naturaleza exacta? ¿Qué datos estaban recopilando y por qué era necesario realizar estas operaciones sobre instalaciones militares críticas sin coordinación con las autoridades pertinentes? El público debería saber quién autorizó estos vuelos y su finalidad última.

Alguien no está diciendo la verdad. O bien la FAA ha ampliado las autorizaciones de vuelo de drones hasta un grado temerario y sin precedentes, o bien el gobierno está ofuscando la verdadera naturaleza de estas incursiones aéreas. Ninguna de las dos posibilidades es tranquilizadora. La idea de que las incursiones generalizadas de drones sobre el espacio aéreo civil y militar, que abarcan múltiples continentes, no eran más que investigaciones autorizadas por la FAA desafía la lógica.

Hay, por supuesto, una tercera opción: alguien mintió a la administración Trump para seguir ofuscando la verdad sobre las incursiones de drones.

Hasta que se lleve a cabo una investigación exhaustiva y transparente, que proporcione datos verificables en lugar de palabras tranquilizadoras desdeñosas, el público debe seguir siendo escéptico con respecto a la explicación oficial. El cielo sobre nosotros no es sólo el hogar de aviones comerciales y globos meteorológicos; cada vez más, se está convirtiendo en un escenario de actividad desconocida e inexplicable. Es hora de que alguien diga la verdad.


Comentario: La verdad sigue siendo una variable que depende de la "necesidad de saber". Pregunta: ¿Alguien que necesita saber sabe realmente la verdad?