Es falso que en el mundo campee el hambre por falta de alimentos. La comida sobra, sí sobra, pero ocurre que hay exceso en algunos puntos del planeta y escasez en otros. No existe, sin embargo, tal cosa como una escasez mundial de alimentos. Las familias más afortunadas viven sumergidas en la cultura del derroche. ¿Cuántas veces, por ejemplo, compramos más de lo que consumiremos? ¿Cuántas otras desechamos productos vencidos, olvidados en un rincón del refrigerador por meses, hasta que el mal olor nos avisa que algo se pudre? Y en los países desarrollados la cosa es peor. © Archivo fotográfico El Comercio
Datos de la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA, por sus siglas en ingles) dan cuenta de que en 2009,
los estadounidenses tiraron a la basura 33 millones de toneladas de alimentos. La cifra global de comida que termina en el tacho es de 1.300 millones de toneladas anuales. Así es que cuando la gerenta general de Cómex, Patricia Teullet, sostiene que se requieren semillas transgénicas para elevar la productividad "por el bien de la humanidad", está bastante equivocada. Hay alimentos de sobra, como lo ha mencionado el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon: "
Hay más que suficiente comida en el planeta para alimentar a todos".
¿Qué pasa entonces?Si se cuenta con alimentos para todos,
¿por qué el año pasado 925 millones de personas - 1 de cada 7 - no accedieron a una adecuada nutrición? Varios factores confluyen, entre ellos el mercado y la falta de infraestructura. Los sistemas de distribución locales y globales de frescos es deficiente. En nuestro país, como en otros en desarrollo, los pésimos caminos, la falta de transporte y de almacenamiento adecuado y la ausencia de infraestructura de procesamiento en las zonas de producción llevan a la pérdida de una variada gama de frutas, cereales, tubérculos y otros productos alimenticios. Millares de toneladas se pudren en su vano intento de llegar a los mercados. No puede soslayarse, además,
la especulación de precios por la creciente demanda de productos como maíz, soya y caña de azúcar como materia prima para la producción de biocombustibles. No en vano el lema de la FAO para el Día Mundial de la Alimentación - celebrado ayer - ha sido "Precios de los alimentos: de la crisis a la estabilidad", y Ban Ki-moon ha recordado que para los más pobres que utilizan el "80% de sus ingresos en comida, esto [la volatilidad] puede ser devastador. En 2007-2008,
la inflación de los alimentos empujó al hambre a cerca de 80 millones de personas".