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© DesconocidoExpertos cuestionan la nueva revisión del manual de la psiquiatría
La timidez y la rebeldía podrían empezar a considerarse trastornos de la conducta si los especialistas se ciñen al nuevo Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM) que se prevé publicar el próximo mes de mayo en EEUU. Ante tales planteamientos, más de 11.000 profesionales de la salud han firmado ya un documento pidiendo que este nuevo sistema de categorización no se presente y mucho menos se ponga en práctica. Psicólogos, psiquiatras y otros expertos coinciden en señalar que las nuevas categorías son "preocupantes y peligrosas".

"Millones de personas sanas serían etiquetadas incorrectamente como enfermos psíquicos. Gente introvertida, apática o excéntrica de repente se convertirían en enfermos mentales", afirma Peter Kinderman, del Instituto de Psicología de la Universidad de Liverpool (Londres, Reino Unido). "No es humano ni científico y tampoco ayuda a nadie", añade.

"¿De qué depende que consideremos la timidez como un trastorno mental? Hay personas que lo viven como un problema y piden apoyo porque quieren ser más extrovertidos, pero otros se sienten bien. La salud mental depende de la adaptación del individuo al medio", argumenta Fernando Chacón, profesor titular de Psicología Social y miembro del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, al comentar esta noticia. "¿Por qué cuantificarlo como enfermedad?".

Lo mismo ocurre con la tristeza y la apatía de una persona. "Por qué tiene que ser una enfermedad depresiva cuando pierdes a un ser querido, por ejemplo. Lo anormal sería lo contrario", cuestiona el experto español. En cuanto a la rebeldía de los niños, continúa Chacón, "la desobediencia sistemática puede deberse a un trastorno, pero no lo es en sí misma".

Lo que la Asociación Americana de Psiquiatría propone en esta nueva revisión de lo que se asume como la 'biblia' de los trastornos mentales (DSM) es extender la consideración de trastorno mental a este tipo de conductas, unas más habituales que otras, pero "las que no lo son tampoco tienen que suponer un trastorno", subraya Chacón.

Todo el mundo sería objeto de intervención psiquiátrica

Hay gente más introvertida y más extrovertida. "Si definimos como normal sólo un tipo único de persona, todo lo demás será trastorno. Todo el mundo sería objeto de intervención psiquiátrica y esto no refleja la realidad". Si ya de entrada, dice Chacón, "la categorización en salud mental es un problema porque no hay límites claros (no es como una enfermedad física), si añadimos conductas que no son trastornos, se pueden crear muchos problemas".

En esta línea están de acuerdo otros especialistas de la Asociación británica de psicólogos, como Peter Kinderman, quien considera que de seguir adelante con este nuevo manual, "se exacerbarán los problemas". Sobre todo teniendo en cuenta que el nuevo sistema de categorización incluye las parafilias del violador. "Esto es darle una salida al violador múltiple. Si se considera enfermedad, le da un eximente", apunta el psicólogo español.

Los especialistas británicos, al igual que Chacón, se preguntan si todas estas etiquetas son necesarias. De 59 trastornos que se reconocían en 1917 se pasó a 227 en 1980 y a 350 en 1994. Los expertos creen que ampliaría "imprudentemente" las fronteras de la psiquiatría, causaría más medicación de lo normal, con los gastos que conlleva, e incluso criminalidad. Detrás de todo esto podría estar la industria farmacéutica, apuntan algunos expertos. Como argumenta el psicólogo español, "la hiperactividad ha existido toda la vida y sólo se incluye como trastorno cuando aparece un medicamento. En el momento en que hay un tratamiento farmacológico para tratar un problema de conducta, entonces la industria farmacéutica presiona para que sea reconocido como una enfermedad y, por lo tanto, se facilite el uso de la medicación".