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La conferencia anual del Comité Americano-Israelí de Asuntos Públicos (AIPAC), el "lobby" proisraelí más importante de Estados Unidos, celebrada recientemente en Washington, estuvo marcada como todos los años por muchas polémicas.

Dado que este año es el año de elecciones presidenciales en EEUU, la conferencia anual de AIPAC ha sido de suma importancia para los políticos de los dos partidos, demócrata y republicano, y, como de costumbre, sus destacadas figuras competieron por apoyar a Israel.

En este contexto, las declaraciones del presidente estadounidense Barack Obama llamaron la atención de los círculos políticos y mediáticos.

Obama habló explícitamente de su compromiso de garantizar la seguridad de Israel y subrayó que más que los otros presidentes de EEUU, es amigo y aliado de Israel.

Lo que llama la atención en las palabras de Obama es su énfasis en que los demócratas no difieren de los republicanos en el principio de apoyar a Israel.

Obama concluyó diciendo que los gobiernos demócratas han prestado más ayuda a distintos gobiernos de Israel que los gobiernos republicanos.

No ha habido ningún presidente estadounidense en las últimas décadas que se haya abierto el paso a la Casa Blanca sin el apoyo de los sionistas. En esto tampoco ha habido diferencia entre los mandatarios demócratas y republicanos. Sólo al echar un vistazo a la posición e influencia de los sionistas en la política exterior americana se puede descubrir por qué los presidentes y los candidatos a la Presidencia en EEUU se ven obligados a obtener el visto bueno de los sionistas y asistir a las conferencia de AIPAC.

La población judío en Estados Unidos se calcula en unos 6 millones de personas, esto es menos del 2% del total de la población del país.

Sin embargo, estos judíos tienen en su poder importantes grupos y han establecido vínculos entre los intereses de EEUU y los del sionismo que los han convertido en uno de los lobbies más influyentes en la diplomacia norteamericana. Uno de los objetivos fijados por ellos es penetrar en los centros del poder de los Estados Unidos.

Entre las 281 organizaciones judías y las 250 uniones regionales en EEUU, el "lobby" proisraelí más importante es el Comité Americano-Israelí de Asuntos Públicos (AIPAC), que se estableció en 1951, anunciando desde su mismísima creación que tenía como objetivo luchar por aprobar leyes en apoyo de Israel.

El AIPAC es la madre de todas las organizaciones judías de EEUU y es responsable de coordinar y planificar las actividades de todas las entidades judías y de recolectar ayuda y donaciones para el régimen falso de Israel.

El AIPAC tiene su sede en la ciudad de Washington, cerca del Congreso, lo que le otorga una ventaja especial para tener acceso fácil a la pirámide del poder en Estados Unidos.

El AIPAC escoge a sus miembros de entre los sionistas tanto judíos como no judíos, todos los cuales coinciden en una cosa común: respaldar al régimen sionista y dirigir la política exterior de EEU en la dirección de los intereses de dicho régimen.

Algunos de los sionistas americanos son mucho más extremistas que los israelíes ocupadores de Palestina, y consideran permitido cometer toda matanza y violaciones a las leyes en Palestina y en Oriente Medio, en general.

Cuando se habla de los miembros y elementos del AIPAC, destaca una larga lista de nombres de figuras influyentes en la política exterior de EEUU. Tanto es así que el diario New York Times considera al AIPAC como la organización más eficaz en las relaciones entre EEUU e Israel.

Cada año, AIPAC celebra una conferencia con la participación de cientos de personas procedentes de todo EEUU, incluyendo a autoridades de alto rango israelíes. En estas reuniones se decide la estrategia general del apoyo de EEUU a Israel, y su agenda se prepara tomando en cuenta las preocupaciones y prioridades del régimen sionista.

El régimen israelí ve amenazada su posición en la región ante la oleada de revueltas populares en el Oriente Medio, que derrumbó varios poderes de gobernantes de esta región apoyados por EEUU e Israel, y entre los que se encuentran Hosni Mubarak en Egipto y Zine el Abidine Ben Ali en Túnez. Por ello, Washington y Tel Aviv han desencadenado una nueva ola de iranofobia en la región y en el mundo para así compensar el fracaso de su política en Oriente Medio y la caída de los gobiernos autoritarios y a los que respaldaba.

El pretexto de EEUU e Israel para intensificar esta campaña de iranofobia es el programa nuclear iraní que, según ellos, tiene propósitos militares. EEUU lleva años intentando obstaculizar el desarrollo científico y económico de Irán. Sin embargo, los avances espectaculares de Irán, pese al bloqueo y presión occidental, han hecho de la República Islámica un modelo para todas las naciones amantes de la libertad, especialmente para los musulmanes del Oriente Medio, asunto que ha puesto en peligro el dominio y la influencia de EEUU en la zona y ha desafiado las políticas expansionistas del régimen ocupador de Israel.

Fue por eso que la manera de enfrentarse con Irán fue colocada en la agenda de la conferencia de 2012 de AIPAC, en la que el presidente Obama, para mantener el apoyo del lobby sionista, continuó con su retórica antiiraní asegurando que no permitirá que la República Islámica desarrolle un arma nuclear. Por otra parte y temeroso de una fuerte reacción iraní a cualquier eventual ataque a su territorio, Obama advirtió al régimen israelí que una acción militar contra el territorio iraní sería catastrófico y agregó que bravuconadas sobre una guerra con Irán no han hecho sino aumentar los precios del petróleo.

Actualmente, los ciudadanos americanos están pagando por la influencia de los sionistas en la clase dirigente de EEUU, cuyo fin es brindar apoyo incuestionable al régimen sionista.

A juzgar por expertos independientes e incluso ciudadanos estadounidenses, el lobby sionista, encabezado por AIPAC, colocará a EEUU al borde de decadencia y desintegración algún día. Los sionistas no piensan en nada sino en la guerra y destrucción. Esto ocurre mientras EEUU ya no ocupa la posición anterior desde la que pueda sacar adelante su política exterior con base en los intereses de los sionistas.