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El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, emprenderá hoy su primer viaje como dignatario a Israel con una agenda enfocada en el tema Siria e Irán, países a los que ambos aliados presionan e intentan desestabilizar.

De acuerdo con el programa previsto, el Obama partirá esta noche de Washington en una gira de tres días que incluirá escalas en Jordania y también en Ramallah, Palestina.

El presidente estadounidense planea dialogar con el primer ministro reelecto de Israel, Benjamin Netanyahu, y con el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, para reactivar el proceso de paz entre sus territorios, aunque la mayoría de los estadounidenses rechaza su intervención.

El vocero de la Casa Blanca, Jay Carney, dijo que la visita del gobernante demócrata a Tel Aviv tendrá como principal objetivo estrechar los vínculos entre los dos países y "discutir cómo manejar en un futuro asuntos de interés mutuo como Irán y Siria".

Estados Unidos e Israel -junto a las potencias europeas- han aprobado varios paquetes de sanciones contra la República Islámica de Irán porque la acusan de querer fabricar una bomba atómica con su programa nuclear, hecho desmentido por Teherán y analistas norteamericanos en varias ocasiones.

En los últimos años, las dos naciones también se unieron en la creación y puesta en marcha de virus nocivos usados en operaciones de sabotaje y espionaje informático con el propósito de infectar las redes digitales de Irán y presionarlo para que detenga el desarrollo de la energía nuclear.

Por otro lado, Washington y Tel Aviv entregan ayuda financiera, armas y municiones a los opositores sirios que tratan de forzar la salida del presidente Bashar al-Assad.

Muchos expertos denuncian que ambos aliados distorsionan la realidad de Siria e Irán con el objetivo de desmoralizar a sus gobiernos, influenciar en la opinión pública y propiciar una intervención armada que dejará suntuosas ganancias por las ventas de equipos bélicos.

Según cifras oficiales, la exportación de armas estadounidenses en 2011 se triplicó y llegó a un récord de 66,3 miles de millones de dólares. Más de la mitad de esa cifra provino de Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Omán.

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