La milenaria búsqueda del hombre por comprender su existencia a través de la lectura, se vio simpáticamente sintetizada en un robo masivo de libros.
Imagen
© desconocido
"La naturaleza y los libros pertenecen a aquel que los mira."
Ralph Waldo Emerson
¿Terrorismo poético? ¿estética ontología criminal? ¿sofisticado cinismo? Difícil responder a estas interrogantes. Lo que sabemos con certeza es que en China se registró recientemente un peculiar caso de robo de libros. A lo largo de seis meses un joven de la la provincia de Nanjing, se dedicó a extraer ilegalmente de una librería, más de 800 ejemplares.

Alarmado ante la sistemática merma de su inventario, el propietario del establecimiento reportó el fenómeno a la policía local, quienes tras unos días de vigilancia encubierta, detectaron que un joven que visitaba con frecuencia la librería, llegaba montado en una bicicleta con la canasta vacía y cuando salía esta estaba ya repleta de libros.

Una vez detenido, el joven, a quien simplemente se ha identificado como el "Sr Lee", confesó haber robado más de 800 libros desde el pasado febrero. Todos los ejemplares que extraía, entre los que se incluían libros de ciencia, historia, poesía, y filosofía, eran íntegramente leídos y posteriormente vendidos - al parecer el dinero que resultaba de sus transacciones de segunda mano le ayudaba a solventar sus gastos cotidianos.

Pero lo peculiar del caso, y a mi juicio un tanto genial - en caso de que su justificación sea sincera - , es que al ser cuestionado por la policía sobre el motivo de tan inusual conducta, el Sr Lee aseguró:

"No podía comprender el sentido de mi existencia. Y tenía la esperanza de encontrar la respuesta en las páginas de estos libros"

Finalmente, añadió que no había logrado su cometido, ya que a pesar de haber devorado cientos de libros, su sabiduría existencial no había experimentado un gran avance.

Además de ser un caso por demás simpático, tiene un par de aspectos particularmente interesantes: por un lado podría ser una especie de parábola, ilustrando la fallida búsqueda de 'la esencia de las cosas' por medio de la razón. Pero también nos remite al post-relativismo ético, pues nos invita a cuestionarnos sobre si sería justo considerar las acciones de Lee como un crimen - asumiendo que dice la verdad.

Complementariamente, nos ofrece la posibilidad de entregarnos a extravagantes especulaciones, por ejemplo: ¿qué faltó a Lee en su búsqueda por entender su existencia? ¿eligió mal los títulos? o por el contrario ¿se iluminó y no se ha dado cuenta aún? ¿le faltó algo así como 'leer con el corazón'? ¿cómo repercutirán sus acciones en su curriculum kármico?

Más allá de las respuestas probables, y de que en principio el robar no es algo loable, no puedo dejar de pensar que ojalá hubiera más ladrones de libros y menos de los otros..