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© Terry Hansen
Tiempos Perdidos: La complicidad de los medios de noticias en el encubrimiento de los ovnis es un libro escrito por el periodista independiente Terry Hansen en el año 2000. Habiéndolo visto referenciado en varios libros sobre ovnis en la última década y ser recomendado por varios expertos en la materia, decidí echarle un vistazo. Como sabrán nuestros lectores habituales, a nosotros aquí en Sott.net nos gusta mantenernos al día sobre las diversas rarezas, anomalías y situaciones de 'alta extrañeza' que surgen en nuestra realidad de manera regular. Y, siendo un sitio web de noticias alternativas que analiza y comenta la cobertura mediática masiva (es decir, propaganda) de todos los ámbitos, desde el clima a la guerra, el enfoque del libro sobre el funcionamiento interno de la cobertura mediática respecto al tema sugería coincidencias con nuestras ideas. Como resulta ser, Tiempos Perdidos es un gran recurso de información sobre la censura y la propaganda en general, no solamente sobre ovnis y medios de comunicación, y además provee amplias aplicaciones, como ya veremos.

Antes que nada, un breve resumen del libro: comienza con una pequeña introducción sobre la forma en que los medios de noticias han cubierto (o no cubierto) grandes sucesos ovni, en particular los encuentros con ovni/misiles balísticos en la Base Malmstrom de la Fuerza Aérea en 1975. Ampliamente reportados por la prensa local y regional, demoró dos años completos para que estos sensacionales (y relevantes) sucesos llegaran a las noticias nacionales.

Hansen observa que existen dos realidades en los medios de comunicación: la realidad oficial, representada por las grandes corporaciones nacionales de noticias (que reflejan los puntos de vista del Gobierno oficial), y la realidad popular, que habitualmente se ve representada por informes en 'pequeñas ciudades' locales o regionales. Las historias de ovnis en particular, generalmente, llegan a la prensa local, donde con frecuencia son descritos con bastante exactitud, pero rara vez reciben cobertura seria en la prensa nacional. Y cuando lo hacen, es porque la historia se ha hecho tan grande que necesitan cubrirla y no arriesgarse a ser vistos como si la estuvieran censurando. Aún así, sus informes rara vez son serios u objetivos. En lugar de ello, están cargados de 'inventos', insultos, 'guiños' y ligerezas. ¿Cuál es el motivo?

Hansen postula lo que probablemente sea la pregunta del millón: si los ovnis son o han sido considerados como un problema de seguridad nacional por los militares y el oficialismo, ¿qué insinuaría ello sobre la cobertura mediática de eventos relacionados?

En base a la documentación oficial, está claro que el problema Ovni fue considerado como tal por parte de aquellos a cargo, por lo tanto la pregunta es muy relevante. Y el concepto de 'seguridad nacional' es tan vago que puede aplicarse a cualquier cosa desde el Ejército, la Defensa y las relaciones exteriores, hasta la economía, negocios, avances científicos y tecnológicos, y al balance general del poder internacional. En otras palabras, los eventos de interés relacionados con cualquiera de esas áreas pueden ser considerados como de seguridad nacional por parte de nuestros líderes, y en consecuencia enviados al pozo de la memoria en lo que al público respecta. Dile adiós al debate abierto y a la libertad de información. Algo puede ser considerado como de 'seguridad nacional' simplemente porque daña la imagen de la CIA, con la justificación de que podría 'ayudar al enemigo'. (Como cuando se reveló, por ejemplo, que Knopf publicó - en tipografía negrita, para que sea fácilmente discernible - extractos del libro de Víctor Marchetti The CIA and the Cult of Intelligence que la CIA no pudo censurar. Las partes que efectivamente fueron censuradas se dejaron en blanco para mostrar cuánto se había censurado.)

Y definitivamente los ovnis han demostrado como mínimo ser una clara amenaza militar (observa las violaciones del espacio aéreo del evento Malmstrom, entre otros, mencionado arriba). También son concebibles los posibles avances tecnológicos derivados del estudio de los ovnis (¿qué militar no estaría encantado de poseer aeronaves furtivas que puedan flotar, hacer giros en ángulo recto sobre una moneda y superar a los mejores jets del mercado?). Y, quizás lo más importante, según sugirió el psicólogo Carl Jung, la idea de que una inteligencia alienígena con estas capacidades 'arrebataría el reinado de poder' de las manos humanas. Más al punto, el astrofísico francés Pierre Guerin dijo que los ovnis aterrorizan a los líderes porque "dejan en claro que los dirigentes mundiales no están en control de las cosas".

Más adelante en el libro, Hansen escribe:
"Recuerden que el pánico en masa, la inestabilidad política, y el colapso económico siempre son posibles si alguna vez se llegara a revelar la totalidad del peligro - o aún si se sospecha ampliamente. Por ello, un concepto básico y esencial de la campaña de engaño debería ser la repetición consistente de la negación de la existencia de algún problema".
En resumen, los ovnis son un problema de seguridad nacional, sin importar cómo lo observes, por lo tanto, es muy valioso conocer las respuestas estándar de los militares y de los medios de comunicación ante semejantes crisis.

En relación a ello, Hansen describe una muy buena historia y resumen de las técnicas de censura y propaganda y sus usos en el siglo pasado durante crisis de seguridad nacional, es decir, en las guerras mundiales. Los británicos pusieron la pelota en movimiento (sus Secretos Oficiales todavía se aplican). De hecho, las técnicas de la inteligencia británica fueron utilizadas como modelo por el maestro de propaganda Nazi, Joseph Goebbels. Las técnicas británicas también han inspirado a las norteamericanas. Los períodos de guerra han sido testigo de censuras generalizadas. En otras palabras, la gente sabía la verdad, pero fueron obligados legalmente a no decir nada al respecto. "Bocas abiertas hunden barcos", decía el slogan. Fuentes mediáticas cumplieron voluntariamente con esta censura, al igual que la emisión de propaganda oficial (dirigida en contra de enemigos y ciudadanos). El patriotismo ayudó, y en los casos que fallaba, se emplearon métodos más duros.

Después de la guerra, la censura ha sido aún más encubierta, y Hansen describe los diversos métodos mediante los cuales se ha llevado y se lleva a cabo. Un ejemplo es la censura en 'puntos de ahorque', o servicios de cables. Puede evitarse que las historias que han sido cubiertas localmente se propaguen generalizadamente bloqueándolas al nivel de las agencias de teletipos de noticias. Casi siempre este es el caso con la cobertura de los ovnis, en donde los servicios de teletipos se negarán a levantar estas historias para una mayor distribución (resultando, en consecuencia, en las dos realidades mencionadas arriba).

Interesante es la relación entre la censura y la propaganda. Según indica Hansen, "una vez creada una aspiradora epistemológica a través del uso de la censura, el siguiente paso es llenar este vacío conceptual con información falsa, creando... un 'seudo-ambiente'". Hansen rastrea la historia de la propaganda moderna enfocándose en Walter Lippmann y Edward Bernays. El incremento de la propaganda, siguiendo el trabajo de estos dos expertos, se asemeja a una declaración esquizoide masiva [1], en términos del psicólogo Andrew Lobaczewski:
"El enfoque de la Ilustración respecto a que las personas básicamente eran racionales, dio lugar a una visión del público cuyas opiniones y comportamiento puede y debería ser delineado y manejado por una élite inteligente. ... Bernays despreciaba totalmente las habilidades de la persona promedio que pensaba y comprendía al mundo. Consecuentemente, él afirmaba que el terreno social y el escenario mental necesario debía ser continuamente monitoreado, modificado y ajustado por parte de una clase de élite de estrategas modeladores de opinión que pudieran canalizar la opinión pública en las direcciones deseadas por la élite".
[1]: Lobaczewski expresa la visión del mundo de los esquizoides, que habitualmente aparecen en sus escritos, de la siguiente manera: "La naturaleza humana es tan deplorable que el orden en la sociedad humana solo puede sostenerse mediante un fuerte poder creado por individuos altamente calificados en nombre de una idea superior".
Una forma de hacerlo era "creando eventos aparentemente espontáneos que inducirían al público a percibir el mundo de las formas deseadas". ¿Cuántas veces hemos visto ese escenario desarrollándose en la escena mundial? Luego teníamos medios totalmente ficticios: historias de atrocidades. Los ataques de 'falsa bandera' no solo se encuentran en el dominio de los thrillers políticos (por ejemplo, las populares series televisivas Juego de Tronos y House of Cards las utilizan libremente en sus tramas). Son las acciones y negociaciones de cualquier buen departamento de relaciones públicas. Cuando inventar cosas sobre tu enemigo para aumentar la indignación de la gente simplemente no alcanza, un montaje funciona perfectamente. Asesina a algunas personas y culpa a tu enemigo. Simple y efectivo.

Pero, volviendo al tema de los ovnis, este es el ambiente en el que deberíamos estar analizando el problema: una extensa historia de generaciones de métodos de avanzada y efectiva censura.

En base a su utilización documentada en otros contextos históricos, Hansen resume los sospechosos habituales de la siguiente manera:
Censura encubierta
  • Censura desde la fuente (secretismo militar).
  • Contacto discreto y de alto nivel con editores y dueños de medios.
  • Contratación de periodistas influyentes.
  • Monitoreo e intercepción de informes de noticias relacionados con ovnis.
  • Acuerdos de secretismo de por vida.
  • Vigilancia de organizaciones e investigadores de ovnis.
  • Robo y confiscación de evidencias.
  • Actos de sabotaje.
  • Asesinato de personalidades.
  • Amenazas (contra individuos y organizaciones).
  • Acoso.
  • Encarcelamiento de individuos peligrosos y poco cooperativos.
  • Asesinato.
Propaganda
  • Historias encubiertas.
  • Control de daños o "tergiversaciones".
  • Investigaciones, documentos e informes fraudulentos.
  • Contratación de personas influyentes como voceros en medios.
  • Utilización de líderes de grupos para influenciar a miembros de rangos inferiores.
  • Organizaciones fachada.
  • Selección y ataque a grupos influyentes.
  • Operaciones psicológicas.
  • Rumores e información engañosa (desinformación).
  • Utilización de agentes "profundamente encubiertos" para diseminar propaganda.
  • Películas y programas de TV producidos bajo contrato.
  • Libros y artículos escritos bajo contrato.
Luego él observa a cada uno de ellos, con ejemplos de su probable utilización en relación al problema ovni. Este análisis comprende gran parte del libro. Según afirma Hansen repetidas veces, es imposible demostrar que haya habido una censura y una campaña de propaganda consensuada (utilizando a los medios) respecto a los ovnis, ya que tales cuestiones son un secreto e indemostrables por necesidad (tomando en cuenta los acuerdos de secretismo de por vida y el hecho de que las únicas personas utilizadas en tales operaciones son quienes están completamente vetados). ¿Pero no es curioso que haya evidencia de utilización de todos y cada uno de los trucos que existen cuando se trata de ovnis? Si camina como un pato...

Hansen finaliza el libro con una discusión de las nuevas formas de medios de comunicación y los beneficios y desventajas que comparten, por ejemplo, Internet, TV por Cable y charlas radiales. Según indica, para el año 1995 ya existía evidencia de que la CIA utilizaba Internet en guerras psicológicas, y postula la similitud de las campañas de propaganda en Internet con las operaciones psicológicas, indicando correctamente que no existe razón para pensar que tales cosas ya no estén sucediendo (por ejemplo, troles pagados en Internet). En resumen, el libro es realmente una fuente invaluable de ejemplos de trampas mediáticas, propagandistas pagados y gente famosa, periódicos y compañías de noticias trabajando para el Gobierno (ejemplos como los de Walter Cronkite, ABC, CBS, el New York Times, e incluso el National Enquirer). Es una revisión clara y concisa sobre cómo funcionan los medios y qué tan arraigados están a un sistema que atiende al Estado de Seguridad Nacional.

Sin embargo - y esto me lleva al punto de interés - lo que me impactó al leer el libro de Hansen fue la similitud y aplicabilidad de las técnicas mencionadas a otro tema de interés aquí en Sott.net: cometas y bolas de fuego. Recuerda que habitualmente los temas científicos son clasificados como de seguridad nacional si esto le brinda una ventaja a EEUU. De hecho, observa Hensen, al igual que existen dos realidades mediáticas (la oficial y la popular), existen dos realidades científicas: la privada y la pública.

Varios temas en la Ciencia desaparecen dentro del mundo de la investigación y el desarrollo clasificado de presupuesto negro. También existe la posibilidad de que ciertos fenómenos de interés representen una amenaza existencial, y aquí es donde el tema de los cometas se asemeja al de los ovnis
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En su libro sobre cometas, El invierno cósmico, Víctor Clube y Bill Napier comienzan con un escenario hipotético. Una explosión aérea cometaria (del tipo Tunguska, o en una menor medida, del tipo Chelyabinsk) es tomada erróneamente por parte de los líderes militares como un ataque atómico proveniente del exterior, desatando una guerra nuclear. El mismo problema fue aplicado a la cuestión ovni a fines de los 40 por parte del Ejército y líderes de inteligencia: el peligro de confundir ovnis con invasores soviéticos, y viceversa. Avistamientos masivos no sólo podrían inmovilizar las capacidades defensivas y las líneas de comunicación; podrían, sin intención, dar origen a una guerra. Utilizando un punto de partida similar al de Hansen, podemos hacer la siguiente pregunta: Si un bombardeo de cometas representa un potencial problema de seguridad nacional, ¿qué podría representar lo otro? ¿Plantea, de hecho, consecuencias de seguridad nacional? Recuerda las citas de Guerin y Hansen:
Los ovnis aterrorizan a los líderes porque "dejan en claro que los dirigentes mundiales no están en control de las cosas".

"Recuerden que el pánico en masa, la inestabilidad política y el colapso económico siempre son posibles si alguna vez se llegara a revelar la totalidad del peligro - o aún si se sospecha ampliamente. Por ello, un concepto básico esencial de la campaña de engaño debería ser la repetición consistente de la negación de la existencia de algún problema"
Un minucioso estudio de la historia mostrará que estos temores no son infundados. Los períodos de bombardeos cometarios vienen acompañados de disturbios sociales, pánico del fin de los tiempos, cambios de régimen, escasez de alimentos y colapso económico. Lejos de sorprender, y dado el marco de trabajo provisto por Hansen, el conocimiento sobre estos problemas no está popularizado. Los historiadores pasan por alto los eventos cometarios y en lugar de ello se concentran en el cambio climático. Prácticamente todos saben de los antiguos eventos (por ejemplo, la extinción de los dinosaurios), pero respecto a los eventos más recientes e históricos son discutidos o ignorados (por ejemplo, Tunguska, los impactos Y-T, los eventos de la Edad de Bronce y del siglo 6to, etc.). Y los libros de lectura esencial sobre estos temas están descatalogados y son casi imposibles de conseguir (los libros de Clube y Napier y los de Mike Baillie).

(Quizás importante también, Hansen habla de la censura de las compañías editoriales, aunque más difícil que produzca un efecto observable en comparación con la manipulación de los medios de transmisión y los periódicos, históricamente ha sido puesta en práctica por la CIA, comprando derechos de autor, comprando ediciones completas, y otros métodos de influencia detrás de escenas para evitar que el público general acceda a material dañino.)

Tomando todo esto en cuenta, como Clube y Napier dejan en claro en su libro, y como ha sido recientemente investigado por Laura Knight-Jadczyk en su libro Cometas y los Cuernos de Moisés y por Pierre Lescaudron en un libro que próximamente será publicado por Red Pill Press, las élites no aprecian que el cosmos interfiera con su imagen de control, en particular, cuando de cometas se trata. Cuando se los muestra incapaces, pierden su poder. Y si en última instancia los líderes son incapaces, deben mantener cerrada la tapa del problema para protegerse (o "para proteger al público de sí mismos", según la variante esquizoide). Deben presentar toda la evidencia posible para proveer la ilusión de que todavía están en control de los eventos.

Ni siquiera es necesario que la amenaza sea inminente; sólo debe ser percibida por el público como tal. Ponte en la posición de un 'líder' mundial. Como líder, eres una pieza insignificante en el engranaje de la máquina militar-industrial. Como tal, seguramente no estés demasiado interesado en las consecuencias a largo plazo. Tus principales preocupaciones son las ganancias, el poder y el manejo de la percepción. Ahora, digamos que tus científicos pagados te presentan información que muestra el potencial de un bombardeo cometario que destruiría a la civilización tal como la conocemos, o que por lo menos podría arrasar a una o dos grandes ciudades, o motivar a muchas personas a generar una revolución. Tales posibilidades deben evitarse - una conspiración de silencio es primordial. Los psicópatas corporativos y políticos involucrados no se molestarán por cuestiones humanitarias - principalmente estarán preocupados por mantener el balance de poder y salvar sus propios pellejos, si es que poseen la suficiente provisión. Quienes posean una pizca de conciencia probablemente adoptarán la actitud de "la gente estará mejor sin saber". Como crisis de seguridad nacional, el problema debe negarse, utilizando todo método de censura y propaganda existente, por lo tanto, todo aquel que esté realmente preocupado por informar al público será silenciado de una forma u otra. Cuando algunos científicos se den cuenta que la amenaza es inminente, la política existente de secretismo y propaganda ya estará en su lugar y no podrá quebrarse, y se aplicarán los métodos de censura para mantener el status quo.

Entonces, ¿exactamente de qué manera manipularás el 'seudo-ambiente'? Primero, bloquear el conocimiento general privatizando y compartimentando toda información relevante de investigaciones científicas. Los contratos y acuerdos de secretos militares son de gran ayuda aquí. Respecto a llenar la brecha epistemológica, los agentes y los contactos discretos en los grandes medios se vuelven esenciales para encubrir las historias, hacer control de daños cuando ocurran grandes eventos, difamar a científicos involucrados en ese tipo de investigaciones y promover el trabajo de científicos bajo contrato para producir ensayos e informes engañosos. Nuevamente, este ha sido en gran parte el procedimiento estándar durante el siglo pasado. No solo es posible, sino que se ha puesto en práctica más de lo que podamos imaginar.

Primero vienen las historias encubiertas. Hansen presenta un interesante ejemplo histórico que podría ser relevante: el 16 de julio de 1945 se llevó a cabo la primera prueba de la bomba atómica y esta fue descrita como una explosión de volcado de munición. Los medios obedientemente presentaron la historia y el público la compró. ¿No hace eso sonar una alarma? ¿Cómo explicar los impactos importantes de fragmentos de meteoritos/cometas? ¡Explosiones de volcado de munición! ¿Explosiones de aire? ¡Explosiones de tannerita! ¿Avistamientos de fragmentos de cometas? ¡Pruebas fallidas de misiles!O así!) ¿Cambios atmosféricos resultantes de un aumento en el polvo cometario? ¡Chemtrails! Las historias encubiertas pueden volverse bastante ridículas.

(Aunque, según mi conocimiento, las autoridades todavía tienen la carta del "gas del pantano" para jugar, que falló miserablemente cuando la Fuerza Aérea hizo que el Dr. J. Allen Hynek la utilizara en 1966 para explicar los evidentes avistamientos de ovnis.)

[NdE: "la carta del 'gas del pantano'": excusa utilizada para justificar los avistamientos ovnis. Son gases que suben de los pantanos. Consisten de metano principalmente. Causan ilusiones ópticas y se consideraba el motivo por el que la gente veía ovnis.]

Creo que el mensaje a entender es este: si algo posee el potencial de afectar la seguridad nacional - sin importar lo tortuoso que sea el camino para llegar a esa conclusión - lo mejor es no confiar en ninguna explicación oficial. Por necesidad, habrá una pared de desinformación que trepar. Sea la participación de la CIA en el tráfico de drogas, tráfico humano, red de pedófilos, asesinatos, torturas, manipulaciones de mercado, investigación científica potencialmente explosiva sobre los cometas, la gravedad, la energía libre, criptografía cuántica, la conciencia, o incluso temas 'más allá' como los ovnis, círculos de las cosechas o habilidades psíquicas - las posibilidades son que si hay algo de ello, quienes están a cargo preferirán que no lo sepas y que tengas que atravesar un establo augeano lleno de estiércol antes de llegar a la verdad de la cuestión.

Le dejaré a Terry Hansen las palabras finales:
En el análisis final, la respuesta a si los periodistas tienen la responsabilidad de decir la verdad al público sobre los ovnis depende de si es seguro confiar en la honestidad, sabiduría e infalibilidad de nuestros líderes políticos. La confianza ciega en la autoridad posiciona el destino del pueblo norteamericano en las manos de una pequeña élite cuyos objetivos son poco claros y cuya visión está generalmente oscurecida por toda la variedad posible de debilidades humanas e institucionales.

"Los riesgos de no tener secretismo son los riesgos de la democracia", dijo una vez Daniel Ellsberg a miembros del senado norteamericano. Entonces, quizás lo único que podamos decir con seguridad es que aquellos periodistas que se nieguen a buscar la verdad - sobre ovnis y cualquier otra cosa - declaran al mundo su creencia de que la democracia ya no es un sistema de gobierno adecuado para el pueblo norteamericano. [Énfasis mío]