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Teníamos conocimiento de que las lagunas de Villafáfila y su entorno fueron un importante lugar de producción de la sal durante la Edad Media, un hecho conocido a través de numerosas fuentes escritas, aunque no se sabía desde cuando se explotaba este recurso", explica Germán Delibes, profesor de Prehistoria de la Universidad de Valladolid y coordinador de un proyecto de investigación, promovido por la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León, que ha culminado con importantes hallazgos en este entorno ubicado al noroeste de la provincia zamorana y en el que han participado, además de otros arqueólogos de la UVa (Javier Abarquero Moras y Elisa Guerra Doce), A. Palomino Lázaro y J. del Val Redio, de la empresa Aratikos S.L. y de la Junta de Castilla y León, respectivamente.
Lo que han descubierto tras finalizar las tareas de excavación desarrolladas en 2009 y 2010 en el proyecto "Estrategias de explotación salina en las lagunas de Villafáfila durante la Prehistoria reciente" es concluyente.
Las lagunas fueron objeto de explotación desde la Prehistoria, es decir, desde hace más de cuatro mil años. También se ha podido conocer que su producción, muy apreciada, estaba en manos de las clases altas, que probablemente no viviesen allí sino que se desplazaban durante épocas del año para la explotación salinera. En realidad, el hallazgo equivale a decir que es uno de los lugares más antiguos de España de producción salinera, ya que tan sólo se conoce otro también de la edad prehistórica en Cardona (Cataluña), aunque allí se trata de una mina de sal gema.
Este proyecto se enmarca en el Programa de Cooperación Transfronteriza España-Portugal (2007-2013) de la Unión Europea, financiado a través del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER), aunque Germán Delibes inició sus primeros trabajos en 1990, con el fin de averiguar si había habido actividad productiva de sal antes de lo que decían las fuentes escritas, que hablan de ya era una realidad en la comarca a comienzos del siglo X, aunque su época de esplendor fue en el siglo XII y en la primera mitad del siglo XIII. Sin embargo, los últimos hallazgos remontan las factorías salinas hasta la Prehistoria en los tres yacimientos en los que se han realizado las excavaciones en 2009: Molino Sanchón (Edad del Cobre), Santioste (Edad del Bronce) y Fuente Salina (Edad de Hierro).
Los restos de Molino Sanchón datan de hace 2.500 años a.C y, a la vista de ellos, se puede saber que durante esa época se extraía la sal mediante ignición (fuego). Es decir, se formaba un lecho de brasas, como una especie de secadero, en donde se colocaban peanas de barro verticales y encima de ellas se depositaban los vasos en los que se introducía el agua salada. El fuego producía el efecto de evaporación de forma lenta y la sal se precipitaba en el interior. Para su extracción debían romper las vasijas o moldes, cuyos fragmentos aparecen por millares en las excavaciones, constituyendo lo que se denomina el briquetage.
El modo de extracción en Santioste fue algo diferente, según muestran los hallazgos de la época de 2.000 al 1.500 a.C. En este lugar utilizaban unos hornos alargados de cocción en los que se colocaban unas planchas, en donde se ubicaban las vasijas con las mueras para que a través de la evaporación la sal se depositara en el fondo de las mismas.
La explotación en Fuente Salinas está peor documentada y no está clara cómo se producía, aunque se han descubierto huellas de combustión que pueden estar relacionadas con la producción de sal. Pese a todo, la relativa escasez de fragmentos cerámicos y la ausencia de otros elementos de briquetage, caso de las peanas o de las vasijas con improntas de cestería, obligan a pensar en un procedimiento ligeramente distinto al constatado en los otros dos yacimientos.
El esplendor de las lagunas de Villafáfila en la antigüedad se debió sobre todo a que en 150 kilómetros a la redonda no había lugares de extracción masiva de la sal y su aislamiento ocasionó que se convirtiese en el centro de abastecimiento de la zona. Además, la consideración de la sal en el mundo antiguo y en las culturas arcaicas como un recurso vital y un bien de primera necesidad, hacen de ella un producto anhelado y codiciado al mismo tiempo.
Por esta razón, el dominio de la explotación de este recurso fue privativo de la cúspide social, un hecho que se conoce por los restos de cerámica campaniforme propia de las elites encontrados en Molino Sanchón. En Santioste también se han detectado indicios de ceremonias de compensación, bienes de valor que se enterraban en rituales para compensar la sal que arrebataban a la Madre Tierra. Tal significado seguramente tuvo el enterramiento de una joven de unos trece años cuyo ajuar contenía elementos de prestigio (cápsulas de plata, botón de marfil de África...), propios de una familita pudiente de la época.
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