El "amor romántico" correspondido es sólo una parte de la ecuación y es que la otra parte "The darkside of the love" ha inspirado los poemas más tristes, las canciones más estremecedoras y también los ridículos más vergonzosos. Como humanos, la gran mayoría, hemos estado en ambos lados de la ecuación y ante esto ¿qué es lo que nos han dicho las neurociencias?

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© levante-emvEl flechazo activa neurotransmisores como la dopamina
Es decir; ¿Qué sucede en el cerebro de las personas correspondidas y no correspondidas? ¿Pueden los estudios de neuroimagen proporcionar algún estimador de la duración de las relaciones de pareja? Estas preguntas serán esbozadas en éste breve articulo y otros dos más, porque al final a menos que exista un trastorno socio o psicopático, la mayoría de los seres humanos alguna vez experimentamos "The darkside of love".

Helen Fisher antropóloga que estudia y ha descrito algunas redes neuronales involucradas en la percepción y sensación del amor de pareja, ha postulado que existen tres sistemas cerebrales vinculados al apareamiento sexual: a) el impulso sexual, b) el amor romántico y c) el sentimiento profundo de apego. Ésta investigadora hipotetiza que estos tres sistemas evolucionaron para prolongar nuestro ADN, por una parte el impulso sexual evolucionó con el objetivo de probar una amplia gama de parejas, según Helen Fisher se puede tener sexo con personas de las cual no se está enamorado, en tanto que el amor romántico evolucionaría del impulso sexual, sólo para enfocar la energía de apareamiento en una pareja a la vez. Por su parte el apego evolucionaría para establecer un vínculo con la pareja con el objetivo de estar un tiempo estable con la misma y criar a un descendiente. El amor por tanto sería una combinación de estos tres sistemas cerebrales en diversos grados.

Importante es denotar que el amor romántico a nivel neurobiológico ha sido vinculado con actividad de sistemas cerebrales semejantes a los presentados por sujetos adictos a sustancias y es que parecería que el amor romántico es una adicción y entonces si es así imaginemos que sucede cuando este deja de ser correspondido, exacto algo muy parecido al síndrome de abstinencia, en un inicio, para posteriormente dar paso a la ira, la tristeza y la miseria.

En uno de los estudios de Helen Fisher (2004) se estudiaron a 15 hombres y mujeres que acababan de ser engañados por su amado. En primer lugar, se publicó un anuncio en el periódico con la pregunta "¿Acabas de ser rechazado en el amor? ¿Y no puedes dejarla (o) ir?.

En las entrevistas iniciales, Fisher encontró que los hombres y mujeres afligidos se vieron atrapados en un remolino de emociones conflictivas, sin embargo, sentirse abandonado, deprimido, enojado y desesperado, eran las principales que experimentaban. Pero ¿Qué era lo que estaba pasando en su cerebro?, para averiguarlo, se pidió a los participantes observar alternativamente (una sola vez) una fotografía de su amada y una fotografía de una persona familiar, pero emocionalmente neutra. Los autores encontraron que al contemplar a su amada (o), los amantes rechazados mostraron una mayor actividad en el núcleo accumbens derecho, putamen ventral, corteza orbitofrontal lateral, corteza insular anterior y opercular en contra de la actividad al observar imágenes neutras que no mostraban estos patrones.

Esto es, los amantes rechazados mostraron actividad en redes neuronales asociadas con la ansiedad, el dolor, el sistema de recompensa, la toma de riesgos y comportamientos obsesivos/compulsivos.

Y ahora puede surgir la pregunta ¿Y cuál es la actividad en los cerebros enamorados?, éste tema será abordado en el próximo artículo.
Referencia:

Fisher, H. E. (2004). Why we love: The nature and chemistry of romantic love. New York: Henry Holt.