La agencia norteamericana de inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) acudía al narcotráfico para llenar sus arcas y realizar sus operaciones clandestinas, según apuntan unos documentos con sello federal estadounidense que fueron desclasificados.
La historia de las relaciones entre la Agencia Central de Inteligencia estadounidense y el narcotráfico comenzó en los años 70 y tuvo su punto culminante en los 90. Más de 8.000 documentos del Gobierno federal desclasificados por el Acta de Información Pública revelan los detalles de estos controvertidos vínculos. Informes de la década de los 80 muestran que para contrarrestar la presencia militar soviética en Afganistán, EE. UU. gastó más de 2.000 millones de dólares en el financiamiento de la resistencia afgana a través de los cárteles de drogas. Los mismos documentos indican que la CIA también estuvo involucrada con narcotraficantes latinoamericanos.
"En el escenario estadounidense, el dinero de la droga provenía desde el Cono Sur y se convertía en dinero legítimo en Wall Street. En el escenario latinoamericano, este mismo dinero, una vez blanqueado, volvía a la región en forma de fondos para el paramilitarismo", explica el exagente federal Michael Ruppert.
Adicionalmente, la desestabilización de los gobiernos y revoluciones en América Latina no eran los únicos objetivos de la inteligencia estadounidense: también eran víctimas de la CIA los movimientos sociales dentro de EE. UU. La agencia buscaba desacreditar a los líderes que luchaban por los derechos civiles con el fin de prevenir transformaciones en el contexto ideológico, la integración racial, la justicia y otros ámbitos.
"El Gobierno quería que nosotros actuáramos como mercenarios en contra de nuestras comunidades. Nos utilizaron como matones para intimidar a los radicales o a todos los que se oponían al Gobierno federal", recuerda el imán Abdul Alim Musa.
En su momento, los presidentes Ronald Reagan y George Bush padre promovieron la doctrina de la 'Lucha contra las Drogas', pero según los expertos este criterio ha causado más problemas que soluciones.
Según opina Bruce Bagley, experto en asuntos latinoamericanos de la Universidad de Miami, la mayor parte de la lucha contra las drogas es parte de una estrategia fallida; en lugar de disminuir el narcotráfico, este aumentó. En países como Colombia y México la violencia entre los cárteles causa miles de muertes cada año; y en EE. UU. el número de adictos a las drogas aumentó. Además, el lavado de dinero ha dejado una huella de corrupción y fondos de dudosa procedencia por todas partes.
Por otra parte, los investigadores del tema señalan que hoy en día las sofisticadas operaciones financieras para ocultar las divisas fruto del lavado de dinero son un fenómeno constante. Estos procedimientos se valen de herramientas tecnológicas como internet para enviar fondos de una cuenta a otra sin controles estrictos, asegurando de esta forma la impunidad.
La Comisión de Juristas para la publicación de informes sobre el narcotráfico estima que anualmente en EE. UU. se lavan más de 100.000 millones de dólares procedentes de las drogas. La documentación también sugiere que una buena parte de la élite económica, tanto en Latinoamérica como en Estados Unidos, continúa beneficiándose del negocio de las drogas.
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