El 16 de marzo la costa occidental de EEUU ya registraba material radiactivo procedente de la central nuclear de Fukushima. Menos de un mes después, las radiaciones se extienden por todo el hemisferio norte en forma de diminutas trazas procedentes de la planta japonesa, informó en Viena la Comisión para la Prohibición Total de Pruebas Nucleares (Ctbto).

Este organismo apuntó que su sistema de vigilancia detectó los isótopos radiactivos yodo-131, y sobre todo cesio-137, con un origen claro: la central nuclear dañada por el terremoto y posterior tsunami del 11 de marzo. La Ctbto no entra a valorar los posibles daños para la salud de estas trazas, pero el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) ha reiterado que las concentraciones son tan diminutas que no representan ningún peligro para la salud.


Comentario: La OIEA dijo lo mismo acerca de Chernóbil. Ahora sabemos mejor. Para más información vea Desintoxícate o muere: terapias naturales de radio-protección para tolerar la contaminación nuclear de Fukushima


radiation dispersion map
© German Federal Institute for Geosciences and Natural ResourcesDispersión de radiactividad tras el daño de la planta nuclear en Fukushima Daichi, Japón, 11 de marzo del 2011.

Hasta ahora, más de 30 estaciones de medición de radionucleidos han informado de la dispersión de partículas radiactivas y de gases nobles de la planta nipona. Los primeros avisos llegaron desde Rusia oriental el 14 de marzo. Dos días más tarde informaron los americanos desde la costa occidental.

Nueve días después del accidente, la nube radiactiva de Fukushima había cruzado ya América del Norte y en sólo tres días una estación de control de la Ctbto en Islandia había ya detectado materiales radiactivos, previo paso por Europa.

Tras quince días, se encontraron partículas contaminantes en todo el hemisferio norte. Estos elementos permanecen encerrados en el viejo continente porque el ecuador divide de las masas de viento entre el norte y el sur, recuerda la organización.
La vigilancia de partículas

La Ctbto recordó que sus sistemas de vigilancia están diseñados para detectar cantidades minúsculas de isótopos radiactivos, incluidos gases nobles, hasta un número de unos pocos átomos.

Este organismo entrega sus datos a unas 1.200 instituciones académicas y científicas de 120 países miembros, que pueden disponer libremente de la información, que la comparte ahora con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).