Para el mundo, el problema de la epidemia del coronavirus ya no es China, donde se originó en diciembre y estalló en enero. Ahora, el reto es contener su propagación por otros países, ya que hay grandes focos en Corea del Sur, Japón, Italia e Irán y los casos aumentan rápidamente en Europa y Estados Unidos. Para que la enfermedad no siga extendiéndose, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo tiene claro: hay que poner en marcha las medidas draconianas que aplicó China, «el esfuerzo de contención de una enfermedad más ambicioso, ágil y agresivo de la historia», que paró el país, reduciendo de paso la contaminación drásticamente.
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Así lo recomienda el informe del equipo de 25 investigadores nacionales y extranjeros que, dirigidos por los doctores Bruce Aylward y Liang Wannian, visitó del 16 al 24 de febrero Pekín y las provincias de Sichuan y Cantón (Guangdong), así como el epicentro de la epidemia en Wuhan (Hubei). Cuando llegaron, se registraban 2.500 casos diarios. Al marcharse, 400.

Con la cautela habitual para las cifras oficiales chinas, este éxito se debe a la cuarentena en Hubei, que ha encerrado en sus casas a 60 millones de personas, y a las restricciones de movimientos y controles por el país. Entre ellos destacan el cierre de ciudades, pueblos, barrios y edificios, donde los comités vecinales del Partido Comunista vigilan a los residentes tomándoles la temperatura y siguiendo sus pasos para alertar en cuanto aparece un infectado.

Lecciones vitales

«El uso no comprometedor y riguroso de medidas no farmacéuticas de China para contener la transmisión de la enfermedad Covid-19 ofrece lecciones vitales para la respuesta global», alaba la OMS. A su juicio, «esta respuesta de salud pública única y sin precedentes revertió el aumento de casos tanto en Hubei, donde ha habido una amplia transmisión local, como en las provincias importadores (de casos), donde focos familiares habían dirigido el brote».

Por ese motivo, la OMS cree que «el valiente enfoque de China para contener la rápida propagación de este nuevo patógeno respiratorio ha cambiado el curso de una epidemia mortal que se extiende con velocidad». Aunque asegura que «estas son las únicas medidas que actualmente se ha demostrado que pueden interrumpir o minimizar las cadenas de transmisiones entre humanos», señala que «la mayoría de la comunidad global no está preparada, ni mental ni materialmente, para implementar la contención empleada en China». Para ello, hace falta «una vigilancia extremadamente proactiva con el fin de detectar los casos al instante, un diagnóstico muy rápido e inmediato aislamiento, riguroso seguimiento y cuarentena de los contactos cercanos y un excepcionalmente alto nivel de entendimiento y aceptación por parte de la población».

Normalidad en Europa

A la vista de la normalidad en Europa salvo en las zonas en cuarentena de Italia, el mensaje no ha calado. Sí lo ha hecho en Corea del Sur, que lleva más de 3.700 contagiados y 18 fallecidos, y en Japón, que ha cancelado actos públicos y ayer celebró una maratón en Tokio con solo 200 corredores de élite entre calles vacías. Para impedir contagios, se quedaron fuera los 38.000 participantes inscritos. Una imagen muy distinta al bullicio en cualquier ciudad europea y española.