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© CorbisChimpancés pigmeos de la especie bonobo preparan frutos secos para comer.
El 'Homo erectus', un homínido extinto que vivió hace aproximadamente 1,9 millones de años y fue uno de los ancestros del hombre moderno, fue el primero en aprender a cocinar, lo que ayudó a esta especie a utilizar el tiempo ahorrado en la masticación de los alimentos crudos para la colonización del planeta. Así opinan los autores del estudio publicado en la revista estadounidense 'Proceedings of the National Academy of Sciences'.

Un grupo científico dirigido por Chris Organ, de la Universidad de Harward, estudió la cuestión de cuándo los ancestros del hombre moderno empezaron a manipular los alimentos antes de ingerirlos. Para este fin los investigadores compararon la masa corporal calculada de los representantes de las especies antiguas de primates con las dimensiones de sus mandíbulas y dientes.

Los expertos partieron del hecho de que para los primates modernos, tales índices como la masa corporal, el tamaño de los molares y el tiempo que invierten en la búsqueda y el consumo de la comida, están estrechamente relacionados. Cuanto más grande es un simio y cuanto más grandes son sus dientes, más tiempo tarda en saciarse. Los hombres en tal caso habrían tenido que tardar alrededor de medio día en buscar los alimentos pero en la realidad el tiempo que se necesita para realizar esta tarea es diez veces menor.

Los autores del artículo comprobaron si esta regularidad se cumplía en los ancestros del hombre moderno y de otros primates superiores, en particular, para el 'ardipethecus', el 'Homo habilis', el 'Homo erectus' y el hombre de Neanderthal. El tamaño de los dientes de los primates más antiguos iba aumentando a medida que aumentaba el tamaño de su cuerpo. Pero esta tendencia se interrumpió en uno de los primeros representantes del género 'Homo', el 'Homo erectus'.

La masa corporal de 'Homo erectus' y de sus descendientes aumentó y el tamaño de los molares se redujo, probablemente porque los primates aprendieron a utilizar el fuego y preparar los alimentos con utensilios, opinan los científicos. La comida reblandecida no requería dientes grandes y mandíbulas potentes, y al mismo tiempo, permitía nutrirse más fácilmente.

Según los autores del artículo, el 'arte culinario' se convirtió en una ventaja competitiva del 'Homo erectus' que le permitió no solamente mejorar considerablemente su dieta, sino también liberar más tiempo para la búsqueda de nuevos hábitats.