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En los Alpes italianos un matrimonio alemán encontró los restos de un cadáver humano, que tras análisis se supo tenía 5.300 años de antigüedad.

El 19 de septiembre de 1991, el matrimonio alemán formado por Erika y Helmut Simon descubrieron durante una excursión por el valle de Ötztal en los Alpes italianos, cerca de la frontera con Austria, la momia Ötzi, conocida como el "hombre de hielo".

Aunque en un principio creyeron que eran los restos de un excursionista muerto hace varios años, lo que el derretimiento de la nieve había revelado era uno de los hallazgos arqueológicos más importantes: el cuerpo bien conservado de un hombre que vivió hace 5.300 años, y que ha entregado significativos datos sobre la vida del hombre en esa época.

Ötzi, de 1,60 de altura y de casi 50 kilos de peso, resultó ser lo que los paleontólogos llaman una "momia húmeda", un descubrimiento raro y precioso, donde las células individuales del cadáver han conservado la humedad suficiente para permitir a los científicos realizar investigaciones detalladas. Otra característica importante es que es una momia natural, es decir, que no fue alterada por ritos funerarios.

Durante los últimos 20 años el cuerpo ha sido objeto de múltiples análisis, que han concluido en torno a la causa de su muerte que Ötzi recibió un golpe en la cabeza, y luego una flecha atravesó su tórax, la que le habría provocado una hemorragia que finalmente le causó la muerte entre los hielos que conservaron su cuerpo momificado.

Actualmente su cuerpo es exhibido en el Museo de Arqueología del Sur del Tirol en Bolzano.

Recontrucción del rostro

En febrero pasado, expertos holandeses reconstruyeron el rostro de Ötzi, que reveló un rostro arrugado, una larga barba y ojos marrones. Este último detalle es el que más llama la atención, pues hasta ahora siempre lo habían descrito con los ojos color azul.

El trabajo fue realizado utilizando las últimas técnicas forenses, con tecnología en 3D de la momia, además de imágenes infrarrojo y tomografías.