Al investigar un centenario lugar de ejecución, los arqueólogos determinaron cómo los europeos buscaban impedir que los muertos regresaran al mundo de los vivos.
Quedlinburg tomb
© X @MuseumHalle
Arqueólogos alemanes descubrieron una llamativa tumba del siglo XVI en la que los restos de un hombre fueron aprisionados con grandes piedras, aparentemente para evitar que resucitara. La razón es que se trataba de un lugar de ejecución, y la gente recurría a diversos rituales para protegerse de los llamados 'revenants', 'muertos vivientes' que buscaban venganza.

La tumba, situada cerca de la ciudad de Quedlinburg, en el estado de Sajonia-Anhalt, fue descubierta en la llamada 'colina de la horca', sitio de ejecución utilizado desde la década de 1660 hasta principios del siglo XIX para ahorcar a los criminales. A continuación, eran enterrados allí mismo para no tener que transportar sus cuerpos a largas distancias.

En el lugar se encontraron al menos 16 tumbas individuales y dos fosas con huesos, con signos de tortura en algunos de los esqueletos, la mayoría de los cuales fueron enterrados sin ataúd y atados. Alrededor de esa época aumentó en Europa el temor a los muertos 'revivientes', lo que explica algunos de los hallazgos, según declaró a la revista Live Science Marita Genesis, arqueóloga que dirige las excavaciones.

Proteger el reino de los vivos

"Se trataba de personas que posiblemente habían tenido una muerte prematura o repentina, sin confesión ni absolución", explicó. "Se temía que pudieran regresar al reino de los vivos, [por lo que] se tomaron diversas medidas para evitar que así lo hicieran". Esas creencias estaban muy extendidas en Europa ya en la Edad Media, como lo demuestran numerosos hallazgos.

Para evitarlo se tomaban medidas como esparcir incienso, colocar cruces de madera, atar las extremidades del difunto o cubrirlos con leña. En el caso recién hallado, un hombre fue enterrado de espaldas, sin ataúd, y se le colocaron grandes piedras sobre el pecho para impedir que se levantara.

Los arqueólogos creen que hubo decenas de miles de lugares de ejecución de este tipo en Europa, la mayoría de los cuales quedaron destruidos con el paso de los siglos. No obstante, lo que ha sobrevivido constituye una importante fuente de información para los arqueólogos. "Al mirar en el suelo de un lugar de ejecución, es posible leer la historia jurídica de la región respectiva, como en un libro", concluyó Genesis.