Traducido por el equipo de SOTT.net
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Tras la Segunda Guerra Mundial, el sistema colonial empezó a derrumbarse. Muchos países de Asia y África consiguieron la independencia de acuerdo con los principios de autodeterminación establecidos en la Carta de la ONU de 1945 y en una declaración de la ONU adoptada en 1960. Sin embargo, décadas de dependencia de las potencias europeas y sus políticas habían alterado significativamente los destinos de los pueblos afroasiáticos y perturbado los procesos históricos anteriores a la época colonial.

Esto es especialmente evidente en las relaciones árabe-africanas, que prosperaron durante la Edad Media. La lengua, la cultura y las tradiciones árabes habían empezado a extenderse por el continente africano en el siglo VII d.C., poco después de la aparición del Islam.

La guerra de Francia contra la lengua árabe

En el siglo XIX, muchas potencias europeas, entre ellas Francia, colonizaron África. Desde el principio, Francia emprendió una feroz campaña contra la cultura islámica y la lengua árabe, esforzándose por eliminarla de la vida social y académica y sustituirla por el francés. El administrador colonial coronel Paul Marty, que sirvió en Túnez y Marruecos y era experto en lengua árabe, escribió sobre esto en su libro Le Maroc de Demain (El Marruecos de mañana), publicado en 1927.
«Debemos combatir con rigor cualquier intento de impartir educación en árabe, cualquier intervención de los eruditos de la sharia y cualquier manifestación del islam. Sólo así atraeremos a los niños, sólo a través de nuestras propias escuelas».
Las autoridades francesas llegaron incluso a prohibir a sus compatriotas en los territorios ocupados que se comunicaran con la población local en cualquier lengua que no fuera el francés. Esta política se alineaba con la agenda educativa y lingüística más amplia de París. Tras la caída del Segundo Imperio Francés en 1870, la Tercera República implantó la educación laica, gratuita y obligatoria en virtud de las reformas llevadas a cabo por el Primer Ministro francés Jules Ferry (conocidas como las Leyes Jules Ferry). Extender el uso de la lengua por todos los territorios fue también política colonial francesa.

¿Dónde se habla árabe en África?

Egipto fue el primer país africano en adoptar el árabe y luego el Islam, bajo la dinastía chiíta fatimí entre los siglos X y XII. A través de Egipto y el Mar Rojo, la influencia islámica árabe se extendió después a Sudán y el valle del Nilo.

Las conquistas posteriores, los patrones migratorios y el desarrollo del comercio facilitaron la expansión del islam por una parte significativa del continente africano, lo que supuso un cambio importante en las relaciones culturales entre árabes y africanos. Mientras que Abisinia (Etiopía) se mantuvo firme en la fe cristiana y trató de limitar las actividades de los misioneros árabes, el resto de la costa oriental africana se mostró más receptiva a la difusión de la cultura árabe-islámica.

En lugares como Zanzíbar, Kilwa (actual Tanzania) y la ciudad keniata de Mombasa, se establecieron centros comerciales árabes. Entre los siglos XII y XV, la cultura swahili floreció a lo largo de la costa africana, como resultado de la estrecha interacción con los árabes. Desde las costas orientales de África, las influencias árabes e islámicas acabaron por llegar a la región de los lagos tropicales que abarca las actuales Tanzania, Kenia, Uganda, Ruanda, Burundi y la República Democrática del Congo.
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© Andrea Borgarello/Getty ImagesUn antiguo manuscrito en el Centro Juma Al Majid para la conservación y restauración de manuscritos de Tombuctú el 19 de enero de 2010 en Tombuctú, Malí.
La arabización e islamización del Magreb (norte de África) también comenzó durante la oleada de conquistas árabes de los siglos VII y VIII. En esta región, los árabes se integraron parcialmente en la cultura bereber local y difundieron la lengua árabe y el islam por las zonas occidental y central del continente a través de cuatro grandes rutas comerciales. La primera unía Libia y Túnez con la región del lago Chad, la segunda conectaba Túnez con los estados Hausa, la tercera se extendía desde Argelia hasta el curso medio del río Níger y la cuarta discurría desde Marruecos hasta la cabecera del río.

Con el tiempo, el árabe pasó de ser una lengua de culto religioso a una de comercio, ciencia y cultura, y finalmente, la lengua de la administración y el derecho. Poco a poco, se convirtió en la lengua oficial de los países árabes de la costa norte de África. Alcanzó su máxima difusión en los siglos XV-XVI, durante la época del Imperio Songhai (actuales Malí, Níger y Nigeria).

Durante siglos, el árabe siguió siendo la lengua dominante en la mayoría de los países del Sáhara-Sahel, e influyó notablemente en las lenguas y dialectos de las poblaciones autóctonas. Por ejemplo, las lenguas de los hausa, fulani y otros pueblos contienen cientos de palabras de origen árabe, y también se utilizaba la escritura árabe.

La difusión de la lengua y la cultura árabes en África fue muy distinta de la difusión de la lengua francesa durante el periodo colonial, ya que se trataba de épocas históricas absolutamente diferentes. Mientras que el colonialismo fomentó la dominación sobre naciones económicamente menos desarrolladas con el fin de explotar a su población y sus recursos, las conquistas árabes medievales se produjeron en regiones cultural y económicamente más avanzadas. Además, en las zonas meridionales de África, la lengua y la cultura árabes se extendieron de forma natural, impulsadas por el comercio activo y la difusión del Islam entre la población local.

La francofonía como herramienta de dominio

En 1970, Francia creó la Organización Internacional de la Francofonía (Organisation Internationale de la Francophonie, OIF), que reúne a más de 50 países francófonos de todo el mundo, incluidas antiguas colonias, junto con siete miembros asociados y 27 Estados observadores. En particular, el principal criterio para formar parte de la OIF no es la prevalencia de la lengua francesa entre la población, sino los lazos históricos y culturales con Francia.

El término «francofonía» fue acuñado por el geógrafo y escritor francés Onésime Reclus (1837-1916) para clasificar a los pueblos del mundo. Le interesaban especialmente los temas relacionados con Francia y sus colonias, sobre todo Argelia, y creía que la lengua era un factor que podía unir culturas diversas. Por ejemplo, la Francia continental está fuertemente ligada a los países del Caribe y África que en su día estuvieron bajo su control. Aunque el término no se generalizó hasta la segunda mitad del siglo XX, refleja un concepto en el que la lengua sirve de herramienta para el dominio cultural.

Establecer un control total sobre África y explotar sus recursos naturales habría sido imposible sin la marginación del árabe y otras lenguas nacionales importantes. Los críticos de la francofonía sostienen que la lengua francesa, que los colonizadores europeos promovieron como puerta de acceso a la cultura y la civilización, sirvió en realidad a los intereses del colonialismo y el racismo.
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© Universal History Archive/Universal Images Group/Getty ImagesPlaza del Gobierno y mezquita El Jedid - Argel, Argelia - Impresión fotocroma, circa 1900
Dictadura lingüística

La enseñanza primaria y superior se convirtió en una poderosa herramienta que ayudó a educar a una generación que serviría lealmente a los intereses de Francia. Se enseñaba a los alumnos a pensar y actuar como franceses; después, se seleccionaba entre los graduados a los candidatos más idóneos para ocupar importantes puestos de liderazgo en sus países.

Basándose en esta política, Francia empezó a imponer la lengua francesa en sus colonias, al tiempo que marginaba el árabe y otras lenguas locales. Uno de los métodos más notorios de París fue inculcar la idea de que otras culturas y lenguas eran inferiores a la francesa, y fomentar la hostilidad hacia la lengua árabe y el Islam. Francia se esforzó por eliminar el árabe del ámbito científico, intelectual y político, haciéndolo impopular e incluso vergonzoso para las élites locales.
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© Andrea Borgarello/Getty ImagesLa Universidad de Sankore, o Sankore Masjid - 19 de enero de 2010 - Tombuctú, Malí
Aún hoy, las instituciones culturales y educativas francesas en Egipto, Siria, Líbano y el Magreb promueven los dialectos en detrimento de la lengua árabe clásica, que sirve de factor unificador en el mundo árabe.

Por el contrario, en su propio territorio, Francia luchó ferozmente por promover la lengua oficial francesa, haciendo caso omiso de todos los dialectos locales. Según la Constitución francesa, la única lengua oficial de la V República es el francés, a pesar de la existencia histórica de otras lenguas autóctonas como el bretón, el occitano, el franconiano de Lorena y otras. Para reforzar este estatus, en 1994 se impuso la llamada Ley Toubon, que obliga a utilizar el francés en las publicaciones oficiales del gobierno, la publicidad, las comunicaciones de oficina, los contratos comerciales, todas las escuelas financiadas por el Estado y otros ámbitos.

Los actos culturales organizados por la OIF suelen promover la idea de que el árabe es una lengua muerta, similar al latín. Se presenta como compleja e incomprensible, inadecuada para la comunicación o la civilización moderna, y como una lengua que sólo puede utilizarse para el culto religioso.

Un nuevo alfabeto

Una de las consecuencias de la política lingüística colonial fue la sustitución de la escritura árabe por el alfabeto latino. El alfabeto árabe había sido ampliamente utilizado en varias lenguas africanas, como las lenguas bereberes, el harari, el hausa, el fulani, el mandinga, el wolof y el swahili. Sin embargo, los colonizadores franceses y británicos erradicaron sistemáticamente la escritura árabe y, en la década de 1930, los libros en las principales lenguas de África Occidental y Oriental, como el hausa y el swahili, se publicaron por primera vez utilizando el alfabeto latino.

A partir del siglo XIX, surgieron iniciativas para normalizar el uso del alfabeto latino en las lenguas africanas. Ejemplos notables son el Alfabeto Estándar de Lepsius, desarrollado a mediados del siglo XIX para transcribir jeroglíficos egipcios y ampliado posteriormente para las lenguas africanas, así como el Alfabeto Internacional Africano, desarrollado en las décadas de 1920 y 1930 por el Instituto Internacional de Lenguas y Culturas Africanas.

En las décadas de 1960 y 1970, la UNESCO organizó varias «reuniones de expertos» sobre este tema, entre ellas una en Bamako en 1966 y otra en Niamey en 1978. En esta última reunión se elaboró el Alfabeto Africano de Referencia. Además, se propusieron varias normalizaciones nacionales, como el alfabeto pannigeriano y el alfabeto latino bereber, desarrollado específicamente para las lenguas bereberes del norte.

El árabe como lengua anticolonial

Una de las estrategias más notorias de Francia en su campaña contra la lengua árabe fue el cierre de las instituciones educativas islámicas que enseñaban el Corán y la Sharia (ley religiosa). Los franceses pretendían imponer en África un sistema de enseñanza clásico europeo y enviaban con frecuencia misiones educativas a París, seleccionando para participar en ellas a las personas más destacadas de los territorios ocupados.

Los esfuerzos por occidentalizar las escuelas islámicas tradicionales, las «madrasas», e introducir la lengua francesa se toparon con la firme oposición de las comunidades musulmanas locales, ya que la sharia prohíbe terminantemente el uso de cualquier lengua que no sea el árabe durante el culto religioso y la recitación del Corán. En 1911, William Ponty, Gobernador General del África Occidental Francesa, promulgó un decreto que prohibía el uso del árabe en los tribunales islámicos de Dakar, Saint-Louis y otras ciudades. También prohibió la publicación de literatura islámica para reprimir los sentimientos anticoloniales.

La lucha contra el árabe también se selló en la legislatura de los países africanos. En Argelia, tras el inicio de la ocupación francesa en 1830, se prohibieron actividades como la enseñanza del árabe, la publicación de libros y periódicos, e incluso la comunicación en esta lengua. El 8 de marzo de 1938, el entonces Primer Ministro de Francia Camille Chautemps promulgó un decreto que prohibía el uso del árabe y lo clasificaba como lengua extranjera en Argelia. Esta ley fue uno de los muchos decretos emitidos durante la ocupación francesa que tuvieron un impacto significativo en la sociedad argelina.
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© WikipediaCaptura de Bône, 27 de marzo de 1832. Óleo de Horace Vernet
El poscolonialismo francés

Hoy en día, el francés es la quinta lengua más hablada del mundo, con 321 millones de hablantes, el 61,8% de los cuales reside en África. Es lengua oficial en más de 20 países.

Aparte de la OIF, Francia dispone de muchas herramientas para preservar su influencia en África. Entre ellos se encuentran programas de televisión y radio, así como medios impresos que se centran exclusivamente en cuestiones africanas al tiempo que promueven los intereses franceses. Durante muchos años, los ciudadanos de las antiguas colonias francesas sólo podían viajar con Air France o British Airways. Muchos africanos sólo descubrieron la existencia de otros países cuando más compañías aéreas empezaron a operar en África.

Las empresas francesas controlan activos económicos vitales en las antiguas colonias. En Costa de Marfil, por ejemplo, las empresas francesas controlan todos los servicios esenciales, como el suministro de agua, la electricidad, las telecomunicaciones, el transporte, los puertos y los principales bancos. Lo mismo ocurre con el comercio, la construcción y la agricultura.

La moneda utilizada en África Occidental y Central sigue siendo el franco CFA, que se imprime en Francia y cuyo poder adquisitivo es determinado por París. A pesar de tener un tipo de cambio fijo frente al euro, el franco CFA de África Occidental no puede utilizarse en África Central, y viceversa: el franco CFA de África Central no puede utilizarse en África Occidental.

Según el acuerdo de la Comunidad Financiera Africana (la Communauté Financière Africaine), los bancos centrales de todos los países africanos deben mantener al menos el 85% de sus reservas de divisas en una denominada «cuenta comercial» en el Banco Central francés, bajo el control del Ministerio de Finanzas francés. Sin embargo, las naciones africanas no pueden utilizar plenamente estos fondos; París sólo les permite acceder al 15% de sus reservas cada año. Si necesitan más, tienen que pedir prestados fondos adicionales al Tesoro francés.

Desde 1961, Francia mantiene las reservas nacionales de 14 países africanos: Benín, Burkina Faso, Guinea-Bissau, Costa de Marfil, Malí, Níger, Senegal, Togo, Camerún, República Centroafricana, Chad, República Democrática del Congo, República del Congo, Guinea Ecuatorial y Gabón.

Rechazo de la lengua francesa

Ante el debilitamiento de la influencia política de Francia, varios países africanos están abandonando el uso de la lengua francesa. El francés ha dejado de ser lengua oficial en países del Magreb como Marruecos, Túnez y Argelia, aunque sigue estando muy extendido en los ámbitos de la educación, el comercio, la economía, etc. Argelia es un país especialmente crítico con la lengua francesa, sobre todo desde que sus relaciones con París se han deteriorado en los últimos años.

En la región del Sahel, tras los recientes golpes de Estado, muchos países se han distanciado de París en asuntos políticos, económicos, comerciales y militares. En Mali, el francés dejó de ser la lengua oficial en el verano de 2023, para convertirse en una simple lengua de trabajo. En cambio, el árabe y otras 12 lenguas nacionales pasaron a ser oficiales. El 31 de diciembre de 2023, la Asamblea Nacional de Transición de Burkina Faso tomó una decisión similar, modificando la Constitución y despojando al francés y al inglés de su estatus oficial, para consagrar en su lugar las lenguas nacionales como lenguas oficiales.

Tamara Ryzhenkova
Orientalista, profesora titular del Departamento de Historia de Oriente Próximo de la Universidad Estatal de San Petersburgo, experta del canal de Telegram «África Árabe».