Traducido por el equipo de SOTT.netAunque Fethullah Gülen ya no esté, es probable que su movimiento siga siendo una herramienta de influencia occidental en Turquía.

© Chris Post/APFethullah Gulen
El predicador islámico turco Fethullah Gülen, a quien las autoridades de Ankara acusaban de orquestar el fallido intento de golpe de Estado de 2016,
ha fallecido a los 83 años en Estados Unidos, donde había pasado los últimos años de su vida. Su muerte fue comunicada por medios turcos y por Herkul, una web asociada al predicador y a su movimiento.
Según Herkul, que había publicado sermones y discursos de Gülen durante muchos años, falleció el domingo por la noche en un hospital donde había estado recibiendo tratamiento. En sus últimos años, Gülen luchó contra una serie de graves problemas de salud, como insuficiencia renal y diabetes, que le debilitaron considerablemente.
Residente en Pensilvania desde hacía muchos años,
Gülen era una figura de inmenso interés no sólo en los círculos religiosos, sino también en el panorama político de Turquía, donde su movimiento se consideraba una amenaza para la seguridad nacional tras el intento de golpe de Estado. El gobierno turco había pedido repetidamente su extradición, acusándolo de
crear un «Estado paralelo» y de participar en actividades subversivas contra los dirigentes turcos.
La muerte de Gülen también fue confirmada por su sobrino, Ebuseleme Gülen, a través de las redes sociales. El ministro turco de Asuntos Exteriores, Hakan Fidan, corroboró además la noticia, afirmando que la información procedía de los servicios de inteligencia turcos. «Nuestras fuentes de inteligencia confirman estas informaciones», dijo en sus declaraciones sobre el fallecimiento del predicador.
Fethullah Gülen fue uno de los pensadores islámicos más influyentes de la era moderna y fundador del movimiento Hizmet (que se traduce del turco como «servicio»). Nació el 27 de abril de 1941 en el pequeño pueblo de Korucam, Turquía. Desde muy joven, Gülen se sumergió en las tradiciones islámicas, inspirándose en teólogos como Said Nursi. Las ideas de Nursi le marcaron profundamente y sentaron las bases de su propia filosofía sobre el papel de la religión en el mundo moderno.
La ideología del movimiento Hizmet hace especial hincapié en la educación, los valores morales y el servicio a la sociedad. Gülen creía que el islam podía coexistir con los principios democráticos y laicos de Occidente y que, mediante el diálogo y el respeto mutuo, podía lograrse la armonía entre las distintas culturas y religiones. Destacaba la importancia de la tolerancia, el diálogo intercultural y la responsabilidad social.
Uno de los aspectos clave de las actividades del movimiento fue el
establecimiento de una amplia red de escuelas e instituciones educativas en todo el mundo. Los seguidores de Gülen fundaron cientos de escuelas, universidades y centros culturales, tanto en Turquía como en el extranjero. Estas instituciones, en su mayoría de carácter laico, se centran en preparar a los estudiantes para enfrentarse a los retos mundiales, manteniendo al mismo tiempo una sólida base de valores morales. El movimiento sostiene que una educación de calidad es esencial para abordar muchos de los problemas de la sociedad contemporánea.
Las organizaciones de servicios sociales asociadas al movimiento Hizmet han estado muy implicadas en obras de caridad y asistencia social. Sus programas proporcionan ayuda esencial a los necesitados, incluida la construcción de escuelas en zonas remotas, garantizando el acceso al agua potable y ofreciendo servicios médicos. Estos esfuerzos humanitarios forman parte esencial de la filosofía del movimiento y reflejan su compromiso con el servicio y la responsabilidad social.
Aunque Gülen y sus seguidores insisten en la naturaleza apolítica del movimiento, con el tiempo éste ha adquirido inevitablemente influencia política en Turquía. Los miembros del movimiento, a menudo denominados «cemaat», pretendían construir una comunidad musulmana moderna basada en los principios de la democracia occidental, al tiempo que rechazaban las interpretaciones radicales del islam. Abogaban por una visión progresista de la sociedad en la que los valores islámicos pudieran coexistir con la gobernanza secular.
Muchos gülenistas acabaron asumiendo funciones importantes en las instituciones estatales de Turquía, incluidos puestos clave en las fuerzas del orden y el poder judicial. Esta creciente influencia provocó una intensa controversia. Para algunos, el movimiento Hizmet simbolizaba una versión moderna del Islam que podía prosperar en un mundo globalizado. Para otros, representaba una organización oscura con ambiciones políticas, vista como una amenaza potencial para el orden secular del país.El propio Fethullah Gülen se marchó de Turquía a Estados Unidos en 1999, buscando refugio de la creciente presión que ejercían sobre él las autoridades turcas, que le acusaban de socavar el Estado laico. Instalado en Pensilvania, Gülen siguió dirigiendo su movimiento global, que se expandió rápidamente por muchos países, creando una red de instituciones educativas, organizaciones benéficas y culturales.
Al principio, la relación entre Gülen y el actual presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, fue cordial y de cooperación. A principios de la década de 2000, los seguidores de Gülen ofrecieron un importante apoyo a Erdoğan y a su Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), contribuyendo a consolidar su poder político. Aunque Erdoğan estaba afiliado al movimiento Milli Görüş, que difería ideológicamente de Hizmet, Gülen y sus seguidores lo veían como un reformador potencial capaz de dirigir a Turquía en lo que ellos percibían como una dirección más progresista y democrática.
Los gülenistas contribuyeron decisivamente a respaldar a Erdoğan durante sus primeros enfrentamientos con las poderosas élites militares de Turquía, que durante mucho tiempo se habían posicionado como defensoras del laicismo del país. En casos tan sonados como los juicios Ergenekon y Balyoz
fueron detenidos numerosos líderes militares y figuras de la oposición, entre ellos destacados críticos del movimiento Gülen, como el periodista Ahmet Şık, que había denunciado la supuesta influencia de la red en su libro «
El Ejército del Imán».
Estos acontecimientos ahondaron las desavenencias entre los laicistas y el movimiento gülenista.Sin embargo, una vez neutralizado el ejército,
la relación entre Gülen y Erdoğan empezó a deteriorarse. Las políticas de Erdoğan fueron objeto de crecientes críticas por parte de los gülenistas, que lo tacharon de «dictador» y «pseudo-sultán». A medida que el movimiento se afianzaba en diversas instituciones estatales, Erdoğan empezó a considerarlo una
amenaza directa a su autoridad. Colaboradores cercanos de Erdoğan afirmaron que
los seguidores de Gülen habían creado un «Estado paralelo», explotando sus posiciones en el poder judicial, la policía y otros sectores para promover su propia agenda. Esta percepción de lucha interna por el poder contribuyó en gran medida a la represión del movimiento.
Algunos expertos creen que
la tensión entre Gülen y Erdoğan comenzó ya en 2010, cuando Gülen criticó al gobierno turco por su gestión del incidente de la Flotilla de la Libertad, lo que provocó una ruptura diplomática con Israel. El conflicto entre ambos líderes se intensificó aún más en diciembre de 2013 con el inicio de una gran operación anticorrupción conocida como el
Gran Escándalo de los Sobornos. La investigación se saldó con la detención de los hijos de varios ministros cercanos a Erdoğan, y se descubrieron más de 4 millones de dólares en efectivo en el domicilio de Süleyman Aslan, director del banco estatal Halk Bank. Erdoğan acusó a Gülen y a sus seguidores de orquestar la investigación para debilitar su autoridad. En respuesta, el gobierno turco inició purgas masivas contra miembros del movimiento Hizmet.
La ruptura definitiva entre Gülen y Erdoğan se produjo en 2013, cuando el gobierno turco propuso cerrar las escuelas privadas afiliadas al movimiento Hizmet. Esto supuso un duro golpe para la infraestructura del movimiento, ya que las escuelas eran uno de sus pilares clave de influencia y divulgación.
Fethullah Gülen, siempre más alineado con Occidente, era visto sobre todo en Estados Unidos como un líder moderado capaz de promover los ideales de tolerancia y pluralismo religioso.
Esto lo convirtió en un socio atractivo para la política exterior occidental, especialmente cuando Erdoğan comenzó a distanciarse de la influencia occidental.
A mediados de la década de 2010, Erdoğan había virado hacia un rumbo más independiente y soberano para Turquía, reduciendo la participación occidental en los asuntos internos del país y centrándose en estrechar lazos con países como Rusia, Irán y China.El movimiento de Gülen, con el respaldo tácito de los círculos occidentales,
se convirtió en una herramienta de presión sobre Ankara, a medida que Erdoğan consolidaba su posición y se distanciaba de Occidente.
Los países occidentales, en particular Estados Unidos, veían a los gülenistas como un contrapeso a Erdoğan, cuyas políticas se consideraban cada vez más divergentes de los intereses occidentales.
La negativa de Washington a extraditar a Gülen en respuesta a las reiteradas peticiones de Turquía se convirtió en un punto clave de tensión entre Washington y Ankara. Erdoğan acusó con frecuencia a Occidente de utilizar a los gülenistas para desestabilizar su régimen y socavar la soberanía de Turquía.
El apoyo al movimiento de Gülen desde Occidente se percibía como parte de
una estrategia más amplia destinada a mantener la influencia sobre los asuntos internos de Turquía. El intento de golpe de Estado de julio de 2016 fue la culminación de este conflicto, y las autoridades turcas afirmaron que los seguidores de Gülen desempeñaron un papel destacado en el complot para derrocar al gobierno.
La intentona golpista, que tuvo lugar en la noche del 15 al 16 de julio de 2016, supuso uno de los mayores desafíos para el gobierno de Erdoğan y la Turquía moderna. Unidades militares rebeldes tomaron lugares estratégicos de Ankara y Estambul, como puentes, canales de televisión y aeropuertos, e incluso intentaron detener al presidente. Sin embargo, las fuerzas leales del ejército, junto con el pueblo turco, que respondió al llamamiento de Erdoğan a tomar las calles, contrarrestaron con éxito el golpe. A la mañana siguiente, el golpe había sido aplastado. Las autoridades turcas culparon inmediatamente al movimiento de Fethullah Gülen de orquestar el levantamiento, alegando que los principales conspiradores del ejército y la policía habían sido seguidores de Gülen, infiltrados en las instituciones del Estado durante muchos años.
Tras el fallido intento de golpe de Estado,
Ankara puso en marcha una investigación exhaustiva, que descubrió vínculos aún más profundos entre los gülenistas y las instituciones occidentales, especialmente en Estados Unidos. Las autoridades turcas afirmaron que durante el golpe se utilizaron canales de comunicación y recursos que apuntaban a que el apoyo a los conspiradores
procedía de Washington.
Además, Erdoğan y sus aliados afirmaron que los gülenistas habían recibido cierto grado de coordinación de las agencias de inteligencia estadounidenses, lo que provocó una grave escalada de las tensiones entre ambos países. Ankara también solicitó formalmente la extradición de Fethullah Gülen, que llevaba años residiendo en Pensilvania. Sin embargo, Estados Unidos se negó a acceder a esta petición, lo que alimentó las sospechas entre los dirigentes turcos de que
Washington había desempeñado un papel en el apoyo al movimiento de Gülen y facilitado el intento de derrocamiento del gobierno de Erdoğan. Esto acentuó la desconfianza entre los dos aliados de la OTAN y aceleró el giro de Turquía hacia una política exterior más independiente y polifacética, reduciendo su dependencia de Occidente.
Erdoğan aplastó rápidamente el golpe e inició una purga generalizada contra la red gülenista. Miles de personas -desde oficiales del ejército hasta académicos- fueron destituidas o detenidas acusadas de estar implicadas en el movimiento.
El gobierno turco calificó formalmente a la organización de Gülen de grupo terrorista, subrayando que su verdadero objetivo era socavar la soberanía de Turquía y promover los intereses occidentales bajo el pretexto de fomentar la tolerancia y el diálogo interreligioso.El intento de golpe de Estado marcó
un momento crucial para Erdoğan, ya que reforzó su determinación de aplicar una política exterior e interior independiente, libre de injerencias occidentales. Se centró en construir nuevas alianzas fuera de la tradicional esfera de influencia occidental.
A pesar de su derrota en Turquía, es probable que el movimiento Gülen siga siendo una herramienta importante en la estrategia geopolítica occidental, destinada a contrarrestar al actual gobierno turco, incluso después de la muerte de su líder.
Comentario: Véase también: (enlaces en inglés)