Traducido por el equipo de SOTT.net
British Colonials Starved to Death
Arriba a la izquierda: El « Carnicero de Bombay », el Barón Rober Clive de la Compañía Británica de las Indias Orientales, en un cuadro de Nathaniel Dance. La Gran Hambruna de 1887(sic)-78 fue representada así en el Illustrated London. Arriba a la derecha: Víctimas de la hambruna india « moderna » inducida por Winston Churchill, la Hambruna Bengalí de 1943. Abajo a la izquierda: Distribución de ayuda contra la hambruna en la zona de Madrás, del Illustrated London News, 26 de mayo de 1877. Abajo a la derecha: Noticia de 1877, con la leyenda « La hambruna de la India - nativos esperando socorro en Bangalore ».
La escasez crónica de alimentos y agua, la falta de saneamiento y asistencia médica, el descuido de los medios de comunicación, la pobreza de la oferta educativa, el espíritu de depresión que todo lo invade y que yo mismo he visto prevalecer en nuestras aldeas después de más de cien años de dominio británico, me hacen desesperar de su beneficencia. — Rabindranath Tagore
Si la historia de la dominación británica en la India tuviera que condensarse en un solo hecho, sería éste: no hubo ningún aumento de la renta per cápita de la India desde 1757 hasta 1947[1].

Churchill, al explicar por qué defendía el almacenamiento de alimentos en Gran Bretaña, mientras millones morían de hambre en Bengala, dijo a su secretario privado que «los hindúes eran una raza repugnante, protegida por su mera pullulation [Ing: "el rápido aumento del número de individuos en una población,"] de la perdición que les corresponde».[2]

27 de junio - Durante sus 190 años de saqueo y pillaje, el subcontinente indio en su conjunto sufrió al menos dos docenas de grandes hambrunas, que mataron colectivamente a millones de indios a lo largo y ancho de la tierra. No se sabe a ciencia cierta cuántos millones sucumbieron a las hambrunas. Sin embargo, las cifras oficiales de los gobernantes coloniales indican que podrían ser 60 millones de muertos. En realidad, podría ser mucho mayor.

Los analistas coloniales británicos citaron las sequías como la causa de la caída de la producción agrícola que condujo a estas hambrunas, pero eso es mentira. Los gobernantes británicos, que luchaban en guerras en Europa y otros lugares y colonizaban partes de África, exportaban cereales de la India para mantener sus conquistas coloniales, mientras las hambrunas hacían estragos. Los habitantes de las zonas afectadas por la hambruna, que parecían esqueletos cubiertos sólo por la piel, vagaban de un lado a otro, se acurrucaban en los rincones y morían por millones. No se puede exagerar la naturaleza satánica de estos gobernantes británicos.

Una política de despoblación sistemática

Aunque no se dispone de cifras de censo exactas, en el año 1750 la población de la India se aproximaba a los 155 millones de habitantes. Cuando terminó el dominio colonial británico en 1947, la población india indivisa se acercaba a los 390 millones. En otras palabras, durante esos 190 años de saqueo colonial y hambrunas organizadas, la población de la India aumentó en 240 millones. Desde 1947, durante el siguiente periodo de 68 años, la población del subcontinente indio, incluidas las de India, Pakistán y Bangladesh, ha crecido hasta cerca de 1.600 millones. Así, a pesar de la pobreza y la depravación económica en el Subcontinente Indio post-independencia, durante esos 68 años la población ha crecido en casi 1.200 millones.

Los registros muestran que durante el periodo posterior a la independencia, el Subcontinente ha sufrido condiciones de sequía en algunas partes de la tierra de vez en cuando, pero no hubo hambrunas, aunque miles de personas siguen muriendo anualmente en el Subcontinente debido a la falta de una cantidad adecuada de alimentos, a un sistema de distribución de alimentos deficiente y a la falta de una alimentación suficiente. También hay que tener en cuenta que antes de que los colonizadores británicos se plantaran firmemente en la India, se habían producido hambrunas, pero con mucha menos frecuencia, quizá una vez cada siglo.

De hecho, no había ninguna razón para que se produjeran estas hambrunas. Se produjeron sólo porque el Imperio las planeó, con la intención de fortalecer el Imperio mediante el saqueo despiadado y la adopción de una política no declarada para despoblar la India. Creían que esto reduciría el coste del Imperio para mantener a la India.

Tomemos, por ejemplo, el caso de Bengala, que se encuentra en la parte oriental del Subcontinente, donde la Compañía Británica de las Indias Orientales (HEIC, Honorable Compañía de las Indias Orientales, según la carta de Isabel I) había plantado sus botas por primera vez en 1757. Los rapaces saqueadores, bajo el mando de Robert Clive -degenerado y adicto al opio, que se voló los sesos en 1774 en la residencia londinense de Berkley Square que se había procurado con los beneficios de sus saqueos-, se hicieron con el control de lo que hoy es Bengala Occidental, Bangladesh, Bihar y Odisha (antes, Orissa), en 1765. En aquella época, los registros históricos indican que India representaba cerca del 25% del PIB mundial, sólo superada por China, mientras que Gran Bretaña contaba con un mísero 2%. Bengala era la más rica de las provincias indias.

Tras asegurarse el control de Bengala expulsando al Nawab en una artera batalla en Plassey (Palashi), Clive colocó a un títere en el trono, le pagó y negoció con él un acuerdo para que la HEIC se convirtiera en el único recaudador de impuestos, dejando la responsabilidad nominal del gobierno a su títere. Ese acuerdo duró un siglo, a medida que más y más estados indios eran llevados a la bancarrota para facilitar futuras hambrunas. El dinero de los impuestos iba a parar a las arcas británicas, mientras millones morían de hambre en Bengala y Bihar.

Clive, que fue nombrado miembro de la Royal Society en 1768 y cuya estatua se alza cerca del centro maligno del Imperio Británico, Whitehall, cerca de la Sala de Guerra del Gabinete, dijo lo siguiente en su defensa cuando el Parlamento británico, jugando «limpio», le acusó de saqueos y otros abusos en la India:
Consideren la situación en la que la Victoria de Plassey me había colocado. Un gran príncipe dependía de mi complacencia; una ciudad opulenta estaba a mi merced; sus banqueros más ricos pujaban entre sí por mis sonrisas; ¡yo caminaba a través de bóvedas que se me abrían solas, apiladas a ambos lados con oro y joyas! Por Dios, señor Presidente, en este momento me asombro de mi propia moderación.
Sin embargo, Clive no fue el único gobernante colonial británico asesino. El Imperio Británico había enviado un carnicero tras otro a la India, todos los cuales organizaron el saqueo y su consiguiente despoblación.

En 1770, cuando se produjo la primera gran hambruna en Bengala, la provincia había sido saqueada hasta la médula. Lo que siguió fue un auténtico horror. Así describía John Fiske la hambruna de Bengala en su obra American Philosopher in the Unseen World (Un filósofo americano en el mundo invisible):
Durante todo el sofocante verano de 1770 la gente siguió muriendo. Los labradores vendieron su ganado; vendieron sus aperos de labranza; devoraron su grano de siembra; vendieron a sus hijos e hijas, hasta que al final no se pudo encontrar comprador de niños; se comieron las hojas de los árboles y la hierba del campo. . . . Las calles estaban bloqueadas con montones promiscuos de moribundos y muertos. Los entierros no podían hacer su trabajo lo suficientemente rápido; incluso los perros y los chacales, los carroñeros públicos de Oriente, se volvieron incapaces de llevar a cabo su repugnante trabajo, y la multitud de cadáveres destrozados y putrefactos finalmente amenazaron la existencia de los ciudadanos.... [3]
¿Había alguna razón para que se produjera la hambruna? No, si los británicos no la hubieran querido. Bengala, entonces como ahora, recogía tres cosechas al año. Está situada en el delta de la llanura del Ganges, donde el agua es más que abundante. Incluso si se produce una sequía, ésta no destruye las tres cosechas. Es más, como ocurría en la época mogola y en épocas anteriores, el excedente de grano se almacenaba para ayudar a la población en caso de que hubiera una o dos malas cosechas.

Pero el saqueo de grano llevado a cabo por Clive, y su banda de bandidos y asesinos, drenó el grano de Bengala y provocó 10 millones de muertes en la gran hambruna, eliminando a un tercio de la población de Bengala.

Hay que tener en cuenta que la tan cacareada revolución industrial británica comenzó en 1770, el mismo año en que moría gente por toda Bengala. El Boston Tea Party que desencadenó la Revolución Americana había tenido lugar en 1773. El Boston Tea Party hizo que el Imperio se diera cuenta de que sus días en América estaban contados, y llevó a Gran Bretaña a concentrarse aún más en organizar el saqueo de la India.

Por Qué las Hambrunas Se Volvieron Tan Prevalentes Durante los Tiempos del Raj Británico

La razón principal por la que estas hambrunas devastadoras tuvieron lugar a intervalos regulares, y se permitió que continuaran durante años, fue la política del Imperio Británico de despoblar sus colonias. Si no se hubieran producido estas hambrunas, la población de la India habría alcanzado los mil millones de habitantes mucho antes de que llegara el siglo XX. Eso, el Imperio Británico lo veía como un desastre.

Para empezar, una mayor población india significaría un mayor consumo por parte de los lugareños y privaría al Raj británico de una mayor cantidad de botín. La forma lógica de abordar el problema era desarrollar la infraestructura agrícola de la India. Pero eso no sólo obligaría a Gran Bretaña a gastar más dinero para dirigir su colonial y bestial imperio; también desarrollaría una población sana que podría levantarse para deshacerse de la abominación llamada Raj británico. Estas hambrunas masivas también consiguieron debilitar la estructura social y la columna vertebral de los indios, haciendo menos probables las rebeliones contra las fuerzas coloniales. Para perpetuar las hambrunas y despoblar así a los indios «paganos» y «oscuros», los imperialistas británicos lanzaron una campaña sistemática de propaganda. Apoyaron al estafador párroco Thomas Malthus y promovieron su jerigonza no científica, «Ensayo sobre la población». Allí afirmaba:
Esta desigualdad natural de los dos poderes de población y de producción en la tierra, y esa gran ley de nuestra naturaleza que debe mantener constantemente iguales sus efectos, forman la gran dificultad que me parece insuperable en el camino hacia la perfectibilidad de la sociedad. Todos los demás argumentos son de escasa y subordinada consideración en comparación con éste. No veo ninguna manera por la cual el hombre pueda escapar del peso de esta ley que impregna toda la naturaleza animada.
Aunque Malthus se ordenó en la Iglesia Anglicana, el Imperio Británico lo convirtió en «economista» a sueldo de la Compañía Británica de las Indias Orientales, que, con la carta de la reina Isabel I en su haber, monopolizó el comercio en Asia y colonizó vastas extensiones del continente utilizando su milicia bien armada que luchaba bajo la bandera inglesa de San Jorge.

Malthus se formó en el Haileybury and Imperial Service College, que fue también el lugar de reclutamiento de algunos de los peores criminales coloniales. En este colegio se formaron los artífices de las políticas asesinas del Imperio Británico en la India. Entre los alumnos más destacados de Haileybury se encuentran Sir John Lawrence (virrey de la India entre 1864 y 1868) y Sir Richard Temple (vicegobernador de Bengala y, más tarde, gobernador de la presidencia de Bombay).

Mientras Parson Malthus exponía su siniestra «teoría científica» para justificar la despoblación como un proceso natural y necesario, el Imperio Británico reunía a un montón de otros «economistas» que escribían sobre la necesidad del libre comercio. El libre comercio desempeñó un papel fundamental a la hora de impulsar la despoblación genocida de la India por parte del Imperio, gracias a los esfuerzos del Raj británico. De hecho, el libre comercio es la otra cara de la moneda del control demográfico de Malthus.

Para cuando llegó la gran hambruna de 1876, Gran Bretaña ya había construido algunos ferrocarriles en la India. Los ferrocarriles, que se promocionaban como salvaguardias institucionales contra las hambrunas, fueron utilizados por los comerciantes para enviar las existencias de grano de los distritos periféricos afectados por la sequía a los depósitos centrales para su acaparamiento. Además, la oposición de los librecambistas al control de precios provocó un frenesí de especulación con el grano. Como resultado, se reunió capital para importar cereales de las zonas afectadas por la sequía y se agravó la calamidad. La subida del precio del grano fue espectacularmente rápida, y se sacó grano de donde más se necesitaba, para almacenarlo en depósitos hasta que los precios subieron aún más.

El Raj británico lo sabía o debería haberlo sabido. Aunque los gobernantes británicos no alentaron abiertamente este proceso, eran plenamente conscientes de él, y se sentían perfectamente cómodos promoviendo el libre comercio a costa de millones de vidas. Así es como Mike Davis describió lo sucedido:
El aumento [de los precios] era tan extraordinario, y la oferta disponible, en comparación con las necesidades conocidas, tan escasa que los comerciantes y los distribuidores, con la esperanza de enormes ganancias futuras, parecían decididos a mantener sus existencias durante algún tiempo indefinido y no desprenderse del artículo que se estaba convirtiendo en un valor tan insólito. Era evidente para el Gobierno que las facilidades para el transporte de grano por ferrocarril estaban elevando rápidamente los precios en todas partes, y que la actividad de la importación aparente y el tránsito ferroviario, no indicaban ninguna adición a las reservas de alimentos de la Presidencia ... el comercio al por menor en el interior del país estaba casi en un punto muerto. O se pedían precios que la multitud no podía pagar, o las tiendas permanecían completamente cerradas.
En aquella época, Lord Lytton, poeta favorito de la reina Victoria y conocido como «carnicero» por muchos indios, era el virrey. Se opuso sin reservas a todos los esfuerzos por almacenar grano para alimentar a la población azotada por la hambruna, porque eso interferiría con las fuerzas del mercado. En el otoño de 1876, mientras la cosecha del monzón se marchitaba en los campos del sur de la India, Lytton estaba absorto en la organización de la inmensa Asamblea Imperial en Delhi para proclamar a Victoria Emperatriz de la India.

¿Cómo justificó esto Lytton? Era un admirador y seguidor declarado de Adam Smith. El autor Mike Davis escribe que Smith
un siglo antes, en La Riqueza de las Naciones, había afirmado (en relación con la terrible sequía y hambruna de Bengala de 1770) que la hambruna nunca había surgido por otra causa que no fuera la violencia del gobierno al intentar, por medios inadecuados, remediar los inconvenientes de la escasez, Lytton estaba poniendo en práctica lo que Smith le había enseñado a él y a otros creyentes en el libre comercio. La orden de Smith contra los intentos del Estado de regular el precio del grano durante la hambruna de 1770 se había enseñado durante años en el famoso colegio de la Compañía de las Indias Orientales en Haileybury.[4]
Lytton emitió órdenes estrictas de que «no debe haber ningún tipo de interferencia por parte del Gobierno con el fin de reducir el precio de los alimentos», y «en sus cartas a la Oficina de la India y a los políticos de ambos partidos, denunció la "histeria humanitaria"». Por dictado oficial, la India, como antes Irlanda, se había convertido en un laboratorio Utilitario donde se jugaban millones de vidas, en virtud de la fe dogmática en unos mercados omnipotentes que superaban los «inconvenientes de la escasez»[5].

Las grandes hambrunas

Describir las dos docenas de hambrunas que mataron a más de 60 millones de indios requeriría mucho espacio, así que me limito aquí a las que mataron a más de un millón:

La Hambruna de Bengala de 1770: Esta catastrófica hambruna se produjo entre 1769 y 1773 y afectó a la llanura del bajo Ganges de la India. El territorio, entonces gobernado por la Compañía Británica de las Indias Orientales, incluía la actual Bengala Occidental, Bangladesh y partes de Assam, Orissa, Bihar y Jharkhand. Se calcula que la hambruna causó la muerte de unos 10 millones de personas, aproximadamente un tercio de la población de la época.

La Hambruna Chalisa de 1783-84: La hambruna Chalisa afectó a muchas partes del norte de la India, especialmente a los territorios de Delhi, el actual Uttar Pradesh, el Punjab oriental, Rajputana (ahora llamado, Rajastán) y Cachemira, entonces todos gobernados por diferentes gobernantes indios. La Chalisa fue precedida por una hambruna en el año anterior, 1782-83, en el sur de la India, incluyendo la ciudad de Madrás (ahora llamada Chennai) y sus alrededores (bajo el dominio de la Compañía Británica de las Indias Orientales), y en el extendido Reino de Mysore. En conjunto, estas dos hambrunas se cobraron al menos 11 millones de vidas, según los informes.

La Hambruna de Doji Bara (o Hambruna de la Calavera) de 1791- 92: Esta hambruna causó una mortalidad generalizada en Hyderabad, el sur del Reino Maratha, el Decán, Gujarat y Marwar (también llamada región de Jodhpur en Rajastán). El responsable de ésta fue la política británica de desviar alimentos a Europa, de poner el precio del grano restante fuera del alcance de los indios nativos y de adoptar una política agrícola que destruía la producción de alimentos. Los británicos tenían excedentes de grano, que no se distribuyeron entre la propia población que los había cultivado. Como consecuencia, entre 1789 y 1792 murieron unos 11 millones de personas de hambre y de las epidemias que la acompañaron.

La Hambruna del Alto Doab de 1860-61: La hambruna de 1860-61 se produjo en la zona de Ganga-Yamuna Doab (dos aguas, o dos ríos), controlada por los británicos, y afectó a gran parte de Rohilkhand y Ayodhya, y a las divisiones de Delhi y Hissar del entonces Punjab. Parte oriental del principado de Rajputana. Según los informes «oficiales» británicos, esta hambruna mató a unos dos millones de personas.

La Hambruna de Orissa de 1866: Aunque fue la que más afectó a Orissa, esta hambruna afectó a la costa este de la India, a lo largo del golfo de Bengala, extendiéndose hacia el sur hasta Madrás, abarcando una vasta zona. Según la versión «oficial» británica, murieron un millón de personas.

La Hambruna de Rajputana de 1869: La hambruna de Rajputana de 1869 afectó a un área de cerca de 300.000 millas cuadradas que pertenecía principalmente a los estados principescos y al territorio británico de Ajmer. Esta hambruna, según la afirmación «oficial» británica, mató a 1,5 millones de personas.

La Gran Hambruna de 1876-78: Esta hambruna mató a un número incalculable de indios en la parte sur y se prolongó durante unos cuatro años. Afectó a Madrás, Mysore, Hyderabad y Bombay (actualmente Mumbai). Posteriormente, la hambruna también afectó a la Provincia Central (hoy Madhya Pradesh) y a partes del Punjab indiviso. El número de muertos por esta hambruna se situó en torno a los 5,5 millones de personas. Otras cifras indican que el número de muertos podría ascender a 11 millones.

Hambruna india de 1896-97 y 1899-1900: Esta afectó a Madrás, Bombay, Decán, Bengala, Provincias Unidas (ahora llamadas, Uttar Pradesh), Provincias Centrales, Rajputana septentrional y oriental, partes de la India central e Hyderabad: se dice que seis millones de personas murieron en territorio británico durante estas dos hambrunas. Se desconoce el número de muertes ocurridas en los estados principescos.

La hambruna de Bengala de 1943-44: Esta hambruna orquestada por Churchill en Bengala en 1943-1944 mató a unos 3,5 a 5 millones de personas.

Campos de socorro o campos de concentración

Hubo varias flechas políticas que Adolf Hitler pudo haber tomado prestadas de la aljaba británica para matar a millones, pero una que tomó prestada con seguridad al establecer sus campos de exterminio, fue cómo los británicos dirigían los campos para proporcionar «socorro» a los millones de hambrientos. Cualquiera que entrara en estos campos de socorro, no salía vivo.

Tomemos las acciones del segundo del virrey Lytton, Richard Temple, otro producto de Haileybury imbuido de la doctrina de la despoblación como medio necesario para mantener el Imperio fuerte y vigoroso. Temple tenía órdenes de Lytton de asegurarse de que no hubiera gastos «innecesarios» en obras de socorro.

Según algunos analistas, los campos de Temple no eran muy diferentes de los campos de concentración nazis. La gente ya medio muerta de hambre tenía que caminar cientos de kilómetros para llegar a estos campos de socorro. Además, instituyó una ración de comida para los hambrientos que trabajaban en los campos, que era inferior a la que se daba a los internos de los campos de concentración nazis.

Los británicos se negaron a proporcionar un socorro adecuado a las víctimas de la hambruna alegando que ello fomentaría la indolencia. Sir Richard Temple, elegido para organizar las tareas de socorro en caso de hambruna en 1877, fijó la asignación de alimentos para los indios que sufrían hambre en 16 onzas de arroz al día, menos que la dieta de los internos del campo de concentración para judíos de Buchenwald, en la Alemania de Hitler. La reticencia británica a responder con urgencia y vigor a los déficits alimentarios provocó una sucesión de dos docenas de hambrunas atroces durante la ocupación británica de la India. Éstas aniquilaron a decenas de millones de personas. La frecuencia de las hambrunas mostró un aumento desconcertante en el siglo XIX[6].

Fue deliberado entonces, y es deliberado ahora.

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1. Davis, Mike. Late Victorian Holocausts: El Nino Famines and the Making of the Third World, London, Verso Books, 2001.

2. Madhusree Mukerjee, Churchill's Secret War: The British Empire and the Ravaging of India during World War II, New York: Basic Books.

3. Davis, op. cit.

4. Ibid.

5. Ibid

6. Bhatia, B.M., Famines in India, A Study in Some Aspects of the Economic History of India, 1860-1945, Asia Publishing House, Bombay, 1963.
Winston Churchill quote
« No admito, por ejemplo, que se haya hecho un gran daño a los pieles rojas de América, o a los negros de Australia... por el hecho de que una raza más fuerte... haya llegado y ocupado su lugar ». Winston Churchill ante la Comisión Real Palestina, 1937
Publicado originalmente el 3 de julio de 2015

Sobre el autor: Dr. Ramtanu Maitra

Especialista en asuntos del sur de Asia que trabaja desde Washington D.C. Ramtanu Maitra está especializado en estudios estratégicos y de desarrollo de infraestructuras centrados en el sur de Asia.

Fuente original del artículo: fbreporter.com [no funciona, pero se puede encontrar un reenvío con un comentario introductorio y una biografía más larga del autor aquí.]