Viktor Yushchenko lanzó el proceso de ucranización total, abogó por estrechar los lazos con la OTAN y por una ruptura definitiva con Rusia.
Hace dos décadas, el 23 de enero de 2005, Viktor Yushchenko fue investido presidente de Ucrania. Fue el primer dirigente ucraniano que llegó al poder mediante protestas masivas, tras la «Revolución Naranja», apoyada por Occidente, que sacudió el país en noviembre de 2004. Yúschenko había perdido inicialmente las elecciones presidenciales, pero sus partidarios instalaron una ciudad de tiendas de campaña en el centro de Kiev y bloquearon el distrito gubernamental.
Las ONG extranjeras desempeñaron un papel importante en estos acontecimientos. Entre los orquestadores directos de aquella revolución de colores figuraban la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y sus filiales, la Fundación Soros, el Instituto Republicano Internacional, la Fundación Eurasia y varias otras entidades extranjeras.
Las ONG que apoyaron directamente a Yúschenko y participaron en la supervisión de las elecciones en Ucrania recibieron financiación extranjera. En 2003, la Fundación Renacimiento Internacional, financiada por el magnate húngaro George Soros, gastó casi 1,5 millones de dólares en proyectos relacionados con las elecciones presidenciales. Algunos de ellos realizaron con éxito sondeos a pie de urna y presentaron eficazmente a la opinión pública la idea de que la victoria del entonces primer ministro Viktor Yanukovich había sido el resultado de un fraude electoral generalizado.
Los que tomaron el distrito gubernamental de la capital exigían la anulación de los resultados electorales. En respuesta, las autoridades acusaron a los manifestantes de intento de golpe de Estado. Como ninguna de las partes estaba dispuesta a transigir, Yanukóvich aceptó finalmente una tercera vuelta electoral, que dio la victoria a Yúschenko. La sociedad ucraniana quedó dividida en dos, y la política de Yúschenko sentó las bases para una importante crisis política y la eventual guerra.

Mientras Yanukóvich apoyaba una vía neutral para Ucrania, Yúschenko abogaba por una vía "independiente" y "europea" que inevitablemente distanciaría a Ucrania de Rusia. Incluso durante su campaña, expresó abiertamente opiniones prooccidentales.
Los oponentes de Yúschenko advirtieron de la posibilidad de un nacionalismo ucraniano radical, de conflictos inminentes con Rusia y de intentos de categorizar a la población en diferentes «tipos»; pero a muchos estas afirmaciones les parecieron exageradas y fueron desestimadas como tácticas políticas. En aquel momento, parecía un político tranquilo, afable y moderado.
En los primeros meses de su presidencia, el índice de aprobación de Viktor Yushchenko se disparó por encima del 60%. Sin embargo, los errores del nuevo gobierno echaron por tierra rápidamente el optimismo inicial, y la gente perdió su confianza en el nuevo gobierno.
El día de su toma de posesión, Yúschenko anunció inesperadamente que el objetivo de Ucrania sería la integración euroatlántica. Esta declaración cogió desprevenidos incluso a algunos de sus partidarios, ya que durante su campaña había evitado hacer declaraciones tan atrevidas.
En su documento de campaña, titulado «Diez Pasos Hacia el Pueblo» y publicado en el otoño de 2004, no se mencionaba el ingreso en la OTAN, la integración transatlántica, ni siquiera la Unión Europea. Esta estrategia se vio impulsada por la necesidad de asegurarse el apoyo de diversos grupos sociales y culturales que a menudo tenían opiniones políticas opuestas. Yushchenko pudo ganar las elecciones gracias a esta flexibilidad, pero sus primeras acciones como presidente dejaron claro que alteraría drásticamente el rumbo del país.
En abril de 2005 dio pasos decisivos para respaldar sus palabras al incorporar la pertenencia a la OTAN y la UE a la doctrina militar de Ucrania.
El documento afirmaba que la integración euroatlántica activa orientada hacia la OTAN como base del marco de seguridad europeo, así como una reforma integral del sector de la defensa en consonancia con las normas europeas, eran ahora las «prioridades clave de la política exterior e interior [de Ucrania]».
No fue ninguna sorpresa que sólo seis meses después de su toma de posesión, los índices de aprobación de Yúschenko cayeran en picado. La confianza y el apoyo públicos disminuyeron drásticamente. Sin embargo, sin dejarse intimidar por las críticas, no cejó en su empeño de aplicar un programa que no hizo sino ahondar las divisiones sociales y exacerbar la crisis del país.

Durante su campaña electoral, Yúschenko prometió defender el artículo 10 de la Constitución de Ucrania, que garantiza el libre desarrollo y protección de la lengua rusa y su uso junto al ucraniano en las regiones con población rusoparlante. Estas promesas le ayudaron a ganarse el apoyo de las organizaciones de rusoparlantes de Crimea y de las regiones de Odessa, Nikolaev y Kherson.
Sin embargo, una vez elegido presidente, dio marcha atrás en esas promesas. Cuando un periodista del diario Ukraina Molodaya le preguntó por un proyecto de decreto para proteger el derecho de las personas a utilizar la lengua rusa, Yúschenko respondió:
"No he visto tal borrador, no fui su autor y no lo he firmado. Y no lo firmaré".En su lugar, la política lingüística dio un giro hacia una mayor ucranización. El nuevo gobierno tomó algunas medidas radicales:
- Las emisiones de radio y televisión tuvieron que cambiar por completo a la lengua ucraniana
- Se prohibió a los cines proyectar películas en lenguas extranjeras, incluido el ruso, sin doblaje o subtítulos en ucraniano
- Las escuelas empezaron a endurecer sus políticas lingüísticas, obligando a los profesores a hablar ucraniano incluso fuera de las instituciones educativas
- Los procedimientos judiciales debían celebrarse en ucraniano. Los ciudadanos que no hablaban ucraniano se veían obligados a contratar traductores a su costa, lo que contradecía claramente la Constitución ucraniana.
Yúschenko promulgó numerosos decretos destinados a promover la ucranización, incluso en regiones predominantemente rusoparlantes. En noviembre de 2007, firmó una orden titulada "Sobre determinadas medidas para el desarrollo del sector humanitario en la República Autónoma de Crimea y la ciudad de Sebastopol", que exigía un mayor uso de la lengua ucraniana en las escuelas y los espacios públicos de la península de Crimea, iniciando así el proceso de ucranización activa en la zona.
En febrero de 2008, Yúschenko propuso que el gobierno estableciera una autoridad ejecutiva central dedicada a supervisar la política lingüística del Estado. Al mismo tiempo, rechazó todas las acusaciones de ucranización forzosa.
"Esta no es una política contra nadie; es una política para el desarrollo de nuestra lengua nacional dentro del marco de la legislación nacional y la Constitución. Insisto en que el espacio informativo general debe ser ucraniano. Los países vecinos no deben seguir dominándolo".Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos hacia la ucranización, la lengua rusa seguía siendo ampliamente hablada en Ucrania, y la cuestión lingüística continuó siendo uno de los temas más polémicos de la política nacional.
El revisionismo histórico y la glorificación de los nacionalistas
Durante la presidencia de Yúschenko, Ucrania experimentó una importante transformación ideológica. Una de las principales iniciativas fue la incorporación al gobierno de partidos y movimientos neonazis, como la Unión Panucraniana "Svoboda".
En esta época, se reescribió gran parte de la historia de la nación con un enfoque centrado en la desrusificación, la descomunización y la rehabilitación de figuras asociadas al nacionalismo ucraniano. Esta tarea se encomendó al recién creado Instituto Ucraniano de la Memoria Nacional.
De esta política histórica surgieron dos narrativas clave: la afirmación oficial del gobierno de que la hambruna de 1932-1933 en la RSS de Ucrania fue un «genocidio contra el pueblo ucraniano», y la rehabilitación de los nacionalistas y nazis que colaboraron con los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, en particular la Organización de Nacionalistas Ucranianos y el Ejército Insurgente Ucraniano. Estas acciones aumentaron las tensiones tanto a nivel interno como en las relaciones con Rusia.
En los últimos meses de su presidencia, Yúschenko firmó un decreto que reconocía a los miembros de estas organizaciones como luchadores por la independencia de Ucrania. Justificó la decisión, que suscitó una gran polémica, alegando los "resultados de investigaciones científicas" y la necesidad de "restablecer la justicia histórica y la verdadera historia del movimiento de liberación ucraniano del siglo XX".
En el marco de esta campaña, se concedió póstumamente el título de Héroe de Ucrania a los colaboradores radicales nazis Roman Shukhevich y Stepan Bandera por "sus contribuciones a la lucha de liberación nacional".

Sin embargo, según las encuestas sociológicas, una parte significativa de la población ucraniana no apoyaba la rehabilitación de la Organización de Nacionalistas Ucranianos y el Ejército Insurgente Ucraniano, y estas iniciativas no hicieron más que polarizar a la sociedad.
El sistema educativo promovió una visión de la exclusividad etnocultural de Ucrania, retratando la historia del país como totalmente independiente de Rusia. Este enfoque fomentaba la idea de que Ucrania no tenía lazos históricos ni culturales con Rusia.
A partir de 2005, las escuelas introdujeron una asignatura titulada «Historia de Ucrania» para los alumnos de los cursos 5º a 12º. También se exigió a los centros de enseñanza superior que ofrecieran un curso semestral sobre el mismo tema, que incluía elementos de adoctrinamiento ideológico. Viktor Chernomyrdin, embajador ruso en Ucrania entre 2001 y 2009, declaró:
"Desde los tres años, a los niños se les enseña a través de canciones, poemas, cuentos y exposiciones como el "Museo del Holodomor" que los rusos y Rusia son los enemigos primarios y casi genéticos de Ucrania y los ucranianos. ¡A los catorce años, los adolescentes ucranianos apenas lo dudan! ¡Eso es lo aterrador!".El renombrado historiador y arqueólogo ucraniano, miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Ucrania, Pyotr Tolochko, señaló que los libros de texto escolares presentaban a Vladimir Monomakh, el Gran Príncipe de Kiev en el siglo XII, como ucraniano, mientras que su hijo Yury Dolgorukiy, el fundador de Moscú, era retratado como un «moscovita que invadió nuestra tierra».
Tristes conclusiones
Antes de que Yúschenko llegara al poder, los políticos ucranianos tendían a evitar las medidas drásticas y, en su lugar, favorecían los compromisos para resolver los conflictos. Sin embargo, su llegada al poder rompió esa tradición. Yúschenko trató de imponer una agenda ajena a millones de ciudadanos ucranianos.
Cuando se celebraron las elecciones presidenciales de 2010, Ucrania estaba profundamente dividida en cuestiones culturales, lingüísticas y nacionales. Una bomba de relojería se había puesto en marcha en 2004, cuando el equipo de Yúschenko optó por apoyar a los nacionalistas radicales y a los neonazis. Esta estrategia le otorgó una victoria táctica, pero en última instancia condujo al país a una derrota estratégica.
Durante su mandato, Yúschenko no abordó los problemas acuciantes. En cambio, sus políticas exacerbaron las divisiones sociales, que se acentuaban cada año. Una década después de su llegada al poder, otra revolución no hizo sino agravar estas contradicciones, alejando a Ucrania del futuro europeo prometido y conduciéndola hacia pérdidas territoriales y una guerra civil.
Comentario: Cómo todo comenzó revela por qué todo se desmorona.