Traducido por el equipo de SOTT.net
Stree kids group
© UnknownGrupo de niños de la calle
Boris Cederholm fue un diplomático finlandés que viajó con frecuencia a la Rusia soviética. Posteriormente, Cederholm fue detenido e interrogado por la CHEKA y recluido en el sistema del gulag. Escribió sobre estas experiencias en un libro de 1929. Aquí, Cederholm reflexiona sobre los huérfanos, niños de la calle y jóvenes delincuentes que observó en las ciudades soviéticas en 1923-25:

«Petrogrado, y más aún Moscú, asombran al extranjero recién llegado por sus enjambres de gamberros y niños desatendidos. En muchos lugares públicos de la Rusia soviética se cuelgan pancartas con las palabras: «Los niños son las flores de nuestra vida». De vez en cuando se publica un artículo sentimental y conmovedor en los periódicos soviéticos, invitando a la gente a suscribirse [donar] a colonias y refugios infantiles. Todo esto son patrañas, bonita fantasía, teoría. ¡Como si se pudiera esperar que la gente se suscribiera cuando toda la población ha sido empobrecida! Hay muchos niños a los que no se cuida porque no tienen padres.

Las colonias para delincuentes juveniles y las prisiones ordinarias están llenas hasta los topes de jóvenes criminales. Yo mismo vi en Moscú y Petrogrado decenas de muchachitas prostituyéndose a plena luz del día y continuamente veía a muchachitos de 12 ó 13 años tomando cocaína.

Una noche volvía tarde de Tsárskóe Selo en el tren suburbano. El compartimento estaba abarrotado de chicos harapientos de 12 años o menos, que conversaban sobre temas sexuales con franco cinismo. El guarda me hizo una señal para que abandonara el compartimento y me sugirió que me trasladara a otro vagón. «Allí está más sucio, pero es más seguro», me dijo. «Esos chicos son una pandilla de rufianes; no se detendrían ante un asesinato. Todos toman cocaína»...

En los callejones de Petrogrado y Moscú, los niños delincuentes de las bandas regulares se abalanzan sobre cualquier mujer decentemente vestida y la extorsionan amenazándola con echarle ácido en la cara o morderla para infectarla con enfermedades venéreas. Una señora conocida mía fue asaltada una noche a las once cerca del mercado Alexandrovsky por una multitud de niñas y niños, que la amenazaron con soltar los gérmenes del tifus, especialmente conservados en una cajita, sobre su abrigo de piel. Pidió rescate por cinco rublos y pensó que había salido muy bien parada.

Según las estadísticas oficiales del año 1925, había casi un millón de niños huérfanos en la Rusia soviética, mantenidos en 2.500 refugios y hogares diferentes. Pero estas estadísticas no nos dicen nada de los niños que... son abandonados a su suerte y vuelven con sus padres sólo para dormir, y eso no siempre.

Debido a las peculiaridades del sistema de vida soviético, a la mayoría de los padres les resulta imposible cuidar de sus hijos. Tanto el marido como la mujer están de servicio, o trabajando, de la mañana a la noche. Al volver del trabajo, tienen que ir a buscar leña, hacer su turno en la cocina y preparar la cena. Luego tienen que ir deprisa a alguna reunión electoral, a una conferencia o a la escuela del partido. Todo lo relacionado con la propaganda comunista es obligatorio...

Estas personas se ganan la vida como pueden mediante trabajos ocasionales, que implican una prolongada ausencia del hogar. Cuando a todo esto se añade el hecho de que varias familias viven en un piso -familias de posición social y nivel educativo totalmente diferentes- se comprenderá que hay un amenazador aumento del número de niños desatendidos, niños delincuentes, con sus mentes inmaduras infectadas por la atmósfera cargada de pecado de una gran ciudad, desmoralizada por años de revolución, anarquía y terror.»