Si tan sólo las operaciones deshonestas de la CIA hubieran pasado a la historia como resultado de los crímenes expuestos por el Comité Church, o al menos hubieran puesto a la CIA bajo el imperio de la ley y la responsabilidad pública. Pero no fue así.
La CIA tiene tres problemas básicos: sus objetivos, sus métodos y su falta de responsabilidad pública. Sus objetivos operativos son cualesquiera que la CIA o el presidente de Estados Unidos definan como de interés para Estados Unidos en un momento dado, independientemente del derecho internacional o de la legislación estadounidense. Sus métodos son secretos y engañosos. Su ausencia de rendición de cuentas significa que la CIA y el presidente dirigen la política exterior sin ningún escrutinio público. El Congreso es un felpudo, una comparsa.
Como un reciente director de la CIA, Mike Pompeo, dijo de su tiempo en la CIA:
"Yo era el director de la CIA. Mentimos, engañamos, robamos. Teníamos cursos enteros de formación. Te recuerda la gloria del experimento estadounidense."La CIA se creó en 1947 como sucesora de la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS). La OSS había desempeñado dos funciones distintas en la Segunda Guerra Mundial: inteligencia y subversión. La CIA asumió ambas funciones. Por un lado, la CIA debía proporcionar inteligencia al Gobierno estadounidense. Por otro, la CIA debía subvertir al "enemigo", es decir, a quienquiera que el presidente o la CIA definieran como enemigo, utilizando una amplia gama de medidas: asesinatos, golpes de Estado, disturbios escenificados, armamento de insurgentes y otros medios.
Es este último papel el que ha resultado devastador para la estabilidad mundial y el Estado de derecho estadounidense. Es un papel que la CIA sigue desempeñando en la actualidad. En efecto, la CIA es un ejército secreto de Estados Unidos, capaz de sembrar el caos en todo el mundo sin rendir cuentas.
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Lectura adicional (en inglés):