La Ciencia del Espíritu
El altruismo
Es la preocupación por el bienestar de los demás presente en muchas culturas y también en animales que son capaces de sacrificarse por el bien de su manada. El puro altruismo implica sacrificar algo como tiempo, energía sin expectativa de ningún tipo de compensación o beneficio sea directo o indirecto.
El comportamiento altruista en el reino animal aumenta las probabilidades de supervivencia de otros a costa incluso a costa la reducción de la propia supervivencia. Aún así esta teoría no puede explicar porqué se dan comportamientos altruistas entre animales que no están emparentados.
El estudio
¿Por qué algunas personas son muy egoístas y otras todo lo contrario? Estudios previos mostraron que datos como la clase social, el género, el nivel de educación o los ingresos difícilmente explican esta diferencia en cuanto al comportamiento altruista.
Recientes estudios de neurociencia han demostrado que las diferencias en la estructura cerebral podrían estar relacionadas con diferencias también en los rasgos de personalidad y habilidades. Un equipo de la Universidad de Zurich dirigido por Ernsr Fehr, muestra que existe una conexión entre la anatomía del cerebro y el comportamiento altruista.
En esta Academia, personas jóvenes con facilidad para las lenguas pasan de no tener conocimiento alguno sobre idiomas como el árabe, el ruso o el dari, a hablarlos con fluidez en solo 13 meses. Para conseguirlo, emplean todo el tiempo del día y de la semana en el estudio de dichos idiomas.
Por esta razón, este entorno fue el escogido por investigadores de la Universidad de Lund, en Uppsala, para analizar los efectos sobre el cerebro humano del aprendizaje de un idioma en un corto periodo de tiempo.
El hombre no es la única especie animal con conciencia de sí: además de los grandes primates, hay otros animales que han desarrollado esta característica cerebral.
La conciencia es una de las capacidades que el ser humano más valora de sí mismo o, dicho de otra forma, una de las capacidades en torno a la cual se ha construido históricamente un discurso positivo, de alta estima, teniéndoles como uno de los rasgos principales que nos separan tanto de la naturaleza y el mundo animal, como de la parte instintiva que vive en nosotros mismos.
El conocido neurocirujano estadounidense Eben Alexander relató a un semanario su viaje "fuera del cuerpo" cuando estuvo en estado de coma. Según dijo fue una odisea de siete días en lugares celestiales.
Alexander, académico y especialista de neurología de la Universidad de Harvard, de 58 años de edad, le contó a la revista Newsweek que se consideraba a sí mismo como cristiano, pero siempre estuvo muy lejos de la iglesia y nunca creyó en la vida celestial. "Como un neurocirujano, yo no creía en el fenómeno de las experiencias cercanas a la muerte", explicó.
La enorme brecha entre la macroeconomía y la economía real, o entre la economía de las corporaciones y la economía de los individuos hace que la bonanza de unos pocos no sólo hipoteque la riqueza (y la salud) de la mayoría sino que arriesga la continuidad misma del escenario sobre el que discurre esta empresa. La palabra economía nos remite etimológicamente a la (buena) administración de la casa, es decir de la Tierra. La economía está intrínsecamente ligada en un origen a la ecología; sin embargo, hoy no podría estar, en la práctica, más divorciada.
Repetidos experimentos, avalados por numerosos científicos, han comprobado la existencia de fenómenos de percepción extrasensorial; sin embargo, el mainstream de la ciencia sigue rechazando a la telepatía, acaso víctima de un nuevo dogma, avatar de una estrecha visión religiosa.
La ciencia lleva la voz dominante de lo que es real en nuestra cultura. Su método de obtención de conocimientos, aparentemente objetivo y riguroso, se ha erigido como el más efectivo dentro de nuestro paradigma sociocultural. Sin embargo, como antes la religión, que tanto criticó, la ciencia ha construido una autoridad oficial que en ocasiones legisla a través del dogma.
- Investigadores localizan el área que lo controla y eliminan el sesgo con estimulación magnética.
- La investigación explica por qué tendemos a pensar que lo malo solo puede sucederle a los demás.
El ser humano es optimista hasta un punto casi enfermizo. Creemos que las cosas malas, como enfermedades o accidentes, solo pueden sucederle a los demás y tendemos a infravalorar los riesgos. Los científicos conocen este fenómeno como "sesgo optimista" o "sesgo de las buenas y malas noticias" y es el que explica por qué casi todo el mundo se considera más atractivo e inteligente que la media (lo que no tiene sentido estadístico) y por qué algunas personas siguen fumando, se meten en una hipoteca o no se ponen el cinturón de seguridad.
Dado la situación actual, en la que es posible ver el funcionamiento del sistema patocrático mundial en toda su expresión - y cada día que pasa de forma más transparente-, muchas personas, las cuales se han percatado de la carencia de valores de la civilización presente, de la represión, el engaño y la manipulación, y por otro lado de la mentira y el control que mueve a las religiones mayoritarias - aunque si damos un repaso a la Historia, nos encontramos en que el fondo de la cuestión no ha cambiado-, comenzaron a buscar lo que se suele llamar una "senda espiritual", para "encontrarse con ellos mismos", ser felices, ser conscientes, despertar, ayudar para cambiar a la humanidad, o sencillamente, y en muchos casos, experiencias superlativas.
En la actualidad, podemos encontrar una variopinta gama de productos tecno-espirituales surgidos de ideas sincréticas provenientes de conceptos psicológicos populares y conocimientos de culturas antiguas de dudosa utilidad y veracidad, todo ello auspiciado en su origen por COINTELPRO. Términos y conceptos con un significado profundo y determinante para comprender la Realidad fueron malinterpretados, tergiversados y desvirtuados. Palabras como "despertar", "amor" o "ascensión" son algunos ejemplos.
En un mundo capitalista - y patocrático-, todo está en venta. Incluso la salvación del alma. Por un puñado de monedas, el consumidor de los productos considerados espirituales puede acceder supuestamente a los secretos de la vida y el Universo; con tan sólo la asunción de algunos conceptos positivistas y la práctica de ciertos ejercicios "espirituales" que hacen sentir mil y una sensaciones, el adepto se convertirá en un ser iluminado, despierto y consciente. Esta es la realidad que se vende en el mercado tecno-espiritual. ¿Pero cuál es la verdad de este asunto? ¿Los resultados obtenidos por el consumo de esta clase de productos transforman a la persona verdaderamente? ¿La hacen consciente de sí misma y de la Realidad Objetiva? ¿Los objetivos a conseguir propuestos por dicha subcultura guardan realmente alguna relación con la Verdad y la Conciencia?
Existe una Interpretación de los sueños que no es la de Freud, aunque por mucho tiempo fue tanto o más célebre que esta. Se trata de la Oneirokritiká de Artemidoro, un hombre que vivió en el siglo II de nuestra era y que pasó a la historia como "adivinador" o "interpretador" de sueños (títulos que parecen poco justos o precisos para la labor del hombre).
La Oneirokritiká, cuya traducción más común refleja palabra por palabra el título de la mayor de las obras freudianas, es, en términos generales, una vasta enciclopedia onírica, un manual de uso o diccionario de sueños que Artemidoro fue compilando conforme escuchaba los de cientos de personas y, a su manera y con los recursos de su tiempo y su entendimiento, intentaba encontrarles sentido.
Aunque instalados plenamente en el siglo XXI, nuestra mente colectiva arrastra preguntas que parecen no tener solución definitiva: ¿la realidad es real? ¿la libertad existe? ¿de verdad es posible percibir algo objetivamente?
La mente humana, imperfecta como es, ha sido capaz sin embargo de generar callejones sin salida del pensamiento, proposiciones de índole metafísica que parecen encontrarse en las fronteras de nuestras capacidades intelectuales (a pesar de que, paradójicamente, por estas mismas llegamos a ellas).
A continuación 8 de estos supuestos muros que, quizá, en el fondo no sean más que trampas de nuestra abstracción, de la forma en que histórica pero acaso inevitablemente construimos nuestras maneras de pensar.