Varios años atrás, el público era totalmente inconsciente de los OGM y los alimentos GE (organismos modificados genéticamente o de ingeniería genética), pero hoy en día el tema es cada vez más conocido, gracias a la creciente educación y la cobertura mediática alternativa. El público en general está cada vez mejor informado sobre los daños potenciales y los problemas de salud asociados con la biotecnología y los alimentos modificados genéticamente,
pero el humo y los espejos que las mega corporaciones usan para confundir la comprensión más profunda de los peligros inherentes a tal "ciencia loca" se incrementan exponencialmente a la creciente conciencia.
Ok, entonces mucha gente sabe que están comiendo los OGM y lo que son, pero la verdadera pregunta es: ¿son realmente los OGM seguros, como lo reivindican los defensores y partidarios de la biotecnología, o no lo son? ¿Deberíamos estar preocupados por los efectos ambientales y de salud a largo plazo de los alimentos genéticamente modificados? En el siguiente artículo espero presentar pruebas claras y los datos para afirmar muy definitivamente que: ¡SÍ! ¡Debemos estar muy preocupados!
Como agricultora orgánica, consultora e investigadora de agricultura, me interesé por la cuestión de los OGM hace más de siete años, en particular en sus efectos sobre el suelo y la contaminación o la mutación de varias especies de plantas. "Conectando los puntos", por así decirlo, me di cuenta de la gravedad de esta cuestión, no sólo en términos de los efectos ambientales de los OGM, sino también de las consecuencias del consumo de alimentos transgénicos para la salud humana.
Una imagen muy inquietante comenzó a surgir.
Comentario: La revista Time jugó un rol principal al promover el mito del colesterol, responsable del fracaso en salud mundial que ha matado un sinnúmero de personas alrededor del mundo durante las últimas décadas. Al promover estudios y políticas de salud de poca solidez científica, ha sido responsable de la epidemia de enfermedades cardiovasculares que vemos hoy en día. La población mundial comenzó a sustituir grasas saturadas de origen animal con propiedades anti-inflamatorias por hidratos de carbono, grasas trans, margarina y aceites vegetales que tienen un efecto inflamatorio en el cuerpo y cerebro. La ciencia detrás de este concepto tan sencillo y simple es irrefutable.
Para más información, vea:
The Big Fat Surprise de Nina Teicholz.
Vea también:
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