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Dos años después de que se produjera el mayor desastre natural en la historia reciente de Estados Unidos, cuando estalló la plataforma de extracción de petróleo que la compañía británica BP tenía instalada en el golfo de México, originándose el derrame de casi cinco millones de litros de crudo a lo largo de tres meses, apenas conocemos el impacto de esta tragedia.

«Mientras la Casa Blanca está intentando mantener el enfásis sobre las historias que aluden al rescate de los animales y su posterior devolución a la libertad, lo cierto es que la mayoría de ellos fue relegado a bolsas de basura, como las tortugas bastardas o golfinas (Lepidochelys kempii)», denuncia el biólogo marino John Hocevar, vinculado a la organización ecologista.

En el golfo de México se localizan cinco especies diferentes de tortugas, cuatro de ellas se encuentran en peligro de extinción, y todas están amenazadas.
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El reporte señala que la tasa de tortugas marinas muertas, lastimadas o enfermas que se descubrió en los meses posteriores al colosal derrame del 20 de abril fue entre cuatro y cinco veces superior al promedio.

Aunque en la actualidad en muchas zonas del golfo de México ya no se ve rastro del horrible desastre, los científicos indicaron que las consecuencias del accidente no se han terminado todavía.

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