La Iglesia católica fue cómplice de crímenes de lesa humanidad durante la dictadura militar en Argentina entre 1976 y 1983, según sentenció un tribunal.

"Habla de la complicidad de la Iglesia con la última dictadura militar y eso deja asentado lo que desde hace muchísimos años los organismos de derechos humanos venimos planteando: que la Iglesia sabía, que la Iglesia callaba, que la Iglesia era cómplice", dijo la abogada de hijos de desaparecidos, Valeria Canal.

Es la primera vez que la Justicia Argentina da cuenta de esa estrecha relación entre la curia local y los militares. Es por eso que los fundamentos de la sentencia contra tres represores por el crimen de los curas tercermundistas -Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville-, en la provincia de la Rioja todavía causan conmoción.

Las propias víctimas, sin embargo, son la mejor muestra de que solo se trató de los cargos jerárquicos y no de todos aquellos que profesaban la fe católica. "Muchísimos sacerdotes, no todos del movimiento tercermundista, que acompañaron a las madres, a la lucha de los organismos de derechos humanos, por eso me parece que generalizar no está bueno, sí hay que hablar de la cúpula de la Iglesia, que era amiga de los dictadores", opina Canal.

Los sacerdotes asesinados en 1976 por soldados formaban parte de la diócesis que encabezaba el obispo Enrique Angeleli. Apenas dos semanas después, él también fue asesinado. El prelado había denunciado estos hechos en reiteradas oportunidades a los altos cargos de la Iglesia, pero no fue escuchado. Los jueces remarcan hoy lo que definen como "indiferencia, cuando no complicidad" ante las violaciones de los derechos humanos.

Para quienes profesan la fe con las mismas ideas de las víctimas, aseguran que la ignorancia y el miedo al comunismo fueron parte de la actitud de la curia que avaló estos actos.

"La tortura es un mal menor, la desaparición de personas es un mal menor, etc. Yo creo que este grupo fue un grupo muy fuerte dentro del episcopado, cosa que por otro lado me hace pensar que los obispos no tenían demasiado contacto con la realidad porque la posibilidad de que Argentina cayera en el comunismo era menor que la posibilidad que tengo yo de comprarme un helicóptero", dijo a RT Eduardo de la Serna, coordinador del Grupo de Curas en Opción por los Pobres.

La justicia destaca que aún hoy la Conferencia Episcopal Argentina tiene una actitud reticente a colaborar con las investigaciones. En cambio, los que ya no esperan la autocrítica, la voz de los tribunales es una esperanza.

"Por lo menos ya que los obispos no tienen tampoco ellos la valentía de decir 'señores, acá hicimos esto, omitimos esto', que lo haga la justicia, que lo haga la justicia que no es eclesiástica lo cual a lo mejor ayuda a que la Iglesia se ponga los pantalones largos, cosa que no va a hacer porque la sotana se los tapa", expresa De la Serna.

En su más reciente aparición Benedicto XVI planteó la necesidad de una verdadera renovación de la Iglesia. Incluso contó anécdotas de su participación en el famoso Concilio Vaticano II de los años 60, que planteaba una apertura del diálogo entre la institución y el mundo. Ese Concilio fue la fuente de inspiración de los curas y monjas tercermundistas que fueron asesinados en la Argentina. La cúpula de la Iglesia, según marca el fallo de la justicia, los consideró sus propios enemigos y les dio la espalda. Habrá que ver si tras esta renuncia inédita, el próximo papa logra encauzar un rumbo de unificación y reformas definitivas para que la lucha de estos desaparecidos no haya sido en vano.