El genoma de un joven de hace 24.000 años es el más lejano que se ha secuenciado de la especie humana actual
La procedencia de las poblaciones primitivas en el continente americano está en debate desde hace mucho. Ahora, los genomas secuenciados de dos individuos del sur de Siberia central, de hace 24 000 años uno y 17 000 el otro, indican una relación próxima con las poblaciones de Eurasia occidental y con nativos del nuevo mundo, pero no con los asiáticos orientales.
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© Niobe ThompsonZona del lago Baikal, en Siberia, donde se encontraron los restos de un joven de hace 24 000 años cuyo genoma se ha secuenciado.
La conclusión de Eske Willerslev y sus colegas es que entre un 14 % y un 38 % de los ancestros de los nativos americanos pudieron tener su origen en esta población siberiana antigua, mientras que el resto sí que procederían de las poblaciones de Asia oriental, como se venía suponiendo. Esta aportación genética procedente de Siberia podría explicar, por ejemplo, por qué varios cráneos de los primeros americanos muestran rasgos que no concuerdan con los de los asiáticos orientales, señala la revista Nature, donde se da a conocer la investigación. Esta migración se habría producido a través de lo que ahora es el estrecho de Bering que separa Rusia de Alaska.

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© Thomas W Stafford JR.Sección de un húmero del humano de Siberia de hace 24.000 años denominado MA-1.
El siberiano de hace 24 000 años cuyo genoma (se trata de un borrador de genoma) se ha secuenciado ahora procede de las excavaciones de Malta, realizadas entre 1928 y 1958 en las orillas del río Belaya, cerca del lago Baikal, explica el equipo de Willerslev (Universidad de Copenhague). En aquellas excavaciones salieron a la luz muchos restos arqueológicos del paleolítico superior, además de restos humanos, que están depositados en el museo Hermitage de San Petersburgo (Rusia). Los científicos, en 2009, tomaron muestras (0,15 gramos) de hueso del muchacho de hace 24 000 años, un macho joven denominado MA-1 y han secuenciado el genoma. El otro individuo (Gora-2), de hace 17 000 años, procede de la orilla occidental del rio Enisei (sur de Siberia central) y, aunque la muestra está muy contaminada con ADN actual, explican los investigadores, el perfil genético es consistente con el de MA-1, lo que indica que aquella región siberiana estuvo permanentemente habitada por los humados en torno al último máximo glacial, hace unos 20 000 años.

El estudio tiene cuatro importantes implicaciones, destacan los investigadores. La primera es que nativos americanos contemporáneos y euroasiáticos occidentales comparten ancestros comunes a través del flujo genético de aquellas poblaciones siberianas, con lo que se explicaría la presencia de determinados rasgos genéticos propios de los nativos americanos en los euroasiáticos occidentales pero no en los asiáticos orientales.

Además, recalcan Willerslev y sus colegas, la presencia de una determinada firma genómica de Eurasia occidental (los dos individuos analizados) en la región del Baikal "sugiere que partes del sur de Siberia central estuvieron ocupadas por los humanos en las fases más frías de la última edad del hielo".