El Senado acusa a la agencia de inteligencia de haber rastreado digitalmente el trabajo de una comisión que investiga los polémicos programas de detención e interrogatorio de la CIA.
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Esta vez no ha sido una revelación de Edward Snowden, el exanalista estadounidense que ha venido filtrando documentos sobre la vigilancia a usuarios de telefonía e internet, sino del mismo Senado de Estados Unidos. Los senadores acusan a la CIA de haber espiado unos ordenadores utilizados por el Comité de Inteligencia de la Cámara Alta para investigar los polémicos programas de detención e interrogatorio que esa agencia aplicó en el extranjero a sospechosos de terrorismo.

La presidenta del Comité, la senadora demócrata Dianne Feinstein, ha asegurado tener «graves motivos» para pensar que la CIA «violó la separación de poderes contemplados en la Constitución de Estados Unidos». El director de la CIA, John Brennan, ha negado que la agencia haya espiado el trabajo del comité. Feinstein vertió su acusación en una sesión del Senado de esta última semana y desde entonces la polémica se ha mantenido viva.

El Comité está ultimando un informe de unas seis mil páginas, cuya elaboración ha llevado varios años, que pretende ser la última palabra sobre los sistemas de interrogatorio utilizados por la CIA, como el de ahogamiento simulado, que la Administración Obama ha calificado de tortura, y los programas llamados de «rendición», que supusieron el traslado de prisioneros a localizaciones secretas en varios países para proceder someterlos a esas sesiones. Al parecer el informe concluirá que las prácticas de «interrogatorio reforzado» no sirvieron para la obtención de información sustancial en la lucha contra el terrorismo.


Comentario: Tal vez eso se deba a que la intención detrás de estas torturas nunca tuvo nada que ver con el "terrorismo", ya que éste es una farsa creada por el propio Gobierno estadounidense, junto con su aliado, el Gobierno de Israel.


Pelea por un archivo

La pelea abierta entre la CIA y el Senado, en realidad, no tiene que ver con el fondo de la cuestión, sino sobre la vigilancia a la que la agencia habría sometido el trabajo de los senadores. Miembros del equipo de investigación senatorial estuvieron durante largo tiempo analizando documentos de la CIA en unos ordenadores instalados en un lugar confidencial, no especificado. Con el tiempo dieron con unos archivos que eran resúmenes de los documentos que el equipo estaban tomando para su informe: la CIA estaba rastreando el movimiento de los ordenadores y anotando los pasos que estaba dando el Senado.

Feinstein asegura que no está claro si esos archivos aparecieron allí por casualidad o porque alguien de la CIA quiso delatar a sus superiores y propició que los senadores se dieran cuenta de que su trabajo estaba siendo supervisado.