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© InternetMire este rostro angelical. De esos "dulces" labios brotaron las siguientes palabras: "Hay que tomar las armas y matar a los malditos rusos"
Son ya muchos meses de conflicto ucraniano y no parece que el desenlace final esté cerca. Mientras grupos fieles al gobierno golpista de Kiev (en muchos casos radicales nazi-fascistas) intentan liquidar cualquier atisbo de oposición en el este del país (que se ha cobrado ya decenas de vidas), el nuevo gobierno autoproclamado pide ayuda al FMI, lo que se traducirá en salvajes recortes y subidas de impuestos.

Tres batallas distintas se están dando en el país en la actualidad. La primera, en el este, brutal y descarnada, donde los grupos Sector Derecho y Svoboda, financiados por EEUU y la OTAN, son responsables de la matanza producida en Odessa y otras ciudades. Los medios afines, por su parte, contribuyen a esta masacre ocultando a los culpables. La segunda, más sutil y cuyos efectos se verán más a medio y largo plazo, es la batalla entre los oligarcas por el control de los recursos naturales e industrias ucranianas. Existe, sin embargo, una tercera batalla. Es la que se libra entre la OTAN y Rusia, donde Ucrania no es más que una pieza geoestratégica clave.

Un punto de inflexión serán las próximas elecciones en Ucrania, que han de celebrarse el 25 de mayo. ¿Quién se presenta a dichas elecciones? Los candidatos más importantes son Petro Poroshenko y Yulia Timoshenko.

Petro Poroshenko es un magnate ucraniano independiente que, según la revista Forbes, posee unos 1.300 millones de dólares. Entre 2007 y 2012 estuvo al frente del consejo del Banco Nacional de Ucrania. Es el favorito de las encuestas (roza la mayoría absoluta) y dice ser contrario a que Ucrania ingrese en la OTAN por ahora. Fue uno de los líderes visibles del Maidán, apoya al nuevo gobierno y exporta muchos de sus productos al mercado europeo.

Timoshenko es conocida actualmente por su odio a los rusos (a pesar de sus contactos con Moscú en el pasado, en relación a sus negocios privados). Gracias a su buena relación con el antiguo presidente Lazarenko (que, según se sospecha, robó unos 200 millones de dólares y fue detenido en EEUU y condenado por blanqueo de dinero, fraude y extorsión), se enriqueció enormemente mediante la empresa relacionada con el gas que tenía en propiedad junto a su marido. Posteriormente se pasaría a la política, siendo viceprimera ministra y encargada de la Energía en 1999. Fue destituida en 2001 por el presidente Kuchma, debido a asuntos relacionados con su empresa, tras la detención de su marido.

En 2004 estalla la Revolución Naranja y Timoshenko sería una de sus protagonistas. Esta "revolución" traería al poder a Víktor Yúshchenko, del partido "Nuestra Ucrania", de toque liberal, proeuropeísta y de derechas. Timoshenko sería primera ministra pero ciertas medidas, como la de imponer por decreto la eliminación de las deudas de su empresa con el Estado, forzaron de nuevo su destitución.

Según The Independent, un bufete inglés reveló que Timoshenko y su marido habían tenido decenas de cuentas corrientes en bancos europeos. Además, en 2011, sería condenada a siete años de cárcel por abuso de autoridad. Una carrera brillante.

Tras la "revolución" del Maidán, el gobierno autoproclamado la sacó de la cárcel (estuvo 2 años y medio). Timoshenko fue recibida como una estrella en el Congreso del Partido Popular Europeo.

Para mostrar el talante democrático de esta señora basta con citarla brevemente. En una ocasión dijo: "Hay que tomar las armas y matar a los malditos rusos", en referencia a los rusohablantes que habitan el este del país. Una aberración, sin duda. No obstante, la segunda cita es de un nivel democrático similar. En una rueda de prensa, dijo: "Si el país elige a otro presidente, creo que tenemos que ir a la tercera ronda de la revolución". Se trata, ya de entrada, de un sinsentido: ¿Cómo una de las personas más ricas del país y con su historial podría liderar una revolución que se dijese popular, justo después de unas elecciones?

El Partido de las Regiones (del depuesto Yanukóvich) también se presenta a las elecciones, a pesar de que cuenta con un apoyo escaso. Su candidato es Mijailo Dobkin. Este partido fue financiado por grandes magnates como Akhmetov (hombre más rico de Ucrania con intereses en la industria, banca y medios de comunicación). Se trata de un partido contrario a la OTAN que aglutina a diferentes grupos políticos con ideologías divergentes y defensor de la amistad con Rusia. Hay que decir que bajo el gobierno de Yanukóvich ya se impusieron medidas del FMI que desembocaron en una tasa de indigencia del 25% y a que 1 de cada 8 ucranianos viva en la extrema pobreza, entre otros escalofriantes resultados.

Los demás partidos que se presentan no tienen, según las encuestas, opciones para ganar. Podríamos destacar a los fascistas Svoboda y Sector Derecho, responsables de decenas de muertes en el este de Ucrania pero también en Kiev, donde se demostró que los francotiradores que asesinaron manifestantes en Maidán no fueron puestos por Yanukóvich, sino por ellos. Por si fuera poco, se agrede, amenaza y asesina a la oposición, como ya denunció la dirigente del Partido Socialista Progresista de Ucrania, Natalia Vitrenko, a la que nadie ha hecho el menor caso. Parece que no hay intención alguna de prohibir a estos grupos nazi-fascistas. Sin embargo, el Partido Comunista de Ucrania, que impulsó con 3,5 millones de firmas un referéndum ciudadano para votar acercarse o no a la UE, ha sido expulsado del Parlamento (y, a este paso, ya veremos si les dejan presentarse a las elecciones).

¿Qué tienen en común estos partidos políticos? Pues que todos parecen responder a los intereses de los grandes empresarios ucranianos (proeuropeos o prorrusos). O bien han estado financiados por ellos o los encabezan directamente. Ninguno busca proteger los intereses de los trabajadores, que sufren una crisis brutal desde hace años.

El propio gobierno autoproclamado, que los medios venden como legítimo y surgido de una revolución popular, es un mísero títere de EEUU. Una conversación filtrada entre Victoria Nuland (responsable del Departamento de Estado para asuntos europeos de EEUU) y el embajador de EEUU en Ucrania que decía que había que poner en el poder a Arseny Yatseniuk (actual primer ministro de Ucrania, del partido conservador "Patria") es una muestra de ello. Ni a EEUU ni a nadie le importan los trabajadores ucranianos, sólo quieren Ucrania para sus intereses: arrinconar a Rusia, obtener materias primas y un nuevo mercado donde llevar sus productos. Esta es la tercera batalla (geoestratégica e imperialista) que he nombrado anteriormente.

¿Qué se juegan los ucranianos en las elecciones del 25 de mayo?

Tristemente, decidir a qué oligarca entregan el país en bandeja. Ya hemos visto a los candidatos con posibilidades de ser escogidos, todos grandes empresarios y, por consiguiente, con intereses de clase contrapuestos a los de la clase obrera. Estas elecciones son un fraude, donde ambos partidos responden a los intereses del capital. La comunidad internacional reconoce estas elecciones como legítimas, pero no los referéndums que se han celebrado en Donetsk o Lugansk, donde el ejército de Kiev ha disparado y asesinado a civiles. ¿Por qué se reconocen unas elecciones y otras no? Porque con las primeras salen beneficiados y con las segundas no.


Comentario: Es importante que el lector note el doble rasero del Imperio; son legítimas las elecciones en Ucrania pero no son legítimas las elecciones en Siria planificadas para el 3 de junio. ¿Los argumentos para deslegitimar las elecciones en Siria? Pues sostienen que no puede haber elecciones porque están en medio de una guerra civil. Pero ¿qué hay entonces acerca de Ucrania? ¿No están acaso también sumidos en un conflicto interno?

¡Verdaderamente es tan groseramente obvio que son simples excusas! Un dato más que seguramente será de su interés: en 1864, en medio de la guerra civil de EE.UU., se celebraron las elecciones que ganó Abraham Lincoln.


Por otro lado está Rusia, que ha denunciado la ilegalidad del gobierno de Kiev. Aunque esta acción sea razonable, no hay que olvidar que Putin no es precisamente el mayor defensor de los DDHH y que, como ya he dicho, combate contra la OTAN, no por el bienestar de los ucranianos. Tiene sus intereses. No actúa por filantropía. Ucrania es de vital importancia. Si esta cae, la OTAN llegará hasta sus fronteras y no puede permitirlo. Los trabajadores ya sufrían una dura crisis cuando gobernaba Yanukóvich y no vimos a Putin preocupado por ellos en ningún momento (ni a él ni a nadie). A pesar de eso, no ha sido Rusia quien ha provocado este conflicto.

Los grandes medios venden a Rusia como el gran enemigo de Ucrania, ocultando la implicación de EEUU y la UE en la financiación de grupos nazis y el golpe de estado del actual gobierno (el cual ha suprimido, por ejemplo, la celebración del día de la Victoria sobre los nazis, acto que les describe a la perfección); así las políticas antidemocráticas del mismo (como la prohibición de programas de los canales rusos para impedir que la ciudadanía reciba información distinta a la gubernamental y obtener la hegemonía con la que controlar a la población).

El gobierno golpista ya ha pedido ayuda al FMI, cuyas políticas han fracasado desde Latinoamérica hasta África y Europa. ¿Qué legitimidad tiene este gobierno, al que nadie ha votado, para pedir ayuda al FMI, sabiendo lo que esto significa? Recordemos que los partidos que conforman este gobierno se opusieron a que los ciudadanos votasen sobre la UE en un referéndum. Ucrania podría recibir hasta 27.000 millones de dólares de "ayuda", lo que provocará duros recortes como los que ya han fracasado en Grecia, España y Portugal, generando más y más desempleo. Se espera también una ayuda de 1.600 millones de euros de Europa, 1.000 millones de dólares de EEUU y 1.500 millones de dólares de Japón. Todo esto tendrán que devolverlo con creces los trabajadores. Ya se han tomado medidas como la subida del 50% del precio del gas a la población y, por otro lado, las instituciones públicas tendrán que despedir a 24.000 de sus 249.000 empleados y se suprimirán los complementos a las pensiones para funcionarios, jueces y militares. ¿A alguien le suena la historia?

En definitiva, Ucrania se hunde entre el fascismo, los magnates y el imperialismo (elementos siempre relacionados estrechamente) y no parece que haya una solución para aquellos que están sufriendo la crisis en sus carnes. Ojalá los ucranianos se den cuenta de lo que representan estas elecciones y encuentren una solución. Los obreros, maltratados por los grandes empresarios, han de tomar conciencia, luchar como clase y divisar a los enemigos reales, que mediante engaños buscan únicamente enriquecerse. El fascismo ha resurgido en Ucrania y ni la UE ni la OTAN van a denunciarlo, ya que son ellos los que lo han financiado y animado para desestabilizar el país y poder crear un gobierno que les beneficie. Ojalá la clase obrera ucraniana sea capaz de echar al imperialismo y decidir libremente su futuro, no con unas elecciones en las que sólo podrá elegir entre magnates proeuropeos o prorrusos.

La excusa utilizada en varias ocasiones por el actual gobierno ucraniano y EEUU ha sido la de defender el país de la malvada Rusia. Vemos, sin embargo, que la patria no tiene nada que ver en esto, ya que el gobierno ilegítimo no ha dudado en vendérsela al FMI a la primera de cambio. No es la patria lo que buscan proteger, sino sus intereses, los de los grandes empresarios.