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Los efectos de la grave sequía que sufre California se comienzan a notar ya en comunidades pobres como East Porterville, en el Valle de San Joaquín, donde cerca de 200 familias, la mayoría hispanas, están recibiendo raciones de agua embotellada al carecer del líquido.

Una situación similar se presenta en Seville, un poblado a 40 millas al noroeste de East Portville, donde también las familias trabajadoras del campo están dependiendo de la ración de agua embotellada o de la generosidad de otras personas.

"Hemos distribuido más de 15.000 galones de agua potable a la comunidad de East Porterville", dijo a Efe Andrew Lockman, director de la Oficina de Servicios de Emergencia del condado de Tulare.

En esta comunidad de 1.400 viviendas, que obtiene el agua de pozos perforados y donde las familias sin agua han comenzado a recibir raciones de 12 galones por persona, la crisis tiende a aumentar.

"Al agravarse la sequía, los cultivadores han profundizado sus pozos actuales o conseguido permisos para perforar pozos nuevos", explicó Efe Edgar Montero, un trabajador agrario y activista comunitario de la región.

Según señaló Montero, los cultivadores con mejor tecnología, pozos más profundos y bombas de succión mucho más potentes, "literalmente se chupan el agua de los más pobres".

Según datos del condado, hasta el pasado día 19 Tulare había aprobado la perforación de 812 nuevos pozos para irrigación, suministro doméstico, lecherías e industrias, representando un aumento del 60 % con relación a todo el año 2013.

De los nuevos pozos aprobados, más del 60 % corresponde a regadío.

Dependiendo de la profundidad y la ubicación, construir un nuevo pozo puede costar entre 16.000 y 25.000 dólares, lo que una familia campesina hispana gana durante un año, aseguró el líder comunitario.

De acuerdo con los datos más recientes del U.S. Drought Monitor, el 99,8 % del territorio de California se encuentra en condición de sequía severa y cerca del 82 % está calificado como en sequía extrema.

El problema en Seville, un poblado de 500 habitantes, de los cuales más del 95 % es de origen hispano, tiene mejor solución, pues el suministro de agua de las cerca de 110 viviendas depende de un acueducto público y no de pozos individuales.

Según explicó Lockman, Seville recibió un subsidio de 250.000 dólares del estado para perforar un nuevo pozo e instalar un tanque de almacenamiento mayor, y se espera que el sistema esté operando a mediados de septiembre.

Por el contrario, los pozos perforados en las propiedades privadas no son subsidiados directamente por el estado y muchos de los propietarios de vivienda en East Porterville no cuentan con los recursos económicos para profundizarlos.

Los pozos de las cerca de 200 viviendas que carecen de agua no superan los 50 pies de profundidad, por lo que, con la reducción del nivel acuífero del subsuelo, son los primeros en secarse, comentó Montero.

Un proyecto de ley, que fue presentado tanto en la Asamblea como en el Senado de California, busca que las agencias locales desarrollen planes de contingencia para contrarrestar la reducción de las reservas acuíferas del subsuelo en el estado.

Según argumentó el representante demócrata en la Asamblea de Sacramento Roger Dickinson, California corre el riesgo de agotar sus reservas acuíferas hasta llegar a una "situación desastrosa" por la que en el futuro el Estado Dorado no tenga el agua necesaria en el subsuelo.

Sin embargo, los efectos de la propuesta AB 1739, que Dickinson espera sea aprobada esta semana, no se notarán de inmediato. La legislación otorga a las autoridades de las cuencas subterráneas un plazo de cinco años para desarrollar un plan y dos décadas para cumplir con sus metas.

Mientras tanto, los residentes hispanos de las zonas más afectadas en el Valle de San Joaquín seguirán dependiendo del agua embotellada que les suministra el condado, de algunos tanques públicos de agua no potable que llenan los bomberos y de la buena voluntad de los vecinos con pozos más profundos que todavía no se hayan secado.