(España) - El calor ha vuelto a Galicia y parece haber dejado atrás, al menos temporalmente, la imagen de paraguas, impermeables y capuchones junto a camisetas de manga corta y sandalias, un atuendo, éste último, propio de esta época del año.
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Esta ha sido, en gran medida, la singular viñeta que ha dejado en la Comunidad este período estival, aún por terminar, y que los expertos califican de "muy variable", por lo que invitan a no confiarse y a seguir mirando al cielo.

Desde que el sol alcanzase su posición más boreal en la eclíptica, con motivo del inicio del verano el 21 de junio a las 12:51 horas, la sensación de los que visitan y viven en Galicia es que el estío no arranca y que el astro es más autóctono que nunca, ya que no sabe si salir o no.

El culpable de la inestabilidad que vivió Galicia durante los meses de julio y agosto puede tener sus raíces en el crudo invierno que sufrió la Comunidad este año, con un tren de ciclogénesis imparables, explica en una conversación con Efe el meteorólogo Lino Naranjo.
"Como consecuencia, quizás de este proceso, durante el verano se han mantenido en el Atlántico Norte áreas de aire más frío que han propiciado el hecho de que el anticiclón cálido del Atlántico que nos afecta en verano haya quedado un poco limitado al sur", apunta este especialista.
La ausencia de vientos típicos como el 'nordés' -el viento que procede del este- y la poca influencia que tuvieron los anticiclones que proceden de las Islas Británicas son esos elementos que contribuyeron a que el tiempo no fuera como se esperaba.
"Todavía no ha terminado el verano, pero bueno, hasta ahora la percepción popular ha sido que las temperaturas no han sido todo lo cálidas que se esperaba", sostiene Naranjo.
Es por ello que recordar algún fin de semana del verano con cielos completamente despejados y temperaturas que rondasen los 30 grados es casi misión imposible, pero no por falta de memoria, sino por la excepcionalidad.

Los datos muestran que durante el mes de julio llovió más de la media, y todo apunta que en el mes de agosto seguirá esa tendencia, aunque Meteogalicia todavía está analizando la anomalía.

No obstante, Lino Naranjo avanza que en estaciones como Lourizán (Pontevedra) se recogieron 90 litros por metro cuadrado, cuando los valores climáticos normales se sitúan entre 15 y 24, y en Vigo, por ejemplo, 91, cuando los valores normales están entre los 22 y los 43 litros por metro cuadrado.

Las predicciones apuntan a que este verano revuelto y descafeinado dará una vuelta de hoja con un inicio del mes de septiembre marcado por temperaturas elevadas gracias a la entrada de aire africano.

Por lo menos cinco días consecutivos de temperaturas agradables y calor que permitirán a los turistas y a los gallegos disfrutar de la multitud de arenales de la costa rosaliana, 123 de ellas con el distintivo de bandera azul.

Meteogalicia advierte de que en estas jornadas no habrá una ola de calor, ya que no existen circunstancias que permitan la aparición de este fenómeno, como noches tropicales o temperaturas mucho más altas que se mantengan durante muchos días continuados.

Naranjo recalca que "no hay que confiarse" porque a la variabilidad del propio verano hay que sumar que septiembre es "un mes de cambio" que puede acarrear un tiempo trampa.

Sean cuatro, cinco o seis días de buen tiempo, pero lo cierto es que esa estampa permitirá que los turistas no griten, durante un intervalo, eso de 'aquí no hay playa'.

Aún así, como dice el dicho popular, no hay mal que por bien no venga, y este verano húmedo y no muy caluroso -el típico irlandés- ha permitido una tregua en lo que a incendios forestales se refiere.