Un día apareces en la lista de violadores de derechos humanos y, al otro, te sacan de ella gracias a tu influencia, e incluso te proponen que colabores en una investigación para saber quién está violando los derechos humanos en realidad.
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© InternetLa prostitución de la ONU: nada dice su carta orgánica sobre mentir a cambio de financiación...
Aunque pueda parecer una broma, es la pura realidad. Se trata de Arabia Saudí, un país que hace una semana fue incluido en la 'lista negra' de las Naciones Unidas por matar y mutilar niños en el marco de la guerra contra Yemen. Esta decisión se basó en los datos proporcionados por el propio organismo y que ratifican la responsabilidad de la Coalición Saudí en el 60 por ciento de los 785 asesinatos de menores en este pobre país árabe durante el último año.

Cuando apareció el informe y, posteriormente la lista, la ONU se declaró en estado de shock ante el horrendo impacto sufrido por la población infantil en las diversas zonas de conflicto, entre ellas Yemen. No obstante, después de las presiones de Arabia Saudí a través de su representante, Abdulá al-Moualimi, este impacto fue temporal porque todo cambia y se olvida.

La ONU, para no quedar mal ante la opinión internacional por retractarse, dice que la salida de Riad de la lista es "momentánea", pero para nadie resulta ajeno que no es más que un espectáculo, ya que el embajador saudí ante la ONU reiteró que, de momento, no existen pruebas y que esa decisión es definitiva y no cambiará.

Reino violador

La violación de los derechos humanos por Arabia Saudí no se limita al genocidio de mujeres, niños y hombres yemeníes, sino que comprende también la represión masiva de opositores a sus gobernantes. El último caso fue la ejecución del clérigo chií Nimr Baqir al-Nimr, el pasado 2 de enero, por criticar al régimen de Al Saud y pedir reformas. Además, bajo el silencio de sus aliados occidentales, Riad se ha convertido en uno de los principales patrocinadores de grupos terroristas como el Frente Al Nusra, Daesh y Al-Qaeda, que luchan contra los Gobiernos de Siria e Irak y avanzan por Oriente Medio como una sombra de muerte.

En el último y más reciente caso, en EEUU, se desclasificaron documentos en los que se pone de relieve la complicidad de Riad y los terroristas de Al Qaeda en los atentados contra las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001, en Nueva York, que dejaron unos 3 mil muertos.

Parcialidad de la ONU y sus motivos

De acuerdo con la Carta de la ONU, ese organismo es responsable de mantener la paz en el mundo y recurrir a medidas eficaces para prevenir las violaciones de derechos humanos. No obstante, en varias ocasiones y donde se vean en juego los intereses de sus aliados, a los funcionarios de ese organismo se les olvida su deber.

En cuanto a la retirada de Riad y sus aliados de la lista negra, cabe hacer alusión a un informe publicado por la agencia británica Reuters que puso de relieve, citando a fuentes diplomáticas, que el cambio de postura del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, se debía a las presiones de Arabia Saudí y sus aliados. El informe indica que los saudíes, junto con algunos países de la llamada Coalición árabe contra Yemen, habían amenazado a la ONU con cortar sus ayudas financieras al organismo. Esta realidad ratifica que los petrodólares saudíes han podido fácilmente manipular una cuestión que tiene que ver directamente con la vida de seres humanos.

Pero, lamentablemente, no todo se limita al dinero directo de países como Arabia Saudí, sino que hay otros factores que influyen en las decisiones de las Naciones Unidas y en la complicidad de gobiernos occidentales en los crímenes que cometen los saudíes.

Desde el inicio de la invasión a su vecino sureño, el pasado 26 de marzo, se han revelado diferentes informes basados en la cooperación logística y militar de EE.UU. y el Reino Unido con el régimen de Riad. En este sentido, la organización no gubernamental Amnistía Internacional (AI) urgió a poner fin al envío de armas prohibidas a Arabia Saudí, en un intento para evitar la muerte de civiles yemeníes.

De acuerdo con AI, Riad recibe su armamento principalmente de EE.UU. y del Reino Unido. Washington provee, entre otros, bombas de racimo, aviones y helicópteros de combate. El diario británico The Guardian, en un artículo publicado en septiembre pasado, reveló que Londres emitió unas 40 licencias de exportación de armas a Arabia Saudí, justo después del inicio de los ataques saudíes a Yemen.

En los últimos 10 meses de invasión, la coalición saudí ha convertido a Yemen en una vitrina de crímenes de guerra y en este contexto ha contado con el apoyo de sus aliados occidentales. Además del armamento, ha tenido apoyo logístico y asesoramiento británicos.

El ministro de Asuntos Exteriores del Reino Unido, Philip Hammond, anunció que su país desarrolla una estrecha asistencia con los saudíes en la guerra contra Yemen. Dijo que el personal militar británico ayuda en la elección de objetivos para sus ataques aéreos.

Asimismo, según un informe publicado por la agencia Bloomberg, Washington y Riad firmaron un polémico acuerdo en julio de 1974, que marcó las siguientes cuatro décadas de su política exterior con Riad. En base a ese tratado, los saudíes habían de poseer títulos de deuda estadounidense por 117.000 millones de dólares y Washington, por su parte, se comprometió a proporcionar a los saudíes apoyo militar y logístico y comprar su petróleo. Exactamente, en base a este acuerdo, se puede comprender el informe anual de la Secretaría de Estado de EEUU sobre el terrorismo donde, por un lado, califica a Arabia Saudí de país promotor de la lucha contra el extremismo e ideologías radicales y, por el otro, aparece Irán como principal patrocinador del terrorismo en el mundo.

Con todo lo expuesto, resulta innecesario hablar de derechos humanos, defensores, represores u opresores. Con pocas palabras se puede describir lo que está pasando en la escena política internacional: Si tienes dinero y ayudas a los arrogantes, eres libre y santo; de lo contrario debes permanecer callado y sumiso, o asumir las consecuencias de la presión multilateral.