Un analista político estima complicado que Estados Unidos pueda mantener los tres recursos de su poderío actual: la fuerza militar, el poder económico y el denominado 'poder blando'.

China pronto podría adelantar a Estados Unidos como primera potencia económica del mundo, debido a que el PIB de los norteamericanos en 2015 fue solo 1,6 veces mayor que el de los asiáticos, mientras que en 2001 fue ocho veces el chino, indica Amitav Acharya, un profesor universitario indiocanadiense especialista en relaciones internacionales.
marine soldado estados unidos
© Imagen Ilustrativa/Jason Reed / Reuters

Durante algún tiempo, EE.UU. continuará como la principal potencia militar del mundo, pero las crecientes capacidades de defensa aérea de China están reduciendo ese liderazgo en la zona Asia-Pacífico. Además, el 'poder blando' de Washington, que es "mucho más difícil de medir", se enfrenta a su mayor desafío en casa debido a que, a medida que aumente el nacionalismo y el proteccionismo y con la posibilidad de que Donald Trump encabece la Administración, EE.UU. resultará cada vez menos atractivo para el resto del mundo, agrega el analista en un artículo publicado en 'The National Interest'.


Comentario: Aunque el ocupante de la Casa Blanca no influye en absoluto la política interna y externa de EEUU, sí es una señal interesante de qué tiene para ofrecer el país de manera colectiva al mundo.


Amitav Acharya detalla que estas circunstancias ponen en tela de juicio los tres factores del liderazgo estadounidense que enumeró en los años 90 el politólogo y promotor del neoliberalismo Joseph Nye. En opinión del articulista, durante las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial EE.UU. gestionaba el orden global a través de varias instituciones internacionales "creadas para legitimar su primacía".

Un mundo de 'complejo mosaico'

"Este sistema multilateral, que incluía la ONU, el FMI, el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio (OMC)" y otros organismos "se está fragmentando" y será reemplazado por "un complejo mosaico de acuerdos bilaterales, regionales y multilaterales", estima Acharya.

En este sentido, el autor destaca las instituciones establecidas por los BRICS y ciertas asociaciones intergubernamentales, muchas de las cuales "no son fruto de iniciativas de Estados Unidos ni están bajo su control" y, de hecho, "algunas desafían la autoridad de los grandes organismos multilaterales" creados por los norteamericanos "durante la posguerra".

De este modo, la multipolaridad de hoy no es la misma que tenía Europa en el pasado porque no solo está compuesta por los Estados, sino que también existen otra clase de actores, desde instituciones internacionales hasta grandes compañías, movimientos sociales y grupos terroristas.

Pretensión 'poco realista' de liderar siempre

Así, este especialista en relaciones internacionales destaca que "el trato entre los principales actores está marcado por una forma más amplia y profunda de interdependencia" y todos pueden presentar algún desafío para EE.UU., con lo cual ese país se debe adaptar a la nueva situación y no insistir en mantener un liderazgo general y eterno.


Comentario: Pero tristemente es una cualidad de los imperios no tener intención absoluta de compartir el poder alcanzado y asumir que éste nunca dejará sus manos. Estados Unidos está demostrando hoy en día, especialmente en Siria, que antes de compartir su poderío en el tablero global preferiría destrozar el tablero completo.

Para Estados Unidos nunca se trata de lógica o de qué es una mejor idea, ni siquiera de progreso, sólo se trata de ganar.


Amitav Acharya califica de "hipérbole poco realista" una intervención del presidente Barack Obama en 2014 —"Estados Unidos siempre debe liderar el escenario mundial. Si no lo hacemos, nadie más lo hará"— y concluye que lograr "una paz absoluta" en un mundo multipolar resulta "ilusorio", con lo cual el objetivo debe ser alcanzar una estabilidad relativa, prevenir los genocidios y una guerra entre grandes potencias y gestionar "los conflictos regionales".