neuroplasticidad
El aprendizaje humano precisa de múltiples estructuras cerebrales implicadas en diversos procesos. Afortunadamente nuestro cerebro no es una estructura modular con capacidades innatas determinadas. La interacción constante entre nuestro componente genético y el entorno sociocultural en el que nos desarrollamos, es la que posibilita la maduración y los aprendizajes del sistema nervioso.

El desarrollo neuronal humano sigue un programa por el que adquirimos de forma progresiva pero simultánea, el control postural, el desplazamiento, la manipulación de objetos, la comunicación no verbal, la interacción social y los aprendizajes académicos. También otras muchas habilidades intrínsecamente humanas, como el reconocimiento de caras, el uso del lenguaje hablado, la interpretación musical, el sentido del humor, el juego simbólico, el pensamiento científico o abstracto... Todos estos aprendizajes modifican las conexiones de nuestro cerebro que tienen un desarrollo espectacular en los primeros años de nuestra vida y, al contrario de lo que se pensaba hasta no hace mucho, continúan modificándose hasta la muerte.

A este fenómeno se le llama neuroplasticidad cerebral, y hace referencia a la capacidad del sistema nervioso para cambiar su estructura y su funcionamiento a lo largo de nuestra vida, como reacción a la diversidad del entorno. Las sinapsis ―conexiones neuronales― permiten la transmisión de señales entre las neuronas. El efecto de una señal transmitida sinápticamente de una neurona a otra puede variar enormemente dependiendo del reciente historial de actividad a uno o ambos lados de la sinapsis. Los cambios dependientes de la actividad neuronal que se producen en la transmisión sináptica son debidos a un gran número de mecanismos. En esto consiste precisamente la neuroplasticidad y puede dividirse en tres grandes categorías:
  1. Plasticidad a largo plazo: implica cambios unas horas o más. Se piensa que este tipo de plasticidad juega un papel importante en los procesos de aprendizaje y memoria.
  2. Plasticidad homeostática: esta plasticidad se da a ambos lados de la sinapsis y permite a los circuitos neuronales mantener unos niveles apropiados de excitabilidad y conectividad.
  3. Plasticidad a corto plazo: dura desde milisegundos hasta unos minutos y permite a las sinapsis realizar funciones computacionales críticas en los circuitos neuronales. Los cambios a largo plazo en las propiedades de transmisión de las sinapsis son importantes para el aprendizaje y la memoria, mientras que los cambios a corto plazo permiten al sistema nervioso procesar e integrar temporalmente la información, ya sea amplificando o disminuyendo la capacidad de transmisión de los circuitos sinápticos.
Como ya hemos mencionado, durante el proceso de construcción arquitectónica cerebral las sinapsis establecen diferentes conexiones, unas conexiones están determinadas a partir de la genética y otras se realizan mediante la educación y el proceso de enseñanza-aprendizaje. De este modo mediante la estimulación ambiental se forman nuevas sinapsis que llegan a modificar y moldear la arquitectura cerebral, el desarrollo madurativo y su funcionalidad.

Junqué y J. Barroso (2009) puntualizan que la plasticidad neuronal está presente siempre en el cerebro en desarrollo y durante todo el ciclo vital, no se activa solamente como respuesta a un daño cerebral, y no es el único mecanismo que incide en la recuperación del deterioro del sistema nervioso.

La finalidad del aprendizaje es conseguir una mejorar adaptación funcional al medio ambiente. El cerebro produce respuestas más complejas en cuanto los estímulos ambientales son más exigentes. Para ello el cerebro tiene una reserva numérica de neuronas considerable para modular tanto la entrada de la información como la complejidad de las respuestas.

Esto acarrea el desarrollo de una intrincada red de circuitos neuronales que necesitan de grandes concentraciones de neuronas capaces de ajustar las nuevas entradas de la información y reajustar sus conexiones sinápticas. También, de almacenar los recuerdos, interpretar y emitir respuestas eficientes ante cualquier estímulo o generar nuevos aprendizajes.

La neuroplasticidad permite una mayor capacidad de adaptación o readaptación a los cambios externos e internos. El cerebro en los primeros años de vida se encuentra en un proceso madurativo en el que continuamente se establecen nuevas conexiones neuronales y tiene lugar el crecimiento de sus estructuras. Existen muchas sinapsis o conexiones neuronales que son poco o nada funcionales y no se activan totalmente hasta que no se integran en una red cerebral que da respuesta a una conducta o función.

Cada neurona establece en su campo dendrítico un número elevado de conexiones neuronales. Con un entrenamiento o aprendizaje mantenido en el tiempo, y manteniendo la atención durante la ejecución de las tareas, pueden mejorar estas conexiones y hacerlas funcionales, consiguiendo así afianzar el aprendizaje.

Sabemos que la plasticidad cerebral se refiere a la capacidad del sistema nervioso para cambiar su estructura y su funcionamiento a lo largo de su vida, como reacción a la diversidad del entorno. Este término se utiliza con asiduidad en psicología, medicina y neurociencia; no obstante parece que sus posibilidades no están contempladas todo lo que se debería en el ámbito de la educación y el aprendizaje.

Por un lado la tendencia en educación siempre ha sido reforzar al niño, mediante interacciones en el entorno académico, en aquellas materias en las que ha presentado más dificultades. Tal vez deberíamos plantearnos que esto dificulta al niño seguir progresando en aquellas materias para las que está más capacitado por predisposición genética; con lo que no acaba de desarrollar todo su potencial en las materias que podría, ni acaba adquiriendo una gran destreza en aquellas que le cuestan ―y que no le suelen motivar― debido a que se lo impide su configuración a nivel genético.

Por otro lado debería ser crucial concienciar a todos los estudiantes y futuros profesionales que pueden ser los arquitectos de su propio cerebro, ya que a lo largo de toda su vida pueden seguir generando nuevos circuitos neuronales que les ayuden adquirir aquellas habilidades que desean. Es cierto que en edades tempranas los periodos de aprendizaje son más sensibles que posteriormente, pero como hemos visto tenemos toda una vida para seguir aprendiendo ―y disfrutando―, a la vez que desarrollamos nuestra inteligencia y nuestras habilidades.

Ya lo sabes... ¡Los límites de tu cerebro serán los que tú le pongas! Por ese motivo desde Nueces y Neuronas os recomendamos que hagáis del aprendizaje constante un estilo de vida y sigáis adquiriendo aquellos conocimientos y habilidades que siempre os han llamado la atención y con los que disfrutáis.

A continuación os dejamos un episodio de Redes que habla de la neuroplasticidad y la educación. ¡Esperemos que os guste!