Este caso es un ejemplo de cómo nuestro encéfalo lucha por adaptarse a problemas imprevistos.
cerebro
Una vez más, la realidad vuelve a superar a la ficción. Cuando a Rob, de 50 años, y a Shelly, de 44, les comunicaron la noticia de que su hijo de 12 semanas nacería con una tremenda discapacidad física, los médicos les recomendaron prepararse para lo peor.

Noah, como se llama el bebé de la pareja, nació prácticamente sin cerebro. Desde las primeras radiografías se detectó una anomalía del desarrollo fetal debido a una disfunción entre la espina bífida y la hidrocefalia. El resultado: la combinación de esas complicaciones médicas le habían dejado únicamente con un 2% de función cerebral.

Lo insólito es que a pesar de este importantísimo déficit, Noah ha seguido creciendo y aprendiendo, hecho que ha producido que el suyo sea conocido como un caso de "niño sin cerebro" cuyo desarrollo físico e intelectual progresa de forma asombrosa.

¿Qué es la espina bífida y la hidrocefalia?

La hidrocefalia es un síntoma más de la mala formación del cerebro, que depende directamente de la espina bífida. Esto es un exceso de líquido cefalorraquídeo dentro del cráneo. Literalmente, hidrocefalia significa "agua en el cerebro". En el caso de Noah, la presión que ejerce esta sustancia puede hacer que el cerebro no se forme bien al tener mucho menos espacio para desarrollarse.

Por otro lado, la espina bífida es una degeneración genética que afecta a la malformación de la médula espinal, del cerebro o incluso de las meninges (la capa protectora que recubre el encéfalo). Es un defecto del tubo neural muy común entre los bebés, sobre todo en los países occidentales, donde algunas parejas se avienen a concebir hijos en avanzada edad.

Por muy increíble que parezca y a pesar del gran avance y desarrollo exponencial de la ciencia e investigación, los expertos médicos siguen sin determinar las causas exactas de la espina bífida. En otras palabras, es todo un misterio.

Se han realizado exhaustivos estudios e investigaciones para resolver el problema, pero nadie sabe qué es lo que hace que se interrumpa el cierre completo del tubo neural, provocando las malformaciones ya mencionadas. Sólo algunos científicos han apuntado algunos factores ambientales, nutricionales o incluso genéticos para dar una sólida aproximación. La dieta de la madre durante el embarazo, el entorno medioambiental o la herencia genética pueden jugar un papel crucial en la malformación del cerebro del bebé.

¿Por qué Noah es extraordinario?

"Empezamos a organizar y preparar el entierro mientras estaba embarazada", afirma la madre. Los médicos le dieron no meses ni años, sino días de vida directamente después del nacimiento, y en varias ocasiones les recomendaron realizar un aborto.

Pruebas y radiografías mostraban que en el cráneo de Noah había un exceso de líquido, por encima de la cantidad de la materia gris normal. Para ser un poco más gráficos, el tamaño del cráneo del bebé no era mayor que el de un pomelo.

No obstante, los padres siguieron adelante y creyeron en su hijo. A pesar de que los médicos no le daban más de tres semanas de vida, Noah va camino de cumplir los 5 años, pasando de una capacidad cerebral del 2 al 70 por ciento.

No sólo es capaz de caminar, empezar a hablar o de jugar, sino que además su desarrollo sigue un curso más que favorable, destinado a convertirse en un niño más dentro de la humanidad. A día de hoy, el caso de Noah sigue siendo un milagro y es objeto de estudio para profesionales de la salud, de tesis universitarias y otras investigaciones.

Otros casos como el de Noah

Aunque suponga un hecho poco común, Noah no es el único caso destacable. Michelle Mack, rondando los 40 años de edad, nació con medio cerebro. Lo más curioso, es que su anomalía no se detectó hasta cumplir 27, habiendo llevado una vida de lo más normal y siendo graduada universitaria.

Más surrealista e increíble es otro caso detectado en el Reino Unido. Un alumno anónimo de la Universidad de Sheffield acudió al médico por un fuerte dolor de cabeza. El doctor observó que su cabeza tenía un tamaño un poco por encima de lo normal para su edad. Decidió investigar más a fondo y le hizo una radiografía. El resultado fue sorprendente: tenía tanto líquido en la cabeza, que éste le había borrado prácticamente todo el cerebro. Pero aquí viene lo más extraordinario. El alumno en cuestión es una persona superdotada, con un coeficiente intelectual cerca de 140 y licenciado en Matemáticas con notas de matrícula de honor.

¿Cómo se explica el caso del niño sin cerebro?

Por supuesto, las estadísticas dicen que la mortalidad entre las personas con un cerebro anormalmente poco desarrollado es mucho más alta que la media, y los bebés que nacen con esta clase de graves problemas de neurodesarrollo suelen morir antes de llegar a la adolescencia. Entonces... ¿cómo se explica el caso de Noah? ¿Cómo ha podido sobrevivir sin apenas tener cerebro? La respuesta es algo que se conoce como plasticidad cerebral.

Este fenómeno consiste en la capacidad de nuestro cerebro a la hora de adaptarse físicamente a las situaciones, desarrollándose de un modo que permita sobrevivir. Aquí la clave no está tanto en el número de neuronas, sino en cómo estas se organizan entre ellas. Así, la plasticidad puede ser entendida como una especie de programa informático que aprende en tiempo real para hacer frente a problemas totalmente nuevos para los que técnicamente no ha sido programado (en este caso, una combinación de enfermedades). ¿Te suena de algo? Se trata del mismo principio que la inteligencia, pero en un nivel neurológico.

Así pues, el caso de Noah es un ejemplo más de hasta qué punto el cuerpo humano es capaz de utilizar sus recursos para mantenerse a flote, incluso cuando los medios disponibles son menos de los esperables, y cómo va "construyendo" un organismo sano a partir de ahí.