El ministerio de Defensa anunció a mediados del mes de marzo la próxima inversión de algo más de 10.800 millones de euros en siete programas de armamento. Las armas en las que invertirá España, país que afirma no tener presupuesto para aumentar las pensiones, son las siguientes: vehículos de combate sobre ruedas 8x8, fragatas F-110, aviones de entrenamiento, un sistema de mando y control aéreo, aviones de reabastecimiento MRTT, helicópteros NH-90 navalizados y helicópteros Chinook.
Eurofighters en la feria internacional de aeronáutica de Berlín (Alemania). Junio de 2010.
© Fabrizio Bensch / ReutersAirbus A310 MRTT abasteciendo a dos Eurofighters en la feria internacional de aeronáutica de Berlín (Alemania). Junio de 2010.
Los argumentos del ministerio para realizar este gran desembolso son los habituales: necesidad de asegurar el futuro de las Fuerzas Armadas y los puestos de trabajo de las fábricas de armamento. En palabras de la propia ministra de Defensa: "Impulsaremos este nuevo ciclo inversor, con una vigencia de 15 años, con vistas al desarrollo de programas de modernización, actualización y dotación de las capacidades necesarias para nuestras Fuerzas Armadas".

Sin embargo, es inevitable que los ciudadanos nos preguntemos si se trata de un gasto necesario o no, especialmente si tenemos en cuenta que se deben 20.000 millones de euros de los 30.000 que nos gastamos en el anterior ciclo inversor, en los años noventa. La mayoría del material adquirido entonces terminó en almacenes (carros de combate Leopard por falta de combustible, aviones Eurofighter por cuestiones fiscales o helicópteros NH-90 por falta de personal) o devueltos por graves carencias (submarino S-80 con problemas de flotabilidad o el avión A400M con problemas de reabastecimiento de vuelo o lanzamiento de carga).

¿Compramos lo que necesitamos o necesitamos comprar?

Lo primero que hay que puntualizar es la falta de transparencia en la comunicación del gasto, cuestión que se refleja en la confusión de diferentes informaciones. Lo que actualmente son 10.800 millones de euros hace solo dos meses eran entre 25.000 y 30.000 millones de euros. Así, Infodefensa informaba el 22 de enero de un techo de gasto de 25.000 millones de euros para iniciar los siete proyectos anteriormente citados y El Independiente cifraba en más de 30.000 millones de euros el mismo material el 14 de enero. Y son los mismos, no hay duda alguna, basta repasarlos. No solo eso, sino que hace cuatro años Pedro Morenés afirmó que comprometería 10.000 millones de euros en la compra de prácticamente el mismo armamento, lo hizo en octubre de 2014.

Por tanto, es innegable que existe gran desconcierto en cuanto al gasto a realizar, pero ¿es interesado?, ¿por qué el ministerio de Defensa no aclara exactamente cuánto va a gastar? La respuesta la tenemos en el anterior ciclo inversor: los negocios fueron más redondos en la opacidad y en la confusión. ¡Qué duda cabe! El anterior ciclo inversor, trufado de aviones defectuosos y submarinos que no flotan, fue tan confuso en cuanto al gasto que incluso se hacían presupuestos anuales ridículos que en verano se veían aumentados por créditos extraordinarios cercanos o superiores, según años, a los 1.000 millones de euros. Esto ocurrió hasta que el Tribunal Constitucional lo declaró inconstitucional.

Así pues, es más que razonable cuestionarse sobre la diferencia de 20.000 millones de euros entre unas publicaciones y otras o si esta diferencia piensan endosarla en sobrecostes, algo bastante habitual en el primer ciclo inversor, en gasto en mantenimiento o se plantea implementar alguna segunda fase con más armamento para llegar o superar los 30.000 millones de euros. Porque el objetivo no parece ser comprar armamento que se necesita, sino gastar tres decenas de miles de millones de euros en lo que sea y como sea. Y ello es inadmisible en un país avanzado.

Mientras el ministerio de Defensa decide si merece la pena informar a la ciudadanía sobre el gasto en armas, la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, ha hecho ondear las banderas de los cuarteles a media asta por la muerte de Cristo, se ha embarcado en una cruzada de actos religiosos (junto a los militares, que participarán en más de 200) y se afana en el adoctrinamiento en las escuelas o en la exaltación franquista. Todo ello nos muestra el reflejo inequívoco de la supervivencia y el triunfo de la España más rancia y retrógrada.

Y, por si fuera poco, en medio de tanto franquismo y tanta falta de transparencia se acaban de destinar 2,5 millones de euros a la cultura de la Defensa. Una cultura que parece basarse en Cristo, Franquismo y Opacidad. Y dinero, ¡será por dinero!.