"Ya estamos aquí, guerra". Es el lema de una pancarta colgada esta misma semana en un puente de la M-30 de Madrid por tres ciudadanos ataviados con el chaleco amarillo reglamentario que utilizan los conductores.
Manifestantes del colectivo
Manifestantes del colectivo
Es la prenda característica de un fenómeno multitudinario en Francia que está poniendo contra las cuerdas al gobierno de Emmanuel Macron. El malestar de la Francia periférica por la subida de los combustibles de la ecotasa ha generado en muy poco tiempo una legión de adeptos a la causa y la repercusión social y política del movimiento no para de crecer.

Las revueltas de miles de franceses en los Campos Elíseos de París acontecidas el pasado fin de semana han generado una onda expansiva que está teniendo eco en otros países. La rebelión de los "Chalecos Amarillos" se extiende: este mismo viernes un centenar de protestantes se concentraron en Bruselas (Bélgica).

En España aún es un germen, pero la semilla ya está plantada. Varios grupos de facebook han aparecido en los últimos días y ya han organizado una quedada este mismo sábado a las seis de la tarde en la plaza Colón de Madrid para dar un paseo con el chaleco amarillo del coche.

Javier, un taxista que apoya esta iniciativa, asegura que "la situación social en España es aún peor que la de Francia". También aquí se está sufriendo la subida de los carburantes, de la luz y otros problemas que merecen respuesta de la ciudadanía. Está sorprendido por la cantidad de apoyo que ha recibido de diversos colectivos de distintos puntos de la geografía española a la página de facebook que ha creado.

Pide quedar en el anonimato ya que el movimiento no tiene líderes y recalca que no quieren que exista ningún sesgo político.
"Los gobernantes enfrentan a la ciudadanía entre sí con cuestiones como la exhumación de Franco o el independentismo en Cataluña cuando el problema es el empeoramiento de las clases con menor poder adquisitivo, como sucede con las restricciones en la movilidad, que benefician a aquellos con más dinero que pueden permitirse mejores coches y lastra a los que sólo cuentan con un coche diésel antiguo que no pueden sustituir".
Este activista asegura haber recibido apoyo de perfiles tan distintos como agricultores, trabajadores de la industria del norte de España que se está quedando en paro, estibadores o taxistas molestos con la disminución de sus condiciones de vida.

Señala que este sábado se iban a juntar unas 20 personas y está sorprendido por la cantidad de gente que le ha dicho que va a asistir a la convocatoria, sólo un día después de que se estrene Madrid central, las restricciones al tráfico en el centro de la ciudad.

La fuerza del movimiento en Francia está creciendo a ritmos agigantados. Este sábado vuelven a la carga en París. Tras los fuertes altercados de hace una semana, el presidente Macron ha tenido que matizar su discurso medioambiental con guiños a las clases más afectadas por los nuevos impuestos que pretende introducir: "Hay que conjugar el cuidado del planeta con las cuentas a fin de mes de las familias", declaró este martes. Un día antes, el lunes, el Senado francés votó en contra de la subida de carburantes.

El escenario no puede ser más peligroso para el actual Gobierno de Pedro Sánchez, en plena antesala de un año plagado de citas electorales y a punto de tener que detallar a Bruselas su Plan de Energía y Clima, en el que tendrá que ir dando cuenta de su política medioambiental.

Esta misma semana ha estado en el punto de mira la prohibición de los vehículos diésel en 2040, medida impulsada por el Ministerio para la Transición Ecológica. A eso hay que añadir la promesa de elevar los impuestos al gasóleo, medida incluida en los Presupuestos Generales del Estado pactados con Podemos.

En Francia, Macron trató de relacionar el movimiento de los 'Chalecos amarillos' con la ultraderecha de Marine Le Pen. Sin embargo, aseguran que no tienen sesgo político. El líder de la izquierda más radical Jean-Luc Mélenchon también apoya a los manifestantes. Los 'Chalecos amarillos' cuentan con un apoyo de la sociedad gala del 75%, segun las encuentas poblicadas en los úlitmos días. 'Celebrities' como Brigitte Bardot o el rapero Kaaris se han fotografiado con el chaleco reflectante.

El malestar por la subida de impuestos ha llevado a los manifestantes a tapar o pintar más de 130 radares en los últimos 10 días, otro de los elementos que consideran eminentemente recaudatorio.

El movimiento también se juega en clave de lucha entre la Francia periférica y los urbanitas parisinos. Las gentes de los pueblos que usan vehículos diésel para sus desplazamientos que ahora asumen las subidas de impuestos a los carburantes. En España, Ciudadanos y Partido Popular se han apresurado a criticar el impuesto al diésel y pedir su retirada.

La realidad es que España tiene un mandato de Bruselas de subir los impuestos medioambientales, 5.000 millones de euros por debajo de la media europea. Y todo eso cuando la lucha contra el cambio climático es cada vez más firme, dadas las externalidades que genera en forma de enfermedades y muertes provocadas por la contaminación, entre otros problemas.

Pero el Gobierno tendrá que lidiar con este contexto en pleno proceso electoral. Un panorama altamente inflamable si finalmente la revolución de los 'Chalecos amarillos' prende en España.