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Finales de septiembre. El otoño ya está aquí. Los calores estivales menguan y las lluvias enseñan la patita por debajo de la puerta.
El hielo flotante del Océano Ártico ha pasado su punto máximo, su punto de inflexión anual y ya está aumentando, mal que les pese a algunos alarmistas.
¡Hay que ver qué tozudos son los ciclos naturales, todos los años se empeñan en cambiar el sentido de la tendencia: cada seis meses se invierte y pasa de bajar a subir en septiembre, y de subir a bajar en marzo!.
Pero, ¿no habíamos quedado en que el hielo del Ártico se estaba derritiendo , y que el derretimiento era "acelerado"?
Sí...pero no. Al igual que todos los años, el Océano Ártico comienza a acumular más hielo en septiembre. Este año, incluso más pronto que los últimos 3 ó 4 años, en que se había retrasado algo el inicio de la subida.
Y no, no ha habido récord de mínimo hielo. A pesar de las afirmaciones en contra de la Universidad de Bremen, la cantidad de hielo en el mínimo ha sido superior, en varios cientos de km2, que la cantidad mínima registrada en 2007, el año del récord (Récord que, sin embargo, es solo de los últimos 30 años, puesto que antes no se realizaban mediciones por satélite y no era posible establecer mediciones fiables). Al menos eso dicen las otras 4 organizaciones que miden el hielo, algunas muy calentólogas y nada sospechosas de querer "cocinar" estadísticamente los datos para aumentar la cantidad de hielo que hay realmente (más bien de lo contrario). Y es que el récord ya empieza a ser antiguo, 4 años tiene ya, y eso, la verdad, no cuadra muy bien con las afirmaciones "algorianas" de aceleración en el calentamiento.
Hay que recordar que el hielo es menos denso que el agua, así que, si se derritiese todo el hielo del Ártico durante el verano, el nivel del mar no subiría ni un milímetro, ya que ese hielo ya está flotando en el mar.
Es el mismo efecto que si se ponen unos cuantos cubitos de hielo en un vaso, se llena de agua hasta el borde y se deja que se vayan derritiendo los cubitos. No se preocupen, no les hará falta ningún trapo para coger el agua si realizan la experiencia, ya que ésta no rebasará el borde. Y no lo hará porque el hielo, al tener menos densidad que el agua líquida, ocupa más volumen para la misma masa, y al derretirse no incrementa la cantidad total de materia que hay en el vaso, únicamente aumenta su densidad, por lo que la misma masa cabe en menos espacio. Es como si el cubito encogiese hasta ocupar exactamente el volumen de su parte sumergida.
Así que no, aunque se derritiera todo el hielo algún verano, no pasaría nada. Y además, en otoño volvería a aparecer. De hecho, hay estudios (ver aquí la noticia en
WUWT) que demuestran que, durante los últimos 10.000 años, ha habido periodos, como el llamado Óptimo Climático del Holoceno (entre hace 5.000 y 8.000 años) en que la extensión de hielo en el Ártico era mucho menor que la que se alcanza actualmente, hasta un 50% menor que la que se alcanzó el año del último récord, el 2007. Incluso se cree que, durante el interglaciar anterior, el Eemiense, hace unos 125.000 años, todo el Ártico quedaba libre de hielos en verano.
Y sin embargo, como ahora, en otoño volvía el hielo, fiel a su cita anual. Como las lluvias. Como el frío. Como volverán las alarmas de los calentólogos el próximo verano.
¡Qué tozudos son los ciclos naturales!
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