Traducido por el equipo de Sott.net
La característica más destacada del totalitarismo es el control de los movimientos, que implica el seguimiento de cada ciudadano. Antes de la era de Internet, esto sólo podía lograrse a grandes rasgos.
El Estado sabía que John Smith vivía en la calle Lumumba y trabajaba en la avenida Stalin. Si Smith quería pasar una noche en el apartamento de una mujer, ésta tenía que registrarlo en la comisaría del barrio. El Gran Hermano entraba en el dormitorio, pero no del todo, pues no podía oír todas las sibilancias, exhalaciones y apretones. Los movimientos diurnos no solían estar vigilados, pero el Estado siempre sabía dónde estabas por la noche.
El carné de identidad de Smith también le impedía trasladarse a la siguiente ciudad, y mucho menos conseguir un trabajo mejor allí, por lo que estaba atrapado en Bidenstadt, su ciudad natal.
Sin embargo, Smith era libre para entrar en cualquier tienda estatal a curiosear, durante el tiempo que quisiera, sus estantes vacíos.
Ahora, el Estado sabe dónde está Smith todo el tiempo. A las 5:51:15 de la tarde, este hombre con el ceño fruncido está de nuevo en el Blather Bar, junto a Red Levine, quien, a pesar de su nombre, también tiene tendencias de derecha alternativa. Fanáticos de Steve Sailer, cada uno de ellos ha dejado cientos de comentarios con el puño en alto, bajo "sigofnig" y "xxxxrabbi".
Para el Estado, el objetivo del seguimiento es recompensar o castigar, sobre todo lo segundo. Antes, te invitaban a la comisaría o te sacaban de la calle.
Ahora, el castigo puede ser mucho más ordenado e instantáneo, incluso por el más mínimo pecado. Ahí es donde entra la vacuna, el verde, el acceso o pasaporte sanitario.
Comentario: Papeles, por favor. ¿Se repite la historia?
Alemania y Austria deben tener cuidado esta vez: evitar que el fascismo y la tiranía se conviertan en el disfraz de una política de atención pública y, de paso, secuestrar la libertad y los derechos humanos básicos de las personas.
¿Hemos aprendido la lección?
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