
Los derechos de millones de palestinos desplazados son inalienables y no caducan por su larga supresión; es lo que moviliza realmente a la Flotilla II y también por ese motivo Israel la considera tan peligrosa
Se requiere mucha imaginación para suponer que el sofisticado corte de los árboles de transmisión de las hélices de ambos barcos sea una coincidencia en la que no tiene nada que ver el Mossad de Israel, de antigua mala fama por sus actos criminales en el extranjero en apoyo a los controvertidos intereses nacionales israelíes. Al recordar el letal encuentro en aguas internacionales con la Flotilla de la Libertad I que tuvo lugar el 31 de mayo de 2010, y la frenética campaña diplomática de Tel Aviv por impedir este segundo desafío por activistas por la paz y trabajadores de la ayuda humanitaria al bloqueo de Gaza, una conducta semejante por un Estado contra esta última iniciativa de la sociedad civil, si es adicionalmente validada por evidencia incriminante, debe ser formalmente condenada como una forma de 'terrorismo de Estado' o incluso como un acto guerra por un Estado contra la sociedad civil global.
El gobierno israelí ha hecho poco hasta ahora por desmentir su culpabilidad. Sus más altos responsables hablan de las afirmaciones en un lenguaje farisaico típicamente diversionista, en el que afirma su derecho irrelevante de autodefensa, que al parecer entra misteriosamente en juego cada vez que la sociedad civil actúa de modo no violento a fin de romper el sitio de Gaza que persiste durante más de cuatro años.