La Ciencia del Espíritu
Un estudio realizado por la Universidad de Granada arribó a la conclusión de que el bilingüismo mejora la atención y la memoria. La lingüista Cristina Banfi, en entrevista con Clarín.com, aseguró que esto se debe a que la gente que sabe más de un idioma tiene mayor flexibilidad de pensamiento.
En esta oportunidad, en lugar de compartir un artículo, quisiéramos hablar de la posibilidad de sanar las heridas inflingidas por los psicópatas y narcisistas que tanto daño han hecho y continúan haciendo en toda la sociedad.
Hablaremos de una técnica que ha ayudado a miles de personas y que, creemos, es una verdadera luz en el camino de todas aquéllas víctimas de psicópatas y narcisistas que llevan años sufriendo injustamente. Es hora de cortar las amarras, y de curar nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestras emociones, para poder al fin ser felices.
Entre las consecuencias nefastas del trato con un psicópata o una persona dañina en general, se encuentra el Estrés Post-Traumático. Uno se siente estresado constantemente, deprimido, agotado, con la auto-estima por el suelo, sin esperanzas, culpándose por no haberlo visto antes, y muchas veces incluso enfermo. ¡BASTA YA! Si han sido víctimas de psicópatas o narcisistas, rogamos entiendan que NO ES SU CULPA. De verdad. Todos tenemos heridas, vacíos emocionales a causa del amor que no recibimos de niños, o producto de la sociedad que nos formatea para pensar que nunca somos lo suficientemente inteligentes, buenos, guapos, etc. Cuando aparece un/a psicópata, tan encantador, seguro de sí mismo, capaz de decir exactamente lo que necesitamos escuchar, etc., es normal que nos sintamos atraidos hacia él/ella.
De acuerdo con un estudio divulgado en la revista Current Biology, el reloj interno no es rígido, más bien es mutable y estaría distribuido por toda la región cerebral.
Estas conclusiones fueron derivadas de un ensayo realizado por especialistas del Imperial College londinense (en el Reino Unido), en el que participaron 20 voluntarios, a quienes se les mostraron una serie de imágenes y calcular su duración.
De esta forma, los investigadores observaron que la percepción sobre cuánto habían durado las imágenes cambiaba en función de la velocidad a la que se iba mostrando el dibujo.
Ocurre que un grupo de científicos que trabajan en equipo se propusieron analizar qué pasa dentro del cerebro durante los llamados "estados de reposo", y establecieron que "cuando parece que el cerebro no hace nada es cuando realmente presenta una dinámica muy particular caracterizada por la fuerte actividad que se produce en determinadas áreas de la corteza que se activan y se desactivan de manera correlacionada y a una frecuencia muy baja".
Los autores analizaron marcadores genéticos específicos dentro de la red social de un individuo y descubrieron que los individuos tienden a forjar amistades con personas con las que comparten dos de los seis marcadores evaluados. Los descubrimientos persistieron incluso después de tener en cuenta la tendencia de las personas por ser amigos de personas de la misma área geográfica. Los investigadores descubrieron que los individuos que portaban el marcador DRD2, que ha sido asociado con el alcoholismo y otros rasgos, tendían a ser amigos de otros positivos en DRD2, mientras que quienes carecían del gen lo eran de los individuos negativos para este marcador.
Esta área del cerebro es la responsable del control motor y de la coordinación del movimiento, y está también implicada en el aprendizaje y en la formación de recuerdos.
Más específicamente, los científicos descubrieron que, en ratones, una exposición de cinco minutos al olor de un depredador producía la introducción de receptores GluR2 en las sinapsis o conexiones entre las células nerviosas del cerebro de estos animales.
El GluR2 es una subunidad de un receptor del sistema nervioso central, que se encarga de regular la transferencia de impulsos eléctricos entre las neuronas. La presencia de GluR2 modificó las corrientes eléctricas neuronales del cerebelo de los ratones.
Los resultados obtenidos señalan que una sola exposición a estrés emocional agudo podría afectar a la coordinación motora y a otras funciones cognitivas dependientes del cerebelo, explican los científicos.
Tomando como ejemplo el caso de una mujer de 87 años, cuya salida terapéutica consistió en diseñar un proyecto para transmitir su experiencia a las siguientes generaciones, el autor postula una "clínica del legado": señala que "el legado puede ser personal o colectivo", muestra que "todo legado sostiene una historia, como contenido y como acto narrativo" y afirma que, llegada la ancianidad, el acto de legar pasa a ser decisivo.
Flora tenía 87 años. Fui convocado por su familia, preocupada por su depresión, para entrevistarla en su casa. Se quejaba de fuertes dolores en sus extremidades inferiores por una insuficiencia venosa. Sus familiares decían que era hipocondríaca y que consultaba a distintos profesionales. Se había hecho una enorme cantidad de estudios, de laboratorio, radiológicos y de dinámica vascular, que apilaba junto a remedios recetados que compraba pero no tomaba. La preocupaba un aneurisma de aorta, pequeño y sin evolución, que suponía la principal amenaza para su vida.
Jueces, abogados, psiquiátras y otros terapeutas, consejeros y profesionales de la salud mental y del campo legal, suelen sostener que si una persona es razonablemente consciente de sus acciones, por lo que refiere a su actividad cotidiana, y puede discernir entre el bien y el mal, entonces no se la considera una persona mentalmente enferma, sino una persona con problemas de carácter moral y es perfectamente imputable.
Por el contrario, una persona que causa daño, pero no es capaz de controlar sus acciones en la vida diaria ni tiene claro la diferencia entre lo que es bueno y lo que es malo, es una persona que presenta trastornos psicológicos o problemas físicos, incluso (de tipo neurológico, por ejemplo) y, por ende, no puede ser sentenciada a prisión, sino que debe ser remitida a un hospital de salud mental.
Pero, el mayor problema es el que enfrentan tanto abogados, jueces, psiquiatras y psicólogos, como cualquiera de nosotros, al relacionarnos con un psicópata.
Suelen pasar episodios depresivos en los que están tan bajos de ánimo que levantarse de la cama se antoja un esfuerzo titánico. Pierden el apetito, la iniciativa y la ilusión por las cosas. Pero al cabo de un tiempo, su situación es totalmente opuesta: hacen gala de una alegría desbordante, una exaltación del estado de ánimo patológica. Es habitual que padezcan trastornos de conducta, se muestren agitados, deshinibidos e incurran en gastos inmotivados o en una productividad exagerada. Las personas que sufren trastorno bipolar padecen esta especie de carrusel anímico sobre el que pesan un sinfín de prejuicios.
Vivir con la irrupción de ruidos, las aglomeraciones, la invasión del espacio personal, las dificultades para circular, los apuros, el aislamiento emocional en medio de multitudes y la falta de ámbitos naturales relajantes es un pésimo factor de riesgo para todo el abecedario psicopatológico. Desde la depresión hasta las múltiples variantes de los trastornos de ansiedad se multiplican en las ciudades, en proporción directa con el nivel de urbanización.