© DesconocidoUn grupo de nómadas en Mauritania, junto a la frontera con Mali
- Tras andar durante días huyendo de la guerra los malienses sufren ahora la hambruna de Mauritania, uno de los países de acogida
- La mayoría de refugiados son de la etnia tuareg y necesitan ayuda urgente ya que sufren desnutrición.
Después de andar durante días para cruzar la frontera y poder llegar a los campos improvisados de Fassala y Mbéré, al sudeste de Mauritania, los civiles malienses se enfrentan ahora a la crisis alimentaria por los meses de sequía y malas cosechas.
A la inseguridad alimenticia que vivía la propia población mauritana se suma ahora la carga adicional que suponen las miles de bocas que alimentar de los refugiados. Entre los exiliados hay además muchas mujeres embarazadas y niños que padecen desnutrición, lo cual complica más si cabe la dramática situación, según ha señalado Médicos Sin Fronteras.
Con el hospital más cercano a 200 km de los campos, una primera misión de médicos de la organización humanitaria ha viajado este miércoles con 26 toneladas de material médico y logístico para montar una clínica en el campo de Mberé. Los sanitarios atenderán allí a los enfermos más graves e identificarán a los niños en situación de riesgo, para intentar paliar su sufrimiento.
La mayoría de los refugiados son de etnia tuareg procedentes de zonas rurales, aunque también hay desplazados de etnia songhai, moor y fulani.
Un total de 130.000 malienses han tenido que dejar atrás sus hogares para refugiarse en otras ciudades o países desde que el pasado 17 de enero se reiniciase el conflicto entre los tuareg y los militares, un enfrentamiento al que se había puesto fin oficialmente en 2009 tras la firma de unos acuerdos de paz.
El conflicto se reabierto tras la vuelta a las reivindicaciones de los tuareg, un pueblo bereber que reclama el territorio de Azawad en el desierto del Sahara.
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