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Un artículo de Greenpeace relata que, luego del terremoto y el tsunami que afectaron la planta nuclear de Fukushima, la radiactividad en zonas aledañas al desastre es hasta 238 veces superior a lo normal.

Destaca, asimismo, que la compañía japonesa de electricidad Tepco - la cuarta en importancia a nivel mundial y responsable de la administración de la central nuclear - ha ofrecido a los afectados una única compensación de 1,043 dólares y sostiene que no tiene la obligación de hacer frente a los costos de descontaminación. Su argumento es que la radiación, al igual que la búsqueda de soluciones, es ahora responsabilidad de los dueños de las tierras y no de ellos.

La historia de Tepco encierra varios capítulos siniestros y ya ha pedido perdón públicamente por haberle mentido a la población. Según Greenpeace, el terremoto y el tsunami no causaron el accidente nuclear de la planta nuclear de Fukushima. Las principales razones fueron la presencia de un reactor vulnerable, una reglamentación frágil que toleró las maniobras de encubrimiento de la empresa que, ya en 2006, admitió haber falsificado informes sobre el agua de refrigeración y, a pesar de ello, la Agencia de Seguridad Nuclear e Industrial le concedió la autorización para extender la vida de los reactores de Fukushima por 10 años más. También hubo errores sistemáticos de evaluación pues, aun sabiendo que podría haber tsunamis de más de 10 metros, diseñaron una protección para maremotos de solo 5.7 metros.

La principal conclusión de Greenpeace sobre este desastre nuclear es que podría repetirse en cualquier central nuclear en el mundo.