Han pasado más de 10 años y sigue sin resolverse la causa de una extraña enfermedad que solo mata a niños, de entre 5 a 15 años, y que hasta el momento ha cobrado a miles de vidas en tres países del África oriental: Sudán del Sur, norte de Uganda y sur de Tanzania.

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Se trata de un mal llamado "enfermedad del cabeceo", que es una especie de epilepsia que consume poco a poco a los menores y les impide crecer.

Según los casos registrados, la enfermedad se desata intempestivamente, los niños padecen extraños ataques que los hacen balancearse de atrás para adelante, especialmente cuando comen. Sobrevienen los mareos, las convulsiones y luego la pérdida de la consciencia.

Conforme al paso del tiempo, los síntomas de la enfermedad se han incrementado y según las autoridades sanitarias, hay un aumento de casos en los últimos años.

"La enfermedad avanzaba con el paso del tiempo y los niños mostraban cada vez más síntomas de malnutrición. Tenían problemas para atender en la escuela y finalmente acababan presentando discapacidades mentales", reseñó el doctor Warren Cooper, un médico misionero que trabajaba para la ONG cristiana La Bolsa del Samaritano.

El galeno contó al diario El País de España sobre las visitas que hizo a aldeas afectadas y las grabaciones que hizo a sus pacientes. Los afectados apenas podían hablar y sufrían un retraso mental. "Muchos ni siquiera lograban mantenerse en pie y tenían cicatrices causadas por los continuos golpes que se daban contra el suelo" dijo.

Nadie en las aldeas tiene explicación para lo que les pasa a los niños. Los más viejos han contado a los investigadores algunas teorías. Culpaban del mal a la costumbre de algunas tribus de comer carne de mono.

La superstición también sembró dudas sobre las vacunas occidentales, las armas químicas utilizadas durante los conflictos, los matrimonios entre los miembros de algunas tribus con desplazados de la guerra, el ataque de unas moscas y otras causas sobrenaturales. No obstante, ninguno de los científicos que han estudiado el caso halló una sola prueba que apoyara dichas teorías.

La principal pista que siguen los investigadores se encuentra en una enfermedad común a las tres zonas donde se han dado casos del síndrome del cabeceo. Se trata de la oncocercosis o ceguera del río, una enfermedad parasitaria causada por un gusano llamado Onchocerca volvulus que es transmitido por varias especies de moscas negras. Efectivamente, el gusano es un habitual en Sudán del Sur, Uganda y Tanzania, pero también lo es en otros países africanos, asiáticos y sudamericanos donde no se ha documentado ni un solo caso del extraño mal.

El Centro para el Control de Enfermedades, en Atlanta, que se ha involucrado desde hace dos años para resolver este enigma, ha dicho que "los niños con la enfermedad del cabeceo tienen más probabilidades de tener oncocercosis, pero no estamos seguros de que haya una relación causal".