La ambivalencia del hinduismo tradicional ante la feminidad y un patriarcado bien imbricado en la sociedad son los factores que explican la violencia contra las mujeres de Nepal, objeto de delitos como violaciones o bigamia.

Aunque en el hinduismo mujeres y hombres son considerados "mitades complementarias", y existe una importante corriente devocional que rinde pleitesía a un poder creativo femenino, el "shakti", el marido es un "dios" para su esposa.

"Los postulados religiosos que continúan en la mentalidad de la gente son uno de los factores que fomentan la violencia contra la mujer", dijo a Efe la activista en asuntos de género Bandana Sharma.

En Nepal hay mujeres que siguen padeciendo violación, malos tratos físicos o psicológicos, bigamia -aceptada cuando la primera esposa de un hombre es incapaz de concebir hijos-, y acusaciones de brujería.

"Las indigentes ancianas son acusadas de brujería y sometidas a violencia porque en nuestra cultura, sobre todo en el sur de Nepal, existe la tradición de atribuir las desgracias a la acción de alguna bruja", añadió Sharma.

El problema de la violencia de género volvió en Nepal a la palestra la semana pasada con la presentación del estudio "Justicia Revelada: hablan las supervivientes de violaciones", que pone de manifiesto la situación de desprotección que sufren muchas nepalíes.

Según el estudio, buen número de encuestados alegaron que las violaciones ocurren porque hay hombres que toman a las mujeres por "meros objetos, ciudadanas de segunda clase", y que los delitos se deben a un hecho "natural" en varones jóvenes y sexualmente agresivos.

"La mentalidad patriarcal es la razón principal de que la violencia contra la mujer continúe. En Nepal hay una cultura de silencio por la falta de apoyo y la dificultad de acceder al sistema legal", afirmó a Efe la jefa del estudio, Bindu Gautam.

Gautam denunció que la Policía no siempre investiga las denuncias de violación, y que muchas mujeres violadas no se atreven a hablar de lo ocurrido porque es la propia víctima quien es culpada, y a menudo los agresores forman parte de su entorno.

Los activistas, sin embargo, consideran que la situación ha mejorado en los últimos años y que la concienciación pública cala cada vez más en este país del Himalaya, donde tres cuartos de la población profesan el hinduismo.

Nepal acaba de poner fin a una campaña de cien días contra la violencia de género, que ha contado con apoyo del primer ministro, Baburam Bhattarai, y durante la que los activistas se han reunido con funcionarios en todos los distritos del país.

Es difícil cuantificar los crímenes en un país con la precariedad administrativa de Nepal, aunque según los registros policiales se produjeron en el país 486 violaciones en el año 2010, el último con datos, superior a la media de 433 para el período 2007-2010.

La causa más común de violencia son los malos tratos domésticos, aunque también se registran casos relativos a la posesión de tierras o viviendas, y en un distrito, Dang, las mujeres se enfrentan en ocasiones a la aceptación social de la bigamia.

"No recurren a la bigamia para tener hijos. Vuelven a casarse por placer", aseguró a Efe la activista Nirmala Bagchand, de la asociación Defensores de los Derechos Humanos Femeninos.

Nepal aprobó hace cuatro años una ley de violencia doméstica, pero los activistas denuncian que su implementación no ha sido la adecuada y que es demasiado suave, porque se centra en lograr la reconciliación de la pareja y las penas son de escasa envergadura.

Un maltratador, de acuerdo con la abogada Sanu Laxmi Gahsi, afronta una pena de seis meses, mientras que un polígamo se enfrenta a una condena máxima de tres años, y no existen disposiciones especiales para las víctimas.

Tampoco para las activistas en lucha por deshacer la mentalidad patriarcal mal entendida: "A mí -concluyó Nirmala Bagchand- me han amenazado de muerte y han dicho que prenderán fuego a mi casa".