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Al entrar en París con los pies llenos de ampollas tras 10 días de marcha desde una planta de acero en el noreste de Francia en peligro de cerrar, el trabajador acerero Jerome Baroin no estaba de humor para hablar de la campaña de reelección del presidente francés, Nicolas Sarkozy.

"Sarkozy no ha hecho nada por nosotros. Sus promesas son sólo mentiras", dijo Baroin, de 29 años, cuya caminata de 350 kilómetros con otros 17 trabajadores de la planta paralizada en Florange, junto a la frontera con Alemania, subraya un tema que sonroja al candidato conservador.

Los trabajadores del acero tienen una queja específica. A las dos semanas de asumir el cargo, Sarkozy dijo haber llegado a un acuerdo con la propietaria ArcelorMittal para reabrir los hornos, pero la empresa dijo después que sólo lo haría cuando la economía se recuperase.

En general, los sondeos muestran que Sarkozy no está logrando reconquistar a los trabajadores de la industria, los votantes inconstantes que le ayudaron a llegar al poder en 2007 seducidos por su lema "trabaja más para ganar más".

Ahora podrían hundir sus esperanzas de obtener un segundo mandato el mes que viene al inclinarse, desencantados, hacia la izquierda.

Aunque el 52 por ciento de los trabajadores optó por Sarkozy en los comicios de 2007 y el 48 por ciento votó por la izquierda, los sondeos muestran ahora que el 60 por ciento apoyaría al socialista François Hollande y sólo el 40 por ciento a Sarkozy.

Los trabajadores de la industria y los jubilados suponen una quinta parte del electorado y cambian de afiliación política más que otros grupos sociales, quizá porque sus bajos ingresos les hacen más receptivos a promesas electorales, de acuerdo a las encuestadoras.

Sarkozy y Hollande iniciaron su pelea por el voto de la clase trabajadora al principio de la campaña por las elecciones a dos vueltas que se celebran el 22 de abril y el 6 de mayo, recorriendo Francia para visitar fábricas y prometiendo salvar empleos e industrias.

Durante el mandato de Sarkozy se han perdido 350.000 empleos industriales, y el presidente se ha encontrado a menudo con brazos cruzados y miradas frías en sus visitas. Hollande, dispuesto a ponerse un casco o subirse a una furgoneta sindical para hablar, sólo ha obtenido resultados ligeramente mejores.

A dos semanas de la primera vuelta, los sondeos muestran que los trabajadores están desilusionados con el presidente y no muestran mucho más entusiasmo por su soso rival socialista.

La extrema derecha aún atrae a la mayoría de los votantes de clase obrera, pero un creciente grupo está abandonando al Frente Nacional de Marine Le Pen por el candidato de extrema izquierda Jean-Luc Melenchon, un encendido orador que no tiene miedo a levantar el puño izquierdo como saludo.

Ese es otro golpe para Sarkozy. Puede contar con que muchos votantes de extrema derecha le apoyarán en una segunda ronda ante Hollande, pero la popularidad de Melenchon en todas las clases sociales podría muy bien asegurar un triunfo socialista.

Los sondeos indican que el 80 por ciento de los partidarios del candidato de ultraizquierda optarán por los socialistas en segunda ronda.

"Los trabajadores de la industria son el mayor grupo electoral y han abandonado a Sarkozy en masa", dijo Guy Michelat, académico de la Universidad de Ciencias Políticas que estudia el voto obrero. "Es a ellos a quienes Sarkozy hizo grandes promesas en el 2007, así que están más decepcionados con él que la clase media", manifestó.