Si hay un tema en el que Mitt Romney y Barack Obama dieron la impresión de vivir en universos paralelos durante el debate, es el tema de la salud pública y el papel del Gobierno.
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El candidato republicano criticó acremente la ley de asistencia médica de Obama, implicando falsamente que le permitiría al Gobierno federal "apoderarse de la asistencia médica". Él presentó una imagen de un sistema Medicare remozado, en el que los ancianos recibirían una cantidad fija de dinero para comprar seguro público o privado, lo que fomentaría la competencia. Y exhortó a ponerle un tope al gasto federal en Medicaid asignándolo a los Gobiernos estatales para que éstos decidan cómo gastarlo.

El presidente estadounidense observó las semejanzas entre su ley de asistencia médica y la que promulgó Romney como gobernador de Massachusetts diciendo: "No fue que el Gobierno controlara la asistencia médica. Fue la expansión más grande del seguro privado".

Advirtió que, conforme el plan del republicano para Medicare, las aseguradoras privadas elegirían a los ancianos más sanos, lo que pondría en peligro al sistema público de salud, pues lo dejaría con los pacientes más enfermos y más costosos de asegurar. Indicó que los recortes de Romney a Medicaid serían "un gran problema" para "una familia que tiene un hijo autista y que depende de Medicaid".

Dos de las divisiones más agudas ocurrieron respecto de la forma de asegurar a quienes ya están enfermos y de cómo debe de ser Medicaid.

Obama indicó que si Romney revoca su ley de atención médica, las aseguradoras ya no estarían obligadas a darles coberturas a las personas con problemas médicos preexistentes. Romney replicó: "Los padecimientos preexistentes están cubiertos en mi plan".

Romney hizo una declaración similar en una aparición el mes pasado en Meet the Press, programa de la televisora NBC. En esa ocasión, él dijo: "No me desharía de toda la reforma de la asistencia médica. Claro, hay numerosas cosas que me gustan de esa reforma y que yo voy a implantar. Una de ellas es garantizar que puedan tener cobertura quienes padecen de enfermedades preexistentes".

Pero los asistentes de Romney después aclararon que él sólo garantizaría explícitamente el seguro para las personas con padecimientos preexistentes que hubieran mantenido su cobertura sin interrupciones significativas. Eso excluye a millones de estadounidenses que padecen de cáncer o enfermedades cardíacas.

Es común que se suspenda la cobertura. Un reporte reciente de Commonwealth Fund señala que 89 millones de estadounidenses estuvieron sin cobertura por lo menos durante un mes en el período de 2004 a 2007, por razones como haber perdido el empleo o haberse divorciado.

Romney dice que muchas de las personas que no han estado aseguradas continuamente podrían conseguir cobertura a través de planes médicos conocidos como fondos de alto riesgo. Muchos Gobiernos estatales tienen tales fondos, que suelen operar con pérdidas. Y el Gobierno federal está manejando un fondo de alto riesgo, como medida temporal dentro de la nueva ley de asistencia médica, en más de veinte estados.

Pero no ofreció detalles, por ejemplo, de si regularía o no las primas o si subsidiaría el alto costo de la cobertura en un fondo de alto riesgo.

Los dos candidatos también difieren en su concepto de Medicaid, el programa administrado conjuntamente por el Gobierno federal y los estatales, que ofrece asistencia médica a casi 60 millones de personas de bajos ingresos, personas con discapacidades y ancianos que requieren atención de largo plazo.

El Gobierno federal actualmente hace una aportación paritaria a los estados, según cuánto hayan gastado estos, por lo que los estados con beneficios más generosos tienen derecho a más dólares federales. Romney quiere ponerle un tope al crecimiento del gasto de Medicaid y dejar que los estados decidan cómo gastar el dinero.

"Me gustaría tomar el dinero que va a Medicaid de los estados y decirles que van a recibir lo mismo que recibieron el año pasado, más la inflación, más el 1 por ciento", precisó en el debate. "Y que ellos administren la atención médica de sus pobres en la forma que consideren más conveniente".

En un discurso en noviembre pasado, Romney calculó que poner ese tope le ahorraría al Gobierno federal 100.000 millones de dólares al año.

Obama criticó la propuesta en el debate, diciendo: "El gobernador Romney habló de Medicaid y de que éste podría ser entregado a los estados; pero en realidad eso significa un recorte de 20 por ciento en el programa principal que ayuda a los ancianos que están en casas de asistencia y a los niños que tienen discapacidades".

Él se basó en un estudio realizado por el Instituto Urbano, un grupo de investigaciones no partidista, a petición de la Comisión Kaiser sobre Medicaid y las personas no aseguradas. El estudio examinó la propuesta presentada en 2011 por el representante Paul D. Ryan, el compañero de fórmula de Romney, para transformar a Medicaid esencialmente en la forma en que lo ha planteado Romney.

El plan de Ryan establece una reducción del gasto federal en Medicaid por 810.000 millones de dólares en un plazo de 10 años, convirtiendo a Medicaid en un programa de subvenciones federales. Según el estudio del Instituto Urbano, el gasto federal en Medicaid conforme al plan de Ryan sería un 33,9% inferior a diez años que lo que se proyecta con la ley de asistencia médica de Obama, que permitiría inscribir a millones de personas adicionales en Medicaid.

Dentro de un programa de subvenciones federales como el que ha propuesto Romney, cada estado recibiría un pago fijo y tendría más holgura para decidir quién tiene derecho a recibir qué beneficios.

Romney dice, con razón, que los costos en aumento del programa están devorando una porción cada vez más grande del presupuesto de los estados. A los estados en general no se les ha permitido impedir el acceso a Medicaid desde que se aprobó la ley de asistencia médica de Obama, en 2010.

Pero muchos estados han recortado beneficios opcionales y pagos a médicos y hospitales. El presidente quiere extender el programa, en el que el Gobierno federal pagaría casi todos los costos para los millones de personas que tendrían derecho conforme a la ampliación. Durante el debate, Romney subrayó que su propuesta les daría a los estados la libertad de tomar sus propias decisiones.

"Uno de los magníficos aspectos de este país es el concepto de que los estados son el laboratorio de la democracia", afirmó. "No necesitamos que el Gobierno federal les diga a todos qué programas de capacitación deben tener, qué tipo de Medicaid deben tener. Que los estados hagan eso".

Pero los críticos del plan de subvenciones federales dicen que éste reduciría la red de seguridad médica para los estadounidenses más pobres. El estudio del Instituto Urbano calculó que, conforme la propuesta de Ryan, millones de personas podrían perder la cobertura de Medicaid para 2021.