Enigma
© DesconocidoUna máquina Enigma
Todo empezó por una equivocación. A finales de 1927, un voluminoso paquete remitido desde Alemania llegó al departamento de Correos de Varsovia. Las autoridades alemanas pidieron una y otra vez su devolución, aduciendo que el envío se había producido por error. Intrigados por tanta insistencia, y aprovechando que era sábado por la tarde, los agentes del servicio secreto polaco decidieron abrir la caja y vieron que contenía una máquina de cifrado Enigma. Después de desmontarla pieza a pieza y estudiarla, la volvieron a montar cuidadosamente y el lunes siguiente la remitieron a los alemanes.

Un equipo de matemáticos polacos trabajó durante casi dos décadas para romper el código de cifrado de estas máquinas, que fue perfeccionado varias veces.

Su labor, sin embargo, ha quedado oscurecida por la historia y mucha gente atribuye la autoría de esta hazaña exclusivamente a los ingleses. Para "restaurar la justicia", el Parlamento polaco ha lanzado una campaña para que se reconozca el esfuerzo de Marian Rejewski, Jerzy Rozycki y Henryk Zygalski, cuyo trabajo fue crucial. En el edificio del Senado de Varsovia se inaugurará próximamente una exposición sobre las Enigma y ese mismo día se votará una resolución que ensalce el papel de los tres 'hackers' polacos.

En apariencia, las Enigma no eran muy diferentes a una máquina de escribir un poco voluminosa. En su interior, sin embargo, un complejo sistema electromecánico que los nazis consideraban "indescifrable" servía para convertir instrucciones, partes meteorológicos y planes de guerra en un galimatías sin sentido e inútil sin otra Enigma que fuese capaz de traducirlo.

Las 10.545 combinaciones posibles quedaron reducidas gracias al tesón de los 'hackers' polacos y a varios golpes de suerte, como un mensaje de prueba en el que un operador se limitó a escribir la misma letra varias veces.

En un mansión de la campiña inglesa llamada Bletchley Park, el equipo británico de criptógrafos comandado por el célebre Alan Turig trabajaba contra reloj con los datos proporcionados por sus colegas polacos para romper el lenguaje de estas máquinas, lo que equivaldría a tener ojos y oídos en todos los cuarteles alemanes. Varias misiones tuvieron como único objetivo hacerse con una de estos ingenios o con un libro de claves, y la información obtenida pasaba a engrosar el informe Ultra, guardado en una caja fuerte de la que sólo Churchill tenía la llave.

Según el propio Churchill, "gracias a Ultra pudimos ganar la guerra". Puede que no fuese para tanto, pero muchos historiadores afirman que la Segunda Guerra Mundial duró menos gracias a ello.

Durante la Guerra Fría, los gobiernos británico y norteamericano vendieron algunas Enigma a otros países, ocultándoles durante décadas el hecho de que ya habían sido 'hackeadas'. A pesar de su contribución, ningún soldado polaco fue invitado a participar en el desfile del día de la Victoria en 1945, y en 2001 la película 'Enigma', protagonizada por Kate Winslett, sólo tenía un personaje polaco, que hacía de traidor.