Itamar Shapira es un judío de 32 años. Su hermano Jonathan se negó a participar en el bombardeo en la Guerra del Líbano y lo echaron del ejército. Creció como niño en un mundo sionista y tras su experiencia en el ejército se hizo insumiso en la Guerra del Líbano, por lo cual le encarcelaron una semana. Ahora es activista pro-palestino.
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Fue al ejército con 18 años en 1999. Él quería pertenecer a la infantería por sentido de la hombría. "Si alguien tiene que hacerlo, seré yo". Pensaba que Israel buscaba la paz y los árabes intentaban echarlos al mar. Más tarde fue a manifestaciones de la izquierda sionista contra la ocupación del 67 y piensa que los colonos están tomando el Estado. Llegó a formar parte de una pequeña unidad de infantería denominada "La Brigada de Nahal", encargada de demoliciones de casas palestinas. Estuvo en el Líbano desde 1999 a inicios del 2000 cuando Ehud Barack decidió salir por presiones internas ante el número de muertos en el lado israelí.

En su estancia en el Líbano estuvo en la fortaleza Beaufor al sur del país. Cada noche, para aterrorizar a la población, disparaban ametralladoras. Sabían que podían usar toda la munición que quisieran, no tenían límites económicos. No sabe si mató a alguien pero disparaban a los pueblos sin pensar mucho. Estaban lejos de la población y no vieron a la gente. Esto sucedía al final del proceso de paz. Él, de verdad, nos dice quería la paz y reconocer a la ANP.

Cuatro o cinco meses después de aquello comenzó la segunda Intifada. Entonces él no entendía por qué los palestinos, a punto de conseguir la paz, la iniciaron. Al inicio de la misma el ejército cerró y asedió muchas ciudades por medio de los checkpoints. Él estuvo en Jericó.

Cada día la tensión y la frustración con los palestinos crecían porque trataban de evitar los checkpoints, así que su unidad los encerraba durante horas en sus coches, aunque al cabo del tiempo se escapaban. Así que él los encerraba cada vez más horas asumiendo que se escaparían. Nunca llegó a dispararles, pero sí les lanzaron gas.

El 11 de Septiembre de 2001 entraron en un pequeño pueblo en una operación para detener a gente que, según sus superiores, mandaba niños suicidas. Detuvieron a una serie de personas, explotaron las casas relacionadas supuestamente con los terroristas aunque no tenían más información. Finalmente bombardearon la carretera como castigo a todo el pueblo. Todas las ordenes las siguió sin dudar.

Entraron en la zona A, podían hacerlo porque Estados Unidos no los iba a parar en ese momento. Esa operación llevaba meses, a veces se paraba para no contrariar a Estados Unidos. En cierto momento de la noche se encontraron con la policía palestina, y como iban armados, mataron a tres o cuatro de ellos.

En teoría se avisaba treinta minutos antes de cada operación por lo que si la gente estaba fuera de sus casas o armados morirían. Buscaban amedrentar a los terroristas, ir también a por sus familias: hijos, primos, abuelas, tíos... "Te acostumbras a ver a todos los palestinos como sólo terroristas".

Realizó operaciones similares ocho veces más, sacó gente de sus casas, los detuvo y demolieron sus edificios. También ocuparon casas que no eran objetivos del ejército. Querían descansar hasta la siguiente operación. A veces simplemente, porque había televisión y querían ver un partido de fútbol. Todo, nos dice, empieza a degenerar y al final, nos daba igual ensuciar la casa. Encerraban a los dueños en una habitación con dos soldados vigilándoles o los expulsaban de su casa.

Detenían a los varones de entre 14 a 56 años, que solían ser un 10-20% de los habitantes de los pueblos y los metían en camiones atados y con sacos en la cabeza. Los llevaban a escuelas ocupadas donde los interrogaban. Al final, Itamar nos dice que se daba cuenta que no buscaban "terroristas" sino captar colaboradores, lo que además creaba muchos más sospechosos de colaboración entre ellos. Estuvo en esas operaciones cada dos o tres semanas, al menos nueve veces. Se sentía un héroe.

Hasta que un día haciendo auto-stop le recogió un conductor israelí, que empezó a glorificar a su ejército. Itamar estalló. Empezó a gritarle "Estamos aterrorizando a la población". "Estamos creando terroristas". Se dio cuenta que era como el holocausto que tanto le habían inculcado. Se dio cuenta de que él era como un alemán nazi.

Nos cuenta otras acciones que su unidad hacía. Usaban escudos humanos para entrar en las casas. Les llaman desde afuera y si no salían, sacaban a un vecino y lo hacían entrar para pedir a los de la casa que salieran. Un día cogió de escudo humano a un señor de unos 70 años. Como era mayor, le dio un calientamanos. Se sintió bien consigo mismo.

Otra vez pusieron bombas en una casa y quiso parar la explosión para salvar a un perro que había dentro porque le daba mucha mucha pena. No pudo pero al salir corriendo vio a un viejo y le gritó que se alejara. Al volver a la casa tras la explosión vio que los escombros habían caído donde justo antes estaba el viejo. Mientras él seguía pensando en el perro y no en el anciano.

Itamar no piensa que en aquella época fuera él mismo, sino un monstruo creado por el ejército. Entonces no pensaba ni veía claro lo que hacía él mismo. Su hermano Jonathan fue uno de los primeros que rechazó seguir sirviendo como piloto en el ejército, lo que provocó una gran discusión en su casa. Después de un año hablando con sus hermanos y con su madre empezaron a ponerse de acuerdo. Fue un despertar de sus convicciones.

Hasta hace quince años los movimientos sionistas se veían a si mismos como ocupantes pero mejores moralmente, se veían a si mismos como buenos ocupantes, mejores que si entregaban territorios o habitantes a los libaneses, sirios o jordanos. Ahora el país se ha radicalizado, ha girado a al derecha y la izquierda sionista casi ha desaparecido.

Itamar forma parte de "Breaking the Silence". Esta organización de soldados israelíes tiene cerca de 20 oficinas y ha recopilado 860 testimonios de soldados como él. Aunque las cámaras de televisión y las de organizaciones como la ONG de derechos humanos B'tselem hayan mostrado muchas imágenes desde hace 10 años, la población israelí no creía esos testimonios. Hoy, las versiones de los soldados de "Breaking the Silence" les han obligado a creer que existen las violaciones de derechos humanos que ellos cuentan. Aunque sigan justificando todas las acciones del ejército.

Hay algunos activistas de Breaking the Silence que se quedan en le Ejército para buscar y juzgar a los soldados que hacen barbaridades o para ayudar a las familias palestinas pero aguantan poco, nos cuenta. Sobre todo, quieren dar testimonio y no parecer muy radicales, ser israelíes medios para que en su sociedad no les escuchen.

Tras sus tres años de servicio militar obligatorio en la Operación Escudo de Defensa le llamaron como reservista y se negó a ir. Después, estuvo un tiempo trabajando en el Museo del Holocausto pero le echaron por hablar de lo que había durante su estancia en el ejército. Nos cuenta que su primera etapa activista fue hablar con todo el mundo que veía, con su entorno. En 2005 se unió también a "Combatientes por la paz", para acercarse a los movimientos palestinos no violentos. Para dialogar con ellos.

En 2006 esta organización mixta palestino-israelí quería dejar las armas en ambos países. Realizar protestas contra el ejército en los dos Estados. Hubo tensiones por esta propuesta y poco después, Shapira dejó el grupo porque los palestinos con los que colaboraba eran demasiado cercanos a Fatah y a la ANP, lo que impedía que pudieran hacer otras acciones. Cree que la ANP existe porque está creada, financiada y recibe órdenes de los israelíes. En 2007 con la lucha entre Hamás y Fatah se dio cuenta de que no estaba en el lado correcto porque la ANP dejaba de pagar a todo el que tuviera algo en contra de su guerra con Hamas. Desde entonces colabora con Breaking the Silence en manifestaciones y charlas de manera puntual, aunque no está organizado en nada más. No sabe cómo seguir. Está muy decepcionado con los estados y con los métodos violentos. Cree que hay muchas injusticias en sus cercanías, pero que los problemas no sólo existen allí. Están por todo el mundo, ahora lo ha descubierto.